Athletic 1-1 Granada
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Athletic 1-1 Granada
Un tropiezo inesperado que complica las cosasEl Athletic sufrió este viernes su segundo tropiezo consecutivo en la pelea por la Champions. Si el primero, ante el Villarreal, estuvo marcado por la polémica del penalti de Berchiche, el de ayer fue más difícil de digerir. Ante un equipo casi desahuciado, los rojiblancos ... firmaron un partido gris, con mucha más voluntad que acierto, sobre todo en el área contraria. Digamos que la suya fue una actuación del estilo de muchas de la pasada temporada en San Mamés. Básicamente, frustrante. Y si alguien representó la frustración fue Iñaki Williams, que marcó en propia puerta el 0-1, estuvo muy desacertado durante todo el encuentro y perdonó una ocasión clamorosa para ganar en el minuto 87.
Lo cierto es que la diferencia de rendimiento del mayor de los Williams entre los cuatro primeros meses de la temporada y los últimos cuatro está siendo de tamaño 'king size'. De deslumbrar y ser el futbolista más determinante a pasar desapercibido y encadenar errores. Decir que la culpa la tuvo su participación en la Copa de África puede ser exagerado, un lugar común, pero que aquella experiencia le ha sentado fatal es una obviedad. Y el equipo, que ha sabido sobrellevar ese bajón de su delantero, a veces lo nota, inevitablemente. Por ejemplo, en partidos como el de ayer, contra un Granada muy intenso, sólido en defensa y con ganas de competir en uno de los campos más difíciles del campeonato.
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Dejaron una buena imagen los nazaríes, pese a ser el peor visitante de la Liga según los datos. Obligados como estaban a ganar en San Mamés para mantenerse todavía con vida, o al menos conectados a la respiración asistida, salieron a jugar con ambición y hasta un cierto descaro. Como dijo Sandoval, hacer cualquier otra cosa era sinónimo de llevarse «un saco». Desde el principio quedó claro, por tanto, que iba a ser un choque de alternativas y espacios abiertos en el que el Athletic, a poco que se entonara, podía hacer mucho daño y divertir a su parroquia. Los rojiblancos, sin embargo, no consiguieron su propósito. Les faltó fluidez, se ofuscaron en sus acciones de ataque y, además, se encontraron con un gol rápido en contra. En el minuto 6, Gumbau sacó muy bien un córner e Iñaki Williams, desde el primer palo, peinó el balón ligeramente y se marcó en propia puerta. Comenzaba así su noche negra.
Los de Valverde tuvieron que ponerse manos a la obra en busca de la remontada. Su circulación no era buena. Galarreta no estaba del todo entonado y Unai Gómez volvió a estar espeso y sumido en un cierto descontrol. Ya le ha ocurrido otras veces cuando ha salido de titular. Es evidente que el bermeano tiene que coger poso. El caso es que, sin demasiadas ideas en el repertorio, los pupilos de Valverde se dedicaron a buscar a Nico Williams. Era, sin duda, la mejor solución. Cuando el pequeño de los dos hermanos está activo y con ganas de liarla hay que encomendarse a él. Muy pocos jugadores de la Liga tienen su poder destructivo. El fútbol puede ser a veces complicado. A algunos, de hecho, les gusta oscurecerlo hasta límites trigonométricos. Pero también puede ser muy sencillo, basado en reglas de una simpleza absoluta. La de «balones al bueno», por ejemplo.
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Javier Ortiz de Lazcano | Robert Basic
Javier Ortiz de Lazcano
Javier Ortiz de Lazcano
Tirando de Nico Williams, el Athletic consiguió activar también a Sancet y a Guruzeta, cuya actividad es constante. El Granada comenzó a sufrir. Aunque seguía intentando jugar con criterio y tenía en el polaco Jozwiak a un voluntario constante para todas las incursiones más allá de las líneas enemigas, el peligro se comenzó a mascar en la portería de Batalla. En el minuto 24, tras una jugada de Nico, Guruzeta aprovechó un palmeo del portero argentino para empalmar un derechazo desde cerca del área pequeña. Era su gol número 14. El empate, que se hizo esperar hasta que el VAR lo ratificó, parecía abrir el camino a la remontada. El propio delantero donostiarra estuvo a punto de adelantar a los suyos pasada la media hora, pero Miquel sacó el balón bajo palos. Fue una buena acción defensiva de los andaluces, que seguían compitiendo a un buen nivel y acabaron el largo tiempo añadido de la primera parte disponiendo de un contragolpe muy franco. Lo terminaron muy mal. Fueron perdiendo velocidad, como una vela va perdiendo la llama hasta apagarse, y Galarreta pudo llegar al despeje.
Al Athletic le quedaba toda una larga segunda mitad para hacer los deberes. Yeray salió en lugar de Paredes, que estaba amonestado, e intentó ayudar a la salida del juego con varias excursiones con la pelota. A los rojiblancos, sin embargo, se les fundían los plomos al acabar las jugadas. Nico Williams fue objeto de una doble vigilancia y su nivel decayó, algo que le sucedió también a Sancet, que sería sustituido. Berenguer salió en su lugar y Herrera, en el de Unai Gómez. Luego saldría Lekue en lugar de Berchiche, lesionado por una entrada muy fea de Méndez, y al final Raúl García por Guruzeta. Salvo la entrada de Herrera, que dio algo de lucidez, el resto de los cambios no cambiaron el decorado del partido. El Athletic, siempre voluntarioso, siguió acumulando llegadas y malos remates hasta llegar a la clamorosa ocasión fallida de Iñaki Williams en el minuto 87. Allí se apagó la luz.
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