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En el día de Reyes, el Athletic se ha acordado de uno de sus grandes mitos. En realidad, no lo ha olvidado nunca, pero en determinadas fechas conviene echar la mirada atrás y repasar los contornos de una figura icónica. De ahí que Ibaigane haya ... querido homenajear este lunes en Lezama al gran Agustín 'Piru' Gainza, de cuya muerte se cumplen 25 años. La obra del mejor extremo izquierdo de la historia del club sigue viva y constituye un legado de obligado aprendizaje para las futuras generaciones, que deben familiarizarse con los valores y el sentimiento de pertenencia de un hombre que puso su carrera al servicio de un sentimiento. El director deportivo Rafa Alkorta, el entrenador Gaizka Garitano, el capitán Iker Muniain y los jugadores Aritz Aduriz y Mikel San José han depositado un ramo de flores en la estatua que el 'Gamo de Dublín' tiene en la factoría rojiblanca, en la que trabajó, dirigió y detectó innumerables talentos.
'Piru' Gainza es una de las leyendas del Athletic y componente de una de las delanteras legendarias del club integrada por Iriondo, Venancio, Zarra y Panizo. Nacido en mayo de 1922 en Basauri, el extremo hizo toda su carrera vestido de rojo y blanco y hasta entrenó al primer equipo y fue ayudante de Javier Clemente en las Ligas y Copa ganadas en 1983 y 1984. Pero sobre todo fue un jugador extraordinario, una maravilla con el balón en los pies, un artista, que permaneció 21 temporadas con el escudo del Athletic cosido en el pecho. Completó 494 partidos oficiales, lo que le convierte en el sexto futbolista con más encuentros en la historia de la entidad bilbaína, en los que marcó la friolera de 152 goles. Su estrella subió al cielo un 6 de enero de 1995 y sigue allí, brillante como el primer día, cuando dejó su Basauri natal para siempre y una legión de huérfanos rojiblancos.
Gainza vino al mundo a comienzos de la década de los veinte del siglo pasado, en Basauri, donde trabajaba como pinche en la Basconia, la principal fábrica del pueblo. El Athletic le fichó justo después de la Guerra Civil y le hizo abandonar los tres palos -sí, empezó como portero- para ubicarle en el costado izquierdo de su ataque. Permaneció allí durante más de dos décadas y conquistó títulos y gloria. Acumuló siete Copas en sus vitrinas, el jugador con más trofeos de este tipo junto a Belauste, otro grande rojiblanco, y levantó tres de ellas como capitán (1955, 1956 y 1958). El brazalete lo heredó de otra leyenda como Panizo, dos artistas que marcaron época. Él lo fue todo en un club al que entregó su carrera y en el que firmó algunas de las páginas más brillantes de su centenaria historia.
Gainza también jugó con la selección española (33 partidos) y disputó el Mundial de Brasil de 1950. Colgó las botas tras 21 años de carrera y luego se sentó en el banquillo de San Mamés. Dirigió al primer equipo entre 1965 y 1969 y llegó a dos finales de Copa que no pudo ganar ante Valencia y Zaragoza. Estuvo 129 partidos al frente de la plantilla, con la que casi dos décadas más tarde conquistó dos Ligas y una Copa en calidad de ayudante de Javier Clemente. Murió con 72 años en un día de Reyes. Y este lunes, un cuarto de siglo después, el Athletic le ha brindado un pequeño homenaje en Lezama. Piru no está, pero su recuerdo sigue vivo, al igual que su legado, sin el que resultaría imposible entender los 122 años de un sentimiento.
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