Los 8 apellidos vascos de Aguirre

Su padre, Basilio Agirre, se desplazó a trabajar a México porque su cuñado Luis ya estaba asentado allí. Estuvo empleado en una fábrica de harinas y crió ganado en la localidad de Cuernavaca antes de volver para casarse con Mari Carmen Onaindia. Contrajeron matrimonio en 1952 en la iglesia de Nabarniz, para volver a cruzar el charco en busca de una vida mejor y se asentaron en México DF.

Javier nació en la capital azteca hace 65 años. Antes ya lo habían hecho sus hermanos Jon, Andoni y Karmele, y posteriormente llegó Aitor. Creció en la colonia Lindavista, donde, como el propio entrenador ha recordado, aprendió a jugar al fútbol en la calle poniendo «tu suéter de portería y sorteando coches. Eso lo llevas para toda la vida». Sus primos Jon, Mikel e Idoia Onaindia, que también nacieron allí y en la actualidad residen en Gernika, compartieron colegio con él en la urbanización y recuerdan «que siempre tuvo mucha afición de pequeño». «Su hermano Aitor también, pero se lesionó la rodilla. Javier siempre ha mantenido medio en broma que él era el peor de los hermanos y salió futbolista», confiesa.

A pesar de la distancia, el técnico ha tratado de mantener los vínculos con la extensa familia que tiene en Bizkaia. En la actualidad solo queda con vida en la villa foral su tía Piedad, de 97 años; el resto son de la siguiente generación. Siempre ha tenido muy presente sus orígenes y el mejor ejemplo de ello es que puso a sus hijos los nombres de Iker, Ander e Iñaki, «y eso quiere decir mucho», apuntan sus allegados.

Aunque desde pequeño en su casa siempre escuchó hablar en euskera, hoy en día tan solo chapurrea algunas palabras. Y es que con el tiempo hay cosas que no se pueden mantener. Más en un profesional que se casó pronto y ha tenido una vida bastante nómada. Jugó en seis equipos distintos. Disputó el Mundial de 1986 con México y ha sido entrenador de nueve clubes y tres selecciones tan dispares como la azteca, Japón y Egipto.

De hecho, fue cuando jugó en Los Ángeles Aztecs, en Estados Unidos, cuando recibió la inesperada visita de su primo Javier Onaindia, que por entonces era puntista del cuadro del frontón de Tampa, y su mujer Begoña porque habían visto en el periódico que llegaba el equipo. «Llamamos al hotel y contactamos con él. Es una bellísima persona, estuvo en nuestra casa, preguntó por la familia...», recuerda Begoña.

En 1985 aprovechó su viaje de novios para conocer el caserío Aldeko Bekoa, desde donde partió su padre, y a sus allegados. Fue la primera vez que recuerdan que estuvo en Ispaster. Aunque no fue la última. Durante su segunda estancia en Osasuna, ya como entrenador, también regresó a la pequeña localidad costera, e incluso sus primos de Gernika le convencieron para que se acercara a la feria del Último Lunes de Octubre en una edición que cayó en puente y pudo compaginarlo. «Estábamos cenando en un restaurante y se montó una buena porque todo el mundo quería sacarse fotos con él», apunta Idoia.

El hijo de su hermano Mikel se hizo de Osasuna cuando Javier le regaló una camiseta y un llavero del club. «Su círculo familiar es lo más importante en su vida. Su mujer y sus hijos. Es cierto que vive mucho el fútbol, pero cuando acaba su trabajo desconecta para estar con ellos», subraya Jon. «Por lo demás es tal y como aparece en la televisión. Una persona natural, muy inteligente, divertido y espontáneo», añade Mikel. Y el mejor ejemplo lo recuerdan sus familiares de Ispaster cuando en las navidades de 2008 apareció el representante de Javier sin avisar en su casa. Estaba pasando unos días en Natxitua, en el cercano municipio de Ea, «y el técnico le dijo que se acercara a visitarles. '¿Y cómo voy a encontrarles?, le preguntó. 'Tu pregunta por la casa que tiene el balcón mas largo', le respondió», recuerda María José.

Aunque sus compromisos laborales no le han permitido los últimos años acudir a Bizkaia, la comunicación con una parte de su familia sigue muy abierta. Bien mediante las redes sociales o incluso con visitas puntuales que ellos le realizan a donde juega el equipo que entrena. Siempre tiene un hueco para recibirles «y la mayor parte de las conversaciones se centran en cómo están sus allegados», señalan. El sábado, alguno de sus primos tienen previsto desplazarse a Sevilla a ver la final, incluso sin entrada, y tratarán de estar con él antes del partido, aunque son conscientes de que será complicado.

De cara a la final, en su familia hay de todo. Desde los que tienen el corazón partido porque quieren que triunfe el Athletic pero su primo está como técnico del Mallorca, y se decantan por un «que gane el mejor», a los que son aficionados rojiblancos y consideran que es una circunstancia laboral que esta vez su familiar sea el que dirija a los bermellones. De hecho, el técnico ya ha recibido algún mensaje de Whatsapp como 'Órale, guey, yo ya sé que ganas todos los partidos menos los del Athletic', con la consiguiente respuesta de Javier Aguirre: 'Eres un cabroncete'.