El Athletic, sin prisa y con pausa

Los de Valverde corrigieron su discurso tartamudo y se expresaron con mucha mayor fluidez de lo habitual. Interpretaron a su manera el viejo dicho que aconseja emplearse sin prisa pero sin pausa. El Athletic jugó sin prisa, pero tuvo a la vez la pausa necesaria para que evitar los recurrentes errores que tantas veces le han condenado o, en el mejor de los casos, le han obligado a sobreesfuerzos perfectamente evitables con un mínimo control de la situación.

Hay que agradecer al Espanyol las facilidades que dio para que el Athletic pudiera jugar con tanta tranquilidad. Por momentos dio la impresión de que los 'periquitos' vinieron a pasar la tarde a San Mamés. Sin intensidad en la presión, permitiendo siempre maniobrar al rival, con una defensa cada vez más encerrada en su propia área, regalaron a los rojiblancos espacio y tiempo para explorar distintos caminos hacia la portería. Viendo su actitud sobre todo durante todo el primer tiempo, cualquiera hubiera dicho que el Espanyol había planteado el clásico partido de ida a la espera de la vuelta en su campo, como si no se hubieran enterado de que la eliminatoria se solventaba a partido único.

Al partido le faltó desde luego la intensidad que se espera de un choque a cara y cruz. No fue, en ningún caso, ese partido copero disputado a cara de perro, a la antigua usanza, como hacían presagiar el granizo y la gélida noche y como esperaban los valientes que se acercaron a La Catedral para estar con su equipo en unos tiempos de cierta desilusión.

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Si el choque mantuvo su interés hasta el final fue por la incertidumbre en el marcador, producto de la falta de filo del Athletic hasta el descanso y del bajón de los rojiblancos en la segunda parte, contagiados por la inoperancia del rival, que continuó bajo mínimos a pesar de que su entrenador quiso cambiar el paisaje con los cambios, aunque fuera a costa de desnudar su defensa.

Tampoco hubiera pasado nada si el árbitro da por concluido el partido en el descanso. Al fin y al cabo, las cosas más interesantes, incluido el único gol, sucedieron en los primeros cuarenta y cinco minutos. En ese tiempo pudimos ver a un Athletic mucho más preciso que en anteriores ocasiones, bien dirigido por Zarraga, con un Sancet que puso el broche a su buena actuación con el taconazo que dejó solo a De Marcos para fusilar al portero, un De Marcos, por cierto, que está hecho un juvenil y que aprovechó el repliegue rival para pasar más tiempo como extremo que como lateral. Como en el otro lado Yuri dio señales de estar recuperando su mejor tono, el equipo pudo jugar según los cánones, es decir, haciendo el campo más ancho para abrir huecos en la cobertura de un rival que defendía por acumulación de gente en su área, muchas veces con los once detrás del balón.

El Athletic era el favorito y supo cumplir su papel con solvencia suficiente para sacar adelante la eliminatoria con más autoridad de la esperada teniendo en cuenta que, más allá de otras consideraciones, esta vez enfrente había un rival que milita en la misma categoría. El pase a los cuartos de final es una buena noticia en estos tiempos de dudas. La mejor para encarar el próximo compromiso contra el Real Madrid. Ya sabemos cómo cambian los estados de ánimo en este negocio.