Alavés 1-1 Athletic
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Alavés 1-1 Athletic
El Athletic paga su desgaste en MendizorrozaEra el cuarto partido del Athletic en once días tras los disputados ante el Real Madrid, el Villarreal y el Fenerbahçe, y bien que se notó. Fue algo parecido a lo que se vio hace cinco semanas en el José Zorrilla. Por el perfil bajo ... y sin burbujas de los rojiblancos, queremos decir. Espesos y sin filo como muy pocas veces esta temporada, no pudieron pasar del empate ante un Alavés peleón que vivió del trabajo ímprobo de Kike García jugando de espaldas y de un gol afortunado de Jordán en el minuto 67 aprovechando un mal rechace de Unai Simón. Se puede hablar de un empate justo, lo cual no significa que no fuera una decepción para el equipo de Ernesto Valverde. Y es que, durante gran parte del partido, su victoria, que hubiera sido la séptima consecutiva, pareció cosa hecha. Decir un trámite puede resultar exagerado, pero casi.
Alavés
Sivera; Tenaglia, Abqar, Mouriño, Diarra; Blanco (Guevara, m.73), Jordán, Carlos Vicente, Guridi, Carlos Martín (Stoichkov, m.61); y Kike García.
1
-
1
Athletic
Simón; De Marcos, Vivián, Paredes; Adama (Yuri, m.46); Galarreta (Vesga, m.78), Jauregizar; Iñaki, Unai (Sancet, m.60), Nico (Djaló, m.78); y Berenguer (Guruzeta, m.60).
Goles: 0-1, m.10: Unai Gómez. 1.1, m.67: Jordán.
Árbitro: Sánchez Martínez (Murcia). Amonestó a Tenaglia, Blanco, Adama y Yuri.
Incidencias: 19.239 espectadores en Mendizorroza.
Evidentemente, fue una impresión engañosa. Y es que el Athletic se condenó él mismo, con su propio mecanismo desactivado. Su juego, muy pobre en ataque, sobre todo en la segunda parte, no le alcanzó para ampliar la ventaja que había obtenido en el minuto 10 con un gol de Unai Gómez. El caso es que se quedó en el alambre, sin red de protección, a merced de cualquier contingencia. Y esa nunca es una buena tesitura. Es cierto que el Alavés de Coudet no daba miedo. Al revés. Su fútbol no podía ser más ramplón e inofensivo. Ahora bien, a los babazorros no se les pueden negar las virtudes morales del ahínco y la abnegación. Especialmente ante su público, nunca se rinden. Y esta vez encontraron una gran recompensa a su esfuerzo.
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Javier Ortiz de Lazcano
Fue un mal partido, de esos que provocan bostezos y pueden dejar hasta ojeras unos días. Y tampoco cabe extrañarse demasiado. Aparte de que el Alavés está muy exigido y que el Athletic lleva tal trajín que sus jugadores, de aquí para allá, empiezan ya a sentir un cierto aire hogareño en las salas de embarque, estos derbis acostumbran a tener un perfil bastante gris. No es Mendizorroza un escenario para el brillo y las sutilezas. Al contrario. Es tierra de labor. En ella hay que trabajar duro para igualar el pulso anímico del rival y, a partir de ahí, en el caso de los rojiblancos, intentar marcar la diferencia con su mayor calidad. Esto es exactamente lo que hicieron los pupilos de Valverde en el arranque del choque y lo que les permitió adelantarse pronto con un gol de Unai Gómez, que definió muy bien un gran pase en profundidad de Iñaki Williams. Fue visto y no visto, el típico tanto con el que los equipos grandes penalizan los pequeños descuidos de los débiles.
Era el momento, por tanto, para que el Athletic hiciera un segundo esfuerzo para terminar de rematar a un Alavés tocado. Y no fue capaz de hacerlo. Se limitó a seguir gobernando el partido, a base de orden y presión, con Jauregizar y Ruiz de Galarreta llevando el control de las maniobras, pero apenas volvió a aparecer por el área de Sivera.
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Un robo y posterior remate desde fuera del área de Jauregizar en el minuto 24 fue su única ocasión antes del descanso. No estaban finos los hermanos Williams, ni tampoco Berenguer como falso nueve o Unai Gómez, más allá de su gol, como mediapunta, en sustitución de Sancet. Faltaba chispa. Electricidad. Algo que le diera vida a un juego inocuo y monocorde que el Athletic, pese a todo, se sentía capacitado para controlar durante horas.
De hecho, en su vuelta al once y debutando en la Liga, Unai Simón sólo recibió un tiro entre los tres palos en la primera parte, y fue un golpeo sin demasiadas complicaciones para él de Carlos Martín. Todo indicaba que el portero de Murgia iba a volver a disfrutar de otro partido igual de plácido que el que disputó contra el Elfsborg el pasado 28 de noviembre. Y, en realidad, bien mirado, fue así. Ahora bien, con una única pero gran diferencia: el ya citado disparo de Guridi que se metió entre un bosque de piernas y el portero rojiblanco no pudo ver bien. Ello le impidió despejarlo en condiciones. Lo hizo mal, con la pierna, y el balón le cayó a Jordán. Fue la única ocasión del Alavés en los 94 minutos. En principio, muy poco bagaje como para no perder ante este Athletic exultante que llegaba volando a Mendizorroza.
El problema es que el Athletic tampoco hizo ningún mérito. No tuvo fuerzas para lanzar un abordaje en busca de la victoria, que sólo estuvo cerca en una jugada embarullada en el descuento que terminó en un gol de Vivián anulado por Sánchez Martínez. Resultó hasta llamativa la poca influencia que tuvieron las entradas de Sancet y Guruzeta en el minuto 60. Ni se les vio. Como tampoco se les vio una vez más a Vesga y a Djaló, que entraron en el tramo final. En realidad, al que no se le vio en Mendizorroza fue al Athletic deslumbrante de esta temporada. Digamos que se tomó un respiro.
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