![Aduriz: 16 años y 165 goles](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201809/11/media/cortadas/athletic-kkvE-U608821509566kD-624x385@El%20Correo.jpg)
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ROBERT BASIC
Martes, 11 de septiembre 2018, 02:12
Aritz Aduriz comenta con naturalidad que lo normal a su edad sería estar de vacaciones o en el salón de su casa y no en un terreno de juego rodeado de tipos duros con miradas afiladas, de esas que cortan el aire y la respiración y retan a este hombre curtido en cientos de batallas, lleno de cicatrices en la memoria y el cuerpo. La mala noticia para ellos, los rivales, es que él conserva intacta la pasión que le ha convertido en lo que es y que le empuja a seguir en tierra minada, donde desactivarle es una misión casi imposible. «Es solo un número», responde encogiéndose de hombros cada vez que se le recuerdan sus 37 años, aunque resulta evidente que está en la recta final de su carrera. En cualquier caso, será el delantero quien decida cuándo pondrá el punto final a la historia que empezó a escribir en un día como hoy hace 16 años.
Aquel 11 de septiembre de 2002, a eso de las nueve y media de la noche en Basarte, el delantero debutó con la camiseta del Athletic en un partido de Copa contra el Amurrio y lo hizo además como titular. En el banquillo, Jupp Heynckes. A partir de ahí, y con el alemán de testigo, comenzó una aventura que acabó por transformar a un chaval de carácter volcánico e imprevisible en uno de los mejores goleadores de la historia del club bilbaíno. 165 dianas después, el '20' sigue disparando con balas de verdad.
Aduriz tenía 21 años cuando formó junto a gente como Julen Guerrero, Ismael Urzaiz, Santi Ezquerro. Jamás le ha impresionado el envoltorio, dejaba que lo hiciera el fútbol, los rivales, que le permitían hacerse cada vez más grande, imponente. Los que le conocen y han compartido vestuario con él destacan sobre todo su «profesionalidad» y el hambre que le empujaba a morder hasta quedarse sin dientes, el gen ganador y competitivo que más de una vez le hizo estallar en el terreno de juego y dejar al equipo con diez, mutilado. Aduriz es así, intenso e incontrolable, una fuerza de la naturaleza que en ocasiones golpea con excesiva dureza los muros que pretenden contenerle. No sabe rodearlos, los tira abajo y pasa por encima de los escombros. Y así durante los últimos 16 años, de los que 11 ha servido al Athletic. Le hubiera gustado que fueran todos, pero el fútbol le sacó de la que siempre ha considerado su casa para regresar después aún más fuerte y letal.
El donostiarra tuvo que salir varias veces para ganarse la vuelta con goles. Ahora mismo contabiliza 165 y figura en la octava posición de los máximos artilleros en la historia del club. Está a cuatro de una leyenda como Panizo, a cinco de Eneko Arieta y a 14 de José Iraragorri; los demás son inalcanzables. Y eso que explotó tarde como un verdadero 'killer', con 31 años, cuando regresó por última vez a su casa. En 2012. Desde entonces lleva talladas 142 muescas en su culata de pistolero rojiblanco, una cifra mareante que dibuja el perfil de un jugador en permanente luna de miel con el gol. Está casado con él y es la luz que guía al Athletic en tiempos de tormenta.
Con motivo del día de su debut, EL CORREO ha querido hablar con algunos de los futbolistas que asistieron a su estreno en aquella tarde del 11 de septiembre de 2002. Ismael Urzaiz, Aitor Larrazabal, Mari Lacruz, Oskar Vales e Iñaki Lafuente dibujan el retrato robot de un deportista enamorado de su profesión, visceral y volcánico, empeñado en desafiar el paso del tiempo y pieza fundamental en un Athletic que no se entendería sin él en los últimos años. «Valiente, duro, genial, profesional, poderoso, goleador, dominador de todos los recursos...». Son palabras que vertebran el discurso de estos cinco exrojiblancos, testigos de una época. Aduriz, mientras tanto, sigue trabajando en Lezama. Viene el Madrid. Miradas afiladas.
Ismael Urzaiz (Delantero del Athletic 1996-2007)
Ismael Urzaiz recuerda perfectamente el día del debut de Aritz Aduriz en Amurrio. «Porque salí del banquillo y marqué», evoca divertido el hombre que intuía que aquel chaval podría llegar a ser su sucesor algún día. «Cuando estaba en el filial entrenaba con nosotros y Heynckes. Tenía mucho potencial, era valiente y remataba muy fuerte», describe el hombre que jugó 419 partidos con la camiseta del Athletic y marcó 129 goles. Adivinaba en el donostiarra unas cualidades especiales que, entre idas y venidas, siempre estaban al servicio del equipo. «Todo jugador necesita un proceso de maduración y el año que se marchó al Valladolid dio un salto importante que le permitió regresar. Pero el fútbol es una montaña rusa en la que subes y bajas y Aritz volvió a salir. Sus mejores temporadas –subraya– han sido las últimas».
Preguntado qué diferencias encuentra entre su juego y el del guipuzcoano, el navarro sonríe y trata el tema con delicadeza. «Él es mejor en algunas cosas y yo en otras. Pero lo importante es que Aritz y yo aglutinábamos unos condicionantes para que el fútbol tradicional del Athletic fuera más potente. Por eso hemos estado tantos años», remata. Y después de Aduriz, ¿qué? «Es la pregunta de siempre. Es un puesto delicado y el vacío que se avecina es grande, pero siempre sale alguien. Todo el mundo ha ocupado el sitio de alguien y hasta lo ha mejorado. Tengo confianza en que saldrá gente. Lo ideas sería que fueran dos o tres», remata.
Aitor Larrazabal (Defensa del Athletic 1990-2004)
Aitor Larrazabal jugó los 90 minutos junto a Aduriz aquel 11 de septiembre de 2002 en Amurrio, pero lo que le marcó al exdefensa rojiblanco no fue el debut del donostiarra, algo que se daba por hecho y que iba a llegar tarde o temprano, sino el carácter que exhibió en un amistoso un mes antes en la pretemporada realizada en Inglaterra. «Fue expulsado en un partido por soltar un codazo en un salto y en aquel momento me dije: 'Va a ser jugador del Athletic; tiene que serlo'».
Evidentemente, el ahora entrenador del Barakaldo no justifica ni mucho menos aquella acción en el choque ante el Leicester –acabó con el empate a uno–, sino que recurre a ella con el objetivo de poner de manifiesto el fuerte carácter de un futbolista que no se amilanaba ante nadie ni se dejaba intimidar, ni siquiera en su etapa inicial como profesional. «No lo digo por lo que hizo –en referencia a la roja directa–, sino porque veía que tenía futuro como delantero centro del Athletic». Larrazabal además lamenta que el donostiarra tuviera que salir rumbo a Mallorca. «No entendí su salida. Podían haber tenido minutos tanto él como Fernando Llorente. Me dio pena que no jugaran juntos», confiesa el hombre que vistió la camiseta rojiblanca durante 14 temporadas y en un total de 445 encuentros.
Mari Lacruz (Defensa del Athletic 1997-2006)
«Poderío». Es la primera palabra que se le viene a la cabeza a Mari Lacruz cuando se le pide que defina a Aritz Aduriz. «Le veo saltar y está ahí arriba tres segundos haciendo lo que quiere. Eso no lo consigue nadie», subraya el navarro, quien compartió los 90 minutos con el donostiarra el día de su debut. No le sorprende que su explosión llegara más tarde, superada la treintena. «Ha ido madurando. Siempre lo ha tenido (el gol), pero muchas veces cuando eres joven no dominas los tiempos y necesitas esa pausa que te vuelva más certero. Todo eso le vino a 'Adu' más tarde. Siempre ha sido muy voluntarioso y un ejemplo a seguir en este sentido».
Lacruz afirma que le vio venir, que enseguida olió las cualidades de un muchacho ambicioso y potente. «La gente de nivel la detectas. Lo que ocurre es que en aquel momento tenía por delante a jugadorazos como Urzaiz, Joseba (Etxeberria), Ezquerro. Fue un freno y por eso tardó», apunta en referencia a su estallido anotador. Eso sí, el carácter ha permanecido invariable, fuerte y volcánico. «Era muy pasional y poderoso en el campo. Cuando juntas estas dos cualidades... bufff. Yo le veía y decía: 'Este viene bueno'. No era fácil defenderle. A muchos delanteros no les ganabas en calidad, pero sí en personalidad. ¡Pero con Aduriz ni eso! Cuando tocaba enfrentarte con él pensabas: 'Hoy me espera una tarde dura'».
Oskar Vales (Defensa del Athletic en diez campañas)
Oskar Vales hace memoria para recordar aquel 11 de septiembre de 2002. Confiesa que las imágenes son borrosas, también los 68 minutos que pasó en el campo junto al delantero donostiarra, pero la figura de Aritz Aduriz la tiene bien definida y analizada en su cabeza. «Es un profesional que se cuida muchísimo y al que le gusta lo que hace». Solo así se explica su longevidad en el terreno de juego, donde no importa el DNI y sí la calidad y el trabajo. «No es nada fácil lo que está haciendo. El fútbol va muy rápido y hay que estar preparado a nivel físico y mental, y en este sentido Aritz es un superdotado».
Admite que hace 16 años no transmitía lo que realmente podía llegar a ser y lo enmarca en el proceso de construcción de un futbolista. «Cuando empezó no pensó que aguantaría lo que ha aguantado ni que llegaría donde ha llegado. Pero poco a poco la gente empieza a creer en ti y tú mismo lo haces también, y es entonces cuando comienzas a sentirte fuerte», explica Vales, quien se rinde a la calidad y la carrera del donostiarra. «Es inteligente y listo, un incordio para los defensas. Aprovecha sus virtudes y pelea situaciones positivas para él y el equipo. Además, ha sido internacional absoluto y es un grandísimo jugador, uno de los más importantes del fútbol español». ¿Ve próxima su retirada? «Eso solo lo sabe Aduriz. Con tanto esfuerzo y edad empiezas a pagar peajes que son lógicos. Aun así, ojalá nos dé muchos más partidos en el Athletic».
Iñaki Lafuente (Portero del Athletic en nueve campañas)
«Aduriz es un gran profesional y tiene detrás una historia de superación. Se ha visto obligado a recorrer un camino complicado y es la viva demostración de que no siempre se consigue lo que se quiere por la vía más recta. Ha tenido que acreditar que está capacitado para ser jugador del Athletic». Iñaki Lafuente habla con cierta admiración del donostiarra, a quien vio debutar en Basarte desde el banquillo y tres días después jugaron juntos unos minutos en la Liga contra el Barcelona. Vio enseguida a un hombre que destilaba ambición y hambre y que jamás retrocedía ante nada ni nadie. «Es un jugador que no da un balón por perdido. Entra en cada disputa con todo y eso hace que salten chispas, pero hay nobleza en todo lo que hace», precisa el de Retuerto, quien observa encantado el gran rendimiento que ha dado Aduriz a los rojiblancos. «Es un delantero que domina todos los recursos y nunca se anda por las ramas».
Se congratula de verle entre los mejores a sus 37 años y afirma que es una pesadilla para los defensas y los guardametas. «Te exige muchísimo en el cuerpo a cuerpo y en carrera, te desgasta y te hace sudar de lo lindo. Cuando toca enfrentarte con él, los defensas saben que van a tener una pelea titánica. Y si la batalla va por el aire... te entra el tembleque», resume el ahora preparador de los guardametas del Barakaldo.
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