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Jon Agiriano
Lunes, 9 de enero 2023, 00:56
El Athletic ha comenzado el año con buenas sensaciones tras el empate en el Benito Villamarín y la goleada al Eldense, que tampoco es que fuera una gesta pero sin duda supuso una satisfacción. ¿O acaso no le deja a uno satisfecho cumplir sin ningún ... problema, con suficiencia y autoridad, un trámite engorroso? Los dos primeros pasos de los rojiblancos en 2023, en fin, han ido en la buena dirección y hoy, en su regreso a casa, les toca dar el tercero ante Osasuna, un equipo que por su estilo de juego será una piedra de toque muy diferente a la del Betis. Las tres últimas visitas de la tropa de Jagoba Arrasate a San Mamés se han saldado con una derrota, un empate y una victoria, un dato revelador. Hueso duro, a los navarros «hay que roerlos», como decían en los años sesenta del Pontevedra cuando jugaba en Pasarón.
En un momento muy interesante de la temporada, cuando la Liga se acerca a su ecuador y los pelotones de la parte alta y baja de la tabla corren tan apretados, la importancia del choque es evidente. Basta con echar un breve vistazo a la clasificación y hacer un cálculo simple. La victoria no sólo mantendría al Athletic en puestos europeos sino metido de lleno en la pelea por la Champions. Una derrota, en cambio, provocaría una indigestión. Para empezar, Osasuna superaría a los rojiblancos en la tabla, algo que también habrían hecho el Villarreal y el Betis. De este modo, los de Valverde bajarían al octavo puesto, el mismo en el que terminaron la pasada campaña. O dicho de otro modo: el que este año están conjurados para superar como sea.
Es cierto que otorgar tanto peso y hasta fuerza gravitatoria a lo que suceda en la jornada decimosexta no tiene demasiado sentido. Cualquier aficionado conoce los giros vertiginosos e imprevistos que se producen en el fútbol. Ahora bien, de la misma manera cualquiera que conozca a este Athletic sabe que es un equipo al que, por su estilo de juego, el estado de ánimo le influye más que a la mayoría de sus rivales, y que a lo largo de la Liga hay momentos psicológicos claves. El calendario ha querido que los rojiblancos tuvieran un arranque de competición muy benévolo y un final de la primera vuelta, aliñado además con los partidos de Copa, bastante peliagudo: Betis, Osasuna, Real Sociedad, Real Madrid y Celta. Superar con nota esta cuesta de enero y mantenerse muy arriba cuando casi todos sus rivales por Europa regresen a la competición continental y sufran ese desgaste, podría ser vital para que el Athletic consiga regresar al Viejo Continente.
Competencia
La imagen del equipo de Valverde en la vuelta a la competición invita al optimismo. Se le ve fresco, afilado y con un pulso competitivo extendido por todas sus líneas. La impresión es que hay más competencia interna. O al menos, menos titularidades sacrosantas e indiscutibles. Por supuesto que hay un once reconocible, pero también variantes y alternativas que ya no son una sorpresa. Pensemos que Muniain empieza a ser suplente; que Guruzeta ya es una opción como delantero centro, lo que aumenta el duelo en las bandas; que Vivian y Yeray están exigiendo mucho a Iñigo Martínez (hoy baja de nuevo) si quiere recuperar la titularidad; que Dani García fue recuperado para la causa; que Zarraga empieza a llamar a la puerta; que Herrera quizá aparezca de cuerpo presente algún día...
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En cualquier caso, en el Athletic hay que ser muy cuidadoso con la palabra optimismo. Hay que manejarla con el mismo cuidado que el carro de la nitroglicerina. La experiencia así lo aconseja. Porque las sorpresas decepcionantes de las cinco últimas temporadas están todavía en carne viva. Nos referimos a los desplomes repentinos, sin una justificación aparente, a esa irregularidad roedora que ha hecho imposible que el equipo acceda a Europa desde que lo hizo en 2017, precisamente con Valverde en el banquillo. De hecho, esta misma temporada los rojiblancos ya protagonizaron una caída fea en esos seis partidos, entre las jornadas 8 y 13, en los que perdieron tres (el de Girona muy doloroso), empataron dos y solo ganaron uno. El reto fundamental de la regularidad, por tanto, sigue pendiente.
En el caso de Osasuna, su reto esta noche es volver dar su nivel, algo que no hizo contra la Real en su regreso a la competición, como si el largo paréntesis mundialista le hubiera sentado mal. La tropa de Arrasate, sin embargo, tiene sus piezas lo suficientemente bien ajustadas como para pensare que lo más lógico es que no tarde nada en volver a ser uno de esos rivales que hacen sudar tinta al más pintado. Al Athletic, que quiere pensar a lo grande, con la máxima ambición, le toca por tanto esmerarse. En primer lugar, igualando o superando si es posible la batalla de la intensidad que plantean los rojillos. Y el segundo, acertando a demostrar donde más necesario es hacerlo –en el último tercio de campo– que tiene más calidad que su oponente.
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