Cuando el Athletic hizo lo imposible
1-5-1983 ·
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1-5-1983 ·
Hoy se cumplen cuarenta años del histórico triunfo de los rojiblancos en Las Palmas que les dio el título de LigaLo consiguieron porque no sabían que era imposible. Cocteau nos ofreció muchos años antes el titular que resume lo que ocurrió aquel inolvidable 1 de mayo de 1983. Cuatro décadas después, los recuerdos se agolpan como si hubiera sido ayer, y las emociones vuelven a ... aflorar con alguna lagrimilla. Los que tuvimos el privilegio de vivir la hazaña en directo, no sabemos cómo agradecer tanta fortuna.
Aquella temporada 1982-83 había transcurrido entre la ilusión y la incredulidad. El joven Athletic de Clemente, que había hecho una segunda vuelta magnífica el año anterior, empezó bien el nuevo curso. Su primera derrota no llegaría hasta la quinta jornada en La Romareda. Pasaban las semanas y el equipo no solo se mantenía en el grupo de arriba en la tabla, sino que pisaba los talones del Real Madrid, que nunca se alejó en más de dos puntos. De hecho, ambos compartieron liderato varias jornadas, alguna vez con el Barcelona como tercero en discordia. Crecía la ilusión, pero permanecía en el recuerdo aquella temporada 1969-70, la del título perdido por una sucesión de errores propios y ajenos en las últimas jornadas.
El doloroso 5-1 en el Villamarín pareció confirmar aquellos negros presagios, pero en la jornada siguiente el Athletic alcanzó por fin el liderato ganando al Celta 4-0, coincidiendo con la derrota del Real Madrid en el Camp Nou por 2-1. El Athletic se presentó como líder en el Bernabéu siete días después, pero cayó 2-0. Solo quedaban tres partidos para acabar y los blancos cobraban el punto de ventaja con el que llegaron a la última jornada.
El viernes 29 de abril partió la expedición rojiblanca rumbo a Las Palmas, en tres aviones. A las seis de la tarde, en vuelo regular directo viajaban los quince convocados, el cuerpo técnico y los auxiliares, el presidente y los directivos de turno y un grupo de periodistas que no llegaba a la veintena. El resto de las plazas estaban ocupadas en su mayoría por aficionados rojiblancos. Un cuarto de hora más tarde lo hacían, vía Madrid, Guisasola, Tirapu y Manolo Delgado con sus respectivas esposas. Tenían el permiso del club para quedarse de vacaciones en las Canarias después del partido. Nadie pensaba entonces en un recibimiento. A las ocho de la tarde embarcaban en un vuelo chárter el resto de la plantilla, directivos, empleados del club y familiares.
No hubo grandes despedidas en Sondika, ni alardes tipográficos en los periódicos. En el ambiente flotaba la sensación de que era muy factible ganar en Las Palmas, pero era prácticamente imposible que el Real Madrid fallara en Valencia, donde le valía el empate.
El sábado se hizo eterno entre noticias y rumores sobre el estado del terreno de juego del Insular. Clemente organizó un entrenamiento a la misma hora del partido en las instalaciones de Barranco Seco, un lugar tan inhóspito como anuncia su nombre, en el que, sorprendentemente, el Athletic se encontró con un campo regado en exceso, todo lo contrario a lo que se decía que le esperaba al día siguiente. En realidad, aquello más que un entrenamiento fue una forma de entretener las largas horas de la tarde. Por la mañana, los leones se habían distraído con las entonces inevitables compras.
Había un ambiente de frustración anticipada y se sucedían los intentos de poner vendas antes de la herida que indefectiblemente se iba a abrir la tarde del domingo. «Vamos a acabar con dieciséis positivos y no vamos a ganar la Liga», se lamentaba José Mari Arrate, entonces directivo responsable de las relaciones con los medios, en la comida que reunió a directivos y periodistas horas antes del partido. Acertó en la primera parte y, felizmente se equivocó en la conclusión.
Corazones desbocados
Nervios, ansiedad, corazones desbocados, incertidumbre, tristeza, alegría… Unos dos mil seguidores, jugadores, técnicos, dirigentes y un puñado de periodistas apelotonados en un mínimo palco de prensa, vivimos en noventa minutos todo el abanico de sensaciones que puede experimentar un ser humano. Cuando a los tres minutos Miguel De Andrés despejó a la red de Zubizarreta un saque de falta de Pepe Juan, a la mente de todos acudieron los fantasmas de la Liga perdida de Ronnie Allen, del gol de Bettega en San Mamés, de los penaltis fallados contra el Betis… La maldición de rozar con los dedos la gloria inalcanzable volvía a hacerse presente.
El gol a favor impulsó el repliegue de los canarios, a los que les bastaba el empate, lo que facilitó la reacción de un Athletic agarrotado por la responsabilidad. Afortunadamente Sarabia solo tardó nueve minutos en marcar. Los dos equipos estaban atenazados por los nervios. Se estaban jugando nada menos que un título y un descenso. En esas circunstancias, la superioridad de los rojiblancos fue haciéndose más evidente a medida que pasaban los minutos, hasta que en el 40, Dani hizo el segundo aprovechando un fallo del portero. Prácticamente al mismo tiempo, Tendillo marcaba para el Valencia en Mestalla. Se empezaban a entreabrir la puertas del cielo.
El fútbol fue lo de menos en el segundo tiempo. El Athletic ya era una apisonadora que aplastaba a un rival consumido por sus propios errores. Una falta de entendimiento entre el portero y un defensa dejó el balón a los pies de Sarabia para marcar a puerta vacía a los doce minutos de la continuación y, como guiado por un metrónomo, Argote hacía el cuarto doce minutos después.
La Liga se jugaba en los transistores y un grito que se extendió como un trueno por el graderío, heló la sangre de los rojiblancos. ¡Gol del Madrid! Falsa alarma. A falta de un minuto para el final Urtubi se plantó solo ante Manolo para largar un zurdazo inapelable, brutal, que sonó como el puñetazo en la mesa que daba el Athletic para reclamar su título de campeón. Todavía hubo que contener el aliento unos instantes que se hicieron eternos para que terminara el partido de Valencia, para que el imposible acabara vencido por el Athletic una vez más.
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