Recibimos en San Mamés al Chivas de Guadalajara, abanderado del fútbol mexicano y compañero de filosofía deportiva del Athletic. Inmejorable resulta el momento para recordar lo que un puñado de grandes jugadores vascos, en su mayoría procedentes del club rojiblanco, protagonizaron en el país centroamericano.
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Además, el reciente y más que oportuno libro de Joseba Gotzon Varela 'Los Gudaris del Balón', nos vuelve a traer unos antecedentes históricos y unas vivencias que sirven para contextualizar, además del origen y trayectoria de nuestro fútbol, la concreta relación entre el fútbol vasco y el mexicano, que no sólo comparten tricolor sino un pasado digno de rememorarse.
Fue un 3 de noviembre de 1937 cuando, después de su exitosa gira por Europa, la Selección de Euzkadi, auspiciada por el lehendakari Agirre, arribó a México. Antes de tomar tierra en Veracruz la prensa local ya hablaba de «uno de los mejores equipos del mundo», siendo su llegada (decía el periódico La Afición) «un acontecimiento que no tiene precedente en la historia del fútbol mexicano». Las expectativas fueron ampliamente colmadas. Los Lángara, Luis Regueiro, Iraragorri, Zubieta, Blasco o Muguerza demostraron su condición de auténticos astros del fútbol de la época, confirmando su papel estelar en el Athletic, absoluto dominador entonces de la liga española, o en la propia selección hispana, llena de jugadores vascos.
En plena Guerra Civil, de tournée internacional ya la escuadra vasca, se había formado la nueva Federación Española de Fútbol, con sede en San Sebastián, creada por golpistas y militares sublevados, como alternativa a la legal Federación con sede en Barcelona, y los franquistas presionaban a la FIFA, en contra de la posición de la simultánea representación republicana, para que el equipo vasco no continuara su recorrido. Sin embargo, el organismo internacional permitió los partidos europeos de la Selección de Euzkadi contra organizaciones afiliadas a la FIFA, como también los iniciales encuentros programados en México, donde el combinado vasco se afilió a su Federación para legalizar su situación. Aunque resulta de sumo interés profundizar en esa histórica relación de la selección vasca con la FIFA, lo dejaremos para próxima ocasión y nos ceñiremos a la presencia en tierras charras que hoy nos ocupa.
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La estancia inicial de tres meses del Euzkadi en el país azteca supuso un éxito total, con la exquisita acogida dispensada por las autoridades políticas y deportivas, el eco de los medios y el gran interés de la afición por ver jugar al team vasco, correspondido por éste con un fútbol espectacular y un comportamiento humano ejemplar.
Tras esa primera etapa mexicana, la selección giraría por Cuba, Chile y Argentina (aquí se hizo presente la obstaculización de la ya triunfante federación franquista) y volvería a México el 3 de agosto de 1938, el país más hospitalario con la expedición vasca. Hasta el punto de acabar integrándose en la Liga Mayor de México DF, compatibilizando sus partidos en la temporada 1938-39, de gran trascendencia económica y deportiva (obtuvo el subcampeonato), con otros benéficos, lo que le seguiría granjeando la idolatría del pueblo mexicano. Para formalizar su inclusión en la liga capitalina el equipo adoptaría la denominación ocasional de Club Deportivo Euzkadi, si bien hasta su disolución en agosto de 1939 siguió considerándose por propios y ajenos como la Selección Vasca.
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Aunque algunos de sus componentes regresarían a la España de Franco, ha de resaltarse la fidelidad general al grupo, pese a las ofertas sustanciosas de clubes europeos a sus estrellas. Con el final de la guerra española acabó la aventura de aquel gran seleccionado vasco, y algunos de sus integrantes jugarían en clubes argentinos, finalizando la mayoría sus carreras deportivas en el propio México, donde rehicieron su vida y formaron familias vasco-mexicanas.
Al respecto de lo que supuso aquel plantel de jugadores vascos para el fútbol de México, el periodista de la época Antonio Andere lo calificó de «gran paso en el camino de construcción del balompié azteca», y detonante, puede añadirse, de su definitiva profesionalización en 1943.
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Siendo cierto que el fútbol mexicano debe al vasco mucho de su inicial despegue, también lo es que los gigantes que lo posibilitaron encontraron en aquel país una segunda casa en tiempos difíciles. 85 años después, qué mejor manera de revivir ese vínculo social y deportivo vasco-mexicano que un encuentro con el entrañable Chivas. En juego, a doble vuelta, el Trofeo Árbol de Gernika, símbolo de libertades. Nada menos.
El Chivas ya se encuentra en Bilbao para disputar el primer asalto del Trofeo Árbol de Gernika, mañana (19.00) en San Mamés. La escuadra mexicana aterrizó ayer procedente de Madrid y entrenó por la tarde en Lezama.
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