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«Mira, aquí mismo es donde te levantamos en volandas. Llevabas la txapela puesta y reías feliz». El recuerdo de aquel momento de inmensa alegría está fresco en la memoria de Manolo Delgado (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 73 años). Nada más poner pie ... en la gabarra el preparador físico lleva a Javier Clemente (Barakaldo, 69 años) al sitio exacto donde algunos jugadores, el masajista Natxo Biritxinaga y él mismo le mantearon el 7 de mayo de 1984.Dos días antes el Athletic alzó la última de sus 24 Copas del Rey tras imponerse 1-0 al Barcelona en el Bernabéu. Hoy se celebran 35 años de aquella gesta. Clemente y Delgado suben de nuevo a la mítica embarcación, expuesta en el Museo Marítimo, para evocarla.
«Era un equipo de gran carácter, fuertísimo físicamente, muy implicado, con un nivel técnico altísimo y con jugadores que eran máquinas en el campo», resume Clemente. «Aquel equipo sería campeón hoy también. Para ganar títulos debes tener un gran equipo y un gran equipo debe funcionar muy bien para ser campeón. Entonces teníamos las dos cosas», remata.
El Athletic tuvo que hacer un esfuerzo terrible para llegar a aquella final. Se vio obligado a sortear a grandes rivales en medio de la lucha por su segunda Liga. Tras desembarazarse del Cartagena (de Segunda B) se encontró con la Real Sociedad (que había ganado las Ligas en 1980 y 1981), el Sporting (que cinco años antes estuvo cerca de ganar la Liga) y el Real Madrid.
Con el equipo de Di Stéfano se disputó una semifinal épica. «A Sarabia se le subieron las bolas dos o tres veces en San Mamés. El campo estaba pesadísimo. Era de los jugadores a los que quitaba cuando estaban muertos, pero aquel día le mantuve. Lo quería en la prórroga porque era el mejor en el uno contra uno».
Dos eliminatorias se resolvieron a penaltis, ante la Real en octavos y la disputada contra el conjunto blanco. «Elegí a los mejores golpeadores de balón. En el Athletic nunca he tenido un problema de 'yo no tiro un penalti'. En la selección española, sí me pasó lo de 'yo no tiro, yo no tiro'».
Seis días antes de la final, el Athletic ganó ante la Real Sociedad su octava y última Liga. Las celebraciones no eran la mejor forma de prepararse. Delgado se da cuenta de que es imposible trabajar. «Entrenábamos en Lezama y había centenares de personas cantando 'Athletic txapeldun'. Le dije a Clemente 'esto es adrenalina pura, vámonos a San Mamés a estar tranquilos'. Pero allí nos pasó lo mismo con los estudiantes de Ingenieros y los colegios», recuerda. La fiesta perseguía al Athletic.
«El domingo tras ganar la Liga, cachondeo. El lunes, comida y cachondeo. El martes, comida y cachondeo. El miércoles, comida y cachondeo. El jueves convoqué una reunión. Les dije 'chavales vamos a ganar la Copa y luego nos divertimos'», resume Clemente. El equipo viajó esa tarde a Madrid y quedó concentrado.
Clemente y Delgado no necesitaban encontrar argumentos para motivar a sus jugadores. Era una final de Copa once años después y ante el Barcelona, un equipo con el que saltaban chispas después de las lesiones de Schuster y Maradona. Los rojiblancos y, sobre todo, Goikoetxea se convirtieron en los enemigos públicos número uno de los azulgranas.
«El día de la lesión de Maradona (en septiembre de esa temporada) al salir del Camp Nou apedrearon el autobús. Al llegar al hotel nos esperaban 200 'boixos' (radicales del Barça) en la recepción. 'Chicos, cuidado, pero a tope', les dije. Rocky, Goiko y De Andrés encabezaron el grupo. Ellos se fueron abriendo y por suerte pasamos sin incidentes. Ésa era la raza de ese equipo, que íbamos todos a una», dice Clemente.
La final empezó a jugarse en La Castellana. «Íbamos hacia el campo con el himno a tope en el bus. Fuera, miles de hinchas del Athletic nos animaban con sus cánticos. Gritaban tan fuerte que dentro del bus no se oía ni el himno», evoca Delgado.
Lo que ocurrió poco antes del partido se convirtió en uno de los grandes recuerdos. El equipo calentaba en el vestuario. La tensión se cortaba. Natxo Biritxinaga, de repente, se colocó en mitad del equipo disfrazado de Eva Nasarre, con un maillot de gimnasia, cinta en el pelo y labios pintados. «No era la primera vez. Lo hacía para liberar de tensión a los jugadores. Otra vez se disfrazó de El Libro Gordo de Petete».
Hubo dos sorpresas en la alineación, Patxi Salinas en el centro del campo y Endika como delantero centro. «Buscaba un ritmo altísimo, pero si me sale mal me hubieran caído palos».En el otro lado, estaban Schuster y Maradona. «Para nosotros fue una buena noticia. Menotti se equivocó al hacerles jugar de salida. Venían de lesiones. No pudieron seguir el ritmo que montamos. No se iban de los nuestros ni de coña», rememora Clemente.
«Argote puso su centro más célebre con su pierna mala, la derecha», añade Delgado. Endika marcó en el minuto 14.Fue el momento decisivo. Clemente bromea. «Hizo un control que no había hecho ni cuando estaba solo». La leyenda copera crecía. «Volví a ver el partido hace unos meses. El Barça nos atacó, pero Zubizarreta no tuvo grandes intervenciones».
La final es recordada por lo que sucedió nada más acabar. Maradona agredió a Txato Núñez y noqueó a Sola, que quedó unos minutos inconsciente. Un llamamiento a la batalla campal. «Los del Barcelona fueron a defender a Maradona y los nuestros a sus compañeros. El que empezó el lío fue Maradona. Tenía una gran rabieta por perder. Se iba de España (al Nápoles) sin ganar nada y no lo admitió».
Aquel Barcelona de chaqueta metálica con Migueli, Alexanko, Sánchez, Julio Alberto y Víctor era un hueso duro de roer para los rojiblancos. Los catalanes ganaron los dos partidos de Liga, 4-0 y 1-2. «Estaban convencidos de que eran mucho mejores que nosotros y que nos iban a ganar. Eso hizo mayor su frustración porque no sucedió nada que justificara aquello. Fue disputada y dura, pero limpia», zanja Clemente.
La gabarra sólo salió dos años, pero está en el centro de la historia del Athletic. «Al día siguiente de la final nos detuvimos en el hotel Landa (Burgos) a comer. Luego se hizo el recibimiento en la Diputación y la gabarra fue el lunes. Las crónicas de aquellos años dicen que asistieron más de un millón de personas, una cifra superior al año anterior. «Sabíamos que iba a haber más gente porque los que se lo habían perdido no querían quedarse sin la experiencia. Nos sentíamos en la gloria», dice Delgado antes de bajarse junto a Clemente de una gabarra que sigue a la espera para celebrar otro título.
Cartagena, 0-Athletic, 3. Julio Salinas, Argote y Patxi Salinas.
Athletic, 2-Cartagena, 0. Julio Salinas y Sola.
Real Sociedad, 1-Athletic, 1. Zelayeta (m.49) y Sarabia (m.60). No valía el gol doble fuera. 3-4 a penaltis.
Real Madrid, 0-Athletic, 1. Urtubi (penalti, 23).
Athletic, 0- Real Madrid, 1. Pineda (m.43). 4-3 a penaltis.
Athletic
Zubizarreta;Urkiaga,Liceranzu, Goikoetxea, Núñez; Patxi Salinas, De Andrés,Urtubi; Dani, Endika (Sarabia, m.61) y Argote (Gallego, m.87).
1
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0
Barcelona
Urruti; Sánchez, Migueli, Alexanko,Julio Alberto; Víctor,Schuster, Rojo (Clos. m.63); Marcos, Maradona y Carrasco.
Gol: 1-0. M. 14. Endika.
Árbitro: Franco Martínez. 7 amarillas.
Incidencias: 95.000 espectadores.
Zubizarreta. «Grandísimo portero. Sobrio, tipo Iribar, que hace tiempo no tenemos».
Urkiaga. «Era la chispa, la fortaleza. Su entrega y ambición le hacían muy importante».
Liceranzu. «El mejor marcador. Un gran juego aéreo y velocidad en el uno a uno».
Goikoetxea. «Muy buena visión de juego y un excelente desplazamiento de pelota».
Núñez. «Gran velocidad y compromiso. Muy metido siempre en su trabajo».
Urtubi. «La calidad de su zurda era tremenda. Se entendía muy bien con Argote».
Patxi Salinas. «Tenía mucha personalidad. La edad no le influía. Parecía un veterano».
De Andrés. «El mejor pivote que yo he conocido en el Athletic. Hoy se lo rifarían en Europa».
Dani. «El mejor goleador. Listo y muy profesional. Jugaba incluso lesionado».
Endika. «Me gustaba por su velocidad. Le venía bien al equipo y hacía daño al rival».
Argote. «Su zurda era un guante. Muy modesto. Era mejor de lo que él se creía».
Sarabia (m.61). «Técnicamente, el mejor. Físicamente, bajaba. Su carácter le hizo equivocarse».
Gallego (m.87). «De los más débiles físicamente, pero con un gran nivel de entrega y sacrificio».
Javier Clemente lo tiene claro. Prefiere a Rafa Alkorta y Gaizka Garitano como director deportivo y entrenador que a José María Amorrortu y Eduardo Berizzo. «¿Volver a la gabarra? Es factible un Athletic de nuevo campeón, pero hay que hacer muchas cosas bien y diferentes a los últimos 15 años.Si no se cambia, es imposible. Alkorta no va a copiar el fútbol de peloteo de Amorrortu. El estilo del Athletic debe ser diferente. Aquí se fue a un modelo de peloteros porque lo hacía todo el mundo y se imitaba sin pensar. El Athletic no puede hacer lo que hacen todos los demás porque está perdido», reflexiona Clemente. Tampoco le gustaba el modelo Berizzo. «El riesgo de bajar de categoría era importante», mantiene.
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