Marcelino: «Es imposible que la afición esté más desilusionada que nosotros»

La euforia con la que la hinchada disfrutó en las primeras semanas de la era Marcelino (Supercopa, goleadas al Getafe y Cádiz) se vino abajo de un plumazo en el patético rendimiento de los rojiblancos en la que probablemente sea la derrota más dañina de la historia de la entidad por la forma en la que llegó. Para pasmo de todos, la única reacción de los jugadores al 1-0 de Oyarzabal fue sacar la bandera blanca y rendirse.

La hinchada sufrió un golpe devastador. Aún masca una derrota histórica. Al entrenador se le pidió que mandará un mensaje a los seguidores. «Supongo que la afición estará desilusionada. El único mensaje que le puedo enviar es que es imposible, y lo digo así, es imposible que esté más desilusionada que nosotros. Sobre todo por el enorme entusiasmo y, a la vez, que creo que fue nuestro problema, obligación y responsabilidad de ganar ese partido para ofrecérselo a nuestra afición. ¿Qué más puedo decirle? Solamente eso. Tenemos que hablar poco y trabajar unidos con máxima ilusión y recuperar las buenas sensaciones y ser competitivos», reflexionó.

Hay otra final a la vuelta de la esquina. La redención está al alcance de un triunfo ante el Barcelona, pero el Athletic antes debe recuperar sensaciones esta tarde ante el Alavés. Marcelino sabe que hay un duelo a pasar muy lentamente.

«Estoy dolido. No olvido lo que sucedió en la final, pero vencido nunca», advirtió. Y lanzó el gran lamento que le persigue, que los suyos no compitieron tras el 1-0. «En el fútbol si juegas a un alto nivel y no ganas... Pero desgraciadamente no dimos el nivel», lamenta mientras hace la larga digestión del disgusto.

El técnico busca en partidos como el de Anoeta y hoy ante el Alavés sensaciones que eleven la moral de su tropa y que permitan devolver a los suyos al buen camino.

«En Anoeta dimos un primer paso que obligatoriamente debíamos dar», dijo al valorar el empate del miércoles, en el que achacó el gol del empate realista a una «mala decisión» de Unai Simón «propiciada por un mal mensaje de un compañero», en referencia al «sale, sale, sale» que le dijo Unai Nuñez.

Marcelino se agarra a su plena confianza en su vestuario para salir adelante. «Fue muy duro, pero soy optimista porque estoy orgulloso de esta plantilla. Son buenos profesionales, buenos jugadores y sé de su capacidad», indicó. Tras el entrenamiento, los jugadores quedaron concentrados en un hotel bilbaíno, una práctica habitual desde que llegó en enero. Quiere curar las heridas en grupo.

Con la final ante el Barcelona a la vuelta de la esquina, Marcelino anunció novedades en el once de hoy. «Por la carga física y mental que han supuesto estos dos partidos ante la Real, tendremos que hacer cambios», advirtió. Eso sí, sólo cedió que uno de ellos significará la entrada de Asier Villalibre, el delantero con mejor promedio de goles por minuto pese a ser el que menos participa. «Le veo muy bien y va a jugar», garantizó.

A una distancia enorme de diez puntos de la última de las plazas europeas, el derbi sólo sirve al Athletic para demostrarse a sí mismo que es mejor equipo de lo que demostró en La Cartuja y reforzar su moral de cara a su tercera final.

A cambio, para el colista Alavés, el escenario de la final es San Mamés, un campo en el que está obligado a puntuar para poner fin a su caída hacia Segunda. Javi Calleja debuta en Bilbao como su tercer entrenador de la campaña. La gran incógnita es si jugará Lucas Pérez, purgado por Abelardo, quien le acusó de «faltarme al respeto a mí y a sus compañeros». Con el extécnico del Villarreal llega la rehabilitación del delantero. «Cuento con él. Está implicadísimo», dijo este viernes.