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No hubo milagros en el Santiago Bernabéu y tampoco en El Sadar. El Athletic llegó a la última jornada sin los deberes hechos, con demasiados errores grapados en su hoja de servicios, y lo pagó con otro año de invisibilidad en Europa. Por primera vez ... en sus 125 años de historia, los rojiblancos encadenarán seis campañas fuera de las competiciones continentales. Queda por ver si la UEFA sancionará al Barcelona por el 'caso Negreira', pero los bilbaínos no se han ganado en el campo el derecho de comparecer en el escaparate internacional, el gran objetivo institucional y deportivo asumido al inicio del curso. Excesivamente irregulares, con una trayectoria descendente, débiles en San Mamés, huérfanos de goles en los momentos de la verdad y castigados por las lesiones, los bilbaínos empataron con el Real Madrid y Osasuna superó al Girona. Serán los navarros los que compitan en la Conference League.
Todo empezó de maravilla. Con un calendario más sencillo que el mecanismo de un boli BIC, el Athletic sacó chispas de un tramo de calendario amable en el que jugó cinco de los siete primeros partidos en San Mamés. Después de las ocho jornadas iniciales, el equipo viajaba en la parte noble de la clasificación y las sensaciones eran inmejorables. Con 17 puntos de los 24 posibles, los hombres de Ernesto Valverde iban terceros, acomodados en la zona Champions. Llevaban 17 goles a favor y solo cinco en contra, con los únicos tropiezos consistentes en el empate frente al Mallorca y la derrota contra el Espanyol en San Mamés. Era un síntoma que nadie supo detectar a tiempo y que luego se convirtió en una enfermedad, la de un conjunto extremadamente débil como local.
Porque si hay algo que ha penalizado sobremanera al Athletic ha sido su fragilidad en La Catedral. Tenía que ser su fortaleza, su refugio en la tormenta y granero de puntos, que sin embargo ha sido saqueado una y otra vez por rivales potentes y también netamente inferiores. Los rojiblancos han perdido la friolera de ocho encuentros en su estadio -Espanyol, Atlético, Real Madrid, Girona, Barcelona, Sevilla, Betis y Elche- y empatado tres -Mallorca, Osasuna y Getafe-, lo que les ha convertido en uno de los peores anfitriones de la Liga. Solo han sumado 27 puntos de los 57 posibles, menos de la mitad, un lastre que ha penalizado su trayectoria en el campeonato de la regularidad. Un rendimiento aseado en San Mamés hubiese proporcionado munición suficiente como para haber llegado desahogados a la 'final' de ayer en el Santiago Bernabéu, donde los bilbaínos dijeron adiós a la Conference League.
La Liga de los rojiblancos ha ido dibujando una clara curva descendente, cuyo comportamiento negativo se acentuó después del parón mundialista. El Athletic llegó al paréntesis de Qatar acomodado en una nube, subido al cuarto cajón del campeonato. El himno de la Champions sonaba de fondo, tímido pero audible, y los de Txingurri se fueron a descansar con la convicción de que lo mejor estaba por llegar. Era una buena oportunidad de recuperar a gente tan importante como Ander Herrera e Iñigo Martínez, entre otros, cuyos problemas físicos les han impedido competir en condiciones y con regularidad. También de cargar las pilas, trabajar con tranquilidad y regresar repletos de energía para poner en aprietos a clubes que habían enviado a muchos futbolistas a la Copa del Mundo y que batallaban en los diferentes frentes europeos. Todo salió al revés y empezó la caída.
El regreso de la Liga trajo malas noticias para los hombres de Valverde, quienes encadenaron cinco partidos sin ganar -tres derrotas y dos empates ante Betis, Osasuna, Real Sociedad, Real Madrid y Celta-. Fue la primera descarga eléctrica fuerte que recorrió la estructura bilbaína, cada vez menos estable y falta de apoyos. Reaccionó el equipo con dos triunfos balsámicos ante Cádiz y Valencia, que hasta ayer seguían peleando por la supervivencia, pero luego volvió al terreno de las sombras con otro tramo de cuatro choques sin vencer. Estaba fuera de Europa, noveno, aunque se puso de pie y respondió sumando 13 puntos de los 15 posibles. Una inyección de adrenalina directa al corazón que disparó el apetito y el hambre continental. El quinto clasificado estaba a a un tiro de piedra, con ocho jornadas por disputarse. Y entonces el Athletic saltó por los aires. Acabó por recoger sus pedazos en el Bernabéu.
Con sus futbolistas referencia rindiendo muy por debajo de su nivel, a excepción de Iñaki Williams y Unai Simón, los rojiblancos se estrellaron contra su impericia, mala suerte, falta de gol y lesiones. Se quedaron sin Iñigo y Yeray, sus dos centrales titulares, Dani García, Ander Herrera y hasta Nico Williams por gripe en el tramo decisivo. Las rotaciones de Valverde tampoco ayudaron y el equipo iba perdiendo piezas por el camino. Antes de pisar el Bernabéu, donde la afición despedía a Benzema, Asensio, Hazard y Mariano, los bilbaínos habían ganado solo un partido de los últimos siete. Ya son uno de ocho, es decir, apenas cinco puntos de los 24 posibles.
El Athletic mereció más ante un Madrid que jugó con un sombrero de paja, chancletas y una toalla de playa, pero volvió a fallar en el área. Es la cruz con la que ha cargado todo el año, demasiado pesada como para arrastrarla hasta el suelo europeo. El gran objetivo institucional y deportivo ha quedado sin cumplir.
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