![Los aficionados comienzan a guardar cola en San Mamés.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/04/12/colas-copa--758x531.gif)
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La gran afluencia de aficionados rojiblancos ha obligado a cerrar, casi cinco horas antes de lo previsto, la puerta de acceso a San Mamés para tomarse una foto con la Copa. Cualquiera habría dicho que la jornada del jueves bastó para dejar saciado al más ... hambriento de emociones rojiblancas, al menos hasta el próximo partido. Pero, como sucede tantas veces con estos asuntos del Athletic, los planteamientos de la lógica se estrellan contra una realidad que no acaba de ajustarse a esas directrices de fría racionalidad. Y, por supuesto, desde la apertura de las puertas se han formado enormes colas. A primera hora de la tarde, el tiempo de espera superaba las seis horas, pero las dimensiones de la fila continuaban creciendo lo que ha motivado la decisión de bajar la persiana a las 17.15 horas. Y es que solo con la cantidad de gente que ya había accedido al campo, el aforo estaba completo. Está claro que ser del Athletic es una cuestión de sentimiento, pero a veces también de paciencia.
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Cristina Sánz Gómez y su madre Aurora, lograron hacerse con la foto tras seis hora de espera. «Hemos llegado a las 11.30 y casi dos horas depués, hemos traspasado las puerta», relataba esta vecina de Rekalde. Se las prometían muy felices, pero sus esperanzas de terminar con el trámite en ese momento se fueron por los suelos al ver «la enorme fila de gente que teníamos por delante y que daba la vuelta al anillo». Por su mente ha sobrevolado la idea de irse, pero «ya que estábamos dentro...». Pasadas las seis de la tarde lograban la instantánea. «Al menos estaban los baños abiertos y hemos podido comer, porque la zona del ambigú estaba abierta para poder pillar agua y unas patatas fritas. Y bueno, luego está bien porque hay una persona que te hace la foto, así que esa parte la tienen muy bien organizada», elogia la aficionada.
Edurne Amor y sus hijos fueron, literalmente, los últimos en acceder a San Mamés, justo cuando pensaban que no iban a conseguirlo. Tras recoger a los peques en el cole, la mujer se acercó al estadio. «Esperábamos gente pero cuando hemos oído que eran cuatro horas de cola no pensamos que fuera real», admitía. Por delante aún le quedaba dar la vuelta completa al estadio y, acompañada por dos niños, no estaba segura de llegar al final. «Depenerá de lo que aguanten. Si no, pues nos iremos. Pero bueno, habremos hecho algo distinto porque ella viene por primera vez», asumía la amatxu.
La enorme afluencia ha llevado al club a ampliar el plazo para retratarse con el trofeo, que en principio era hasta el domingo. Este viernes han avazado que quienes lo deseen podrán posar con la Copa el martes. Estos son los horarios:
-Hoy: hasta las 22.00 horas.
-Sábado 13 de abril: de 9:00 a 22:00 horas.
-Domingo, 14 de abril: de 9:00 a 13:00 horas.
-Lunes, 15 de abril: de 9:00 a 22:00 horas.
-Martes, 16 de abril: de 9:00 a 22:00 horas.
Horas antes del cierre, quienes se habían hecho la foto se mostraban encantados. «Hemos hecho ya la trilogía: semifinal, final y gabarra. Es como 'El Señor de los Anillos' pero en Athletic. Y no nos íbamos a ir sin esto», planteaban Juan Martínez y Julián de la Rosa, dos forofos de Zafra (Badajoz). «De hecho, ahora mismo teníamos que estar ya a la altura de Valladolid, volviendo a casa, porque hay gente que trabaja esta noche. Y encima el que trabaja es el que lleva el coche». Entre los que habían acudido al reclamo de la Copa abundaban los bilbaínos emigrados, los hijos de bilbaínos emigrados y, en fin, los bilbaínos de corazón que simplemente han ido a nacer en algún otro sitio. Posar con el trofeo brindaba un remate ideal a esta estancia de un par de días en el país de los sueños.
«Yo soy de Bilbao, pero vivimos en Madrid y estoy educando a una niña para que sea athleticzale allí. ¡Y lo estoy consiguiendo!», explicaba Sonia Manzaneque. Su hija Claudia asentía a su lado: «No siempre es fácil ser del Athletic en Madrid, sobre todo en el instituto, porque a veces se ríen, pero como este equipo no hay otro. El lunes fui a clase con la camiseta, claro». ¿Y qué van a hacer con la foto?: «Depende de cómo quede. En la terraza tenemos un montón de cosas del Athletic y nuestro banderón».
Alex y Marc Iglesias, hermanos de Tarragona, habían dormido poco. «Cinco horas», estimaba Alex. «Cuatro y media», corregía Marc. «Queríamos este recuerdo con la Copa, ¡es nuestra Copa! Luego la meterán en la vitrina y ya está». Los dos jóvenes todavía no estaban repuestos de lo de la víspera, y no nos referimos al fiestón que continuaron por los bares de Bilbao, sino al impacto emocional: «Nuestro padre es de aquí y siempre nos ha hablado de la gabarra. Y de repente te das cuenta de que lo que te contaba es verdad: es la primera vez que vivimos algo así, no te lo esperas hasta que estás ahí... ¿No se podrá coger la Copa, verdad? Aunque con tocarla ya me vale...».
No, no se puede coger la Copa. Y lo sentimos, Marc, pero tampoco se puede tocar. Una vez en el interior de San Mamés, lo primero que se comprueba es que la cola de fuera resulta engañosa, porque después da tres cuartos de vuelta al anillo interior del estadio. Lo bueno es que la gente puede aprovechar para hacerse fotos con el campo de fondo. Lo malo es que la cosa va para largo, aunque algunos tipos prodigiosos solo tardan cinco o seis segundos en completar el trámite de posar. Hay dos azafatas dispuestas a sacar las fotos, para que los grupos puedan salir completos, y un responsable del Athletic vela por que todo discurra con fluidez y por que solo niños y personas con alguna discapacidad toquen la Copa. Los demás tienen que recurrir al trampantojo de rodear el asa con la mano hueca, que luego en la foto da el pego.
Van pasando familias, grupos de amigos y personas solas. Pasan niños y mayores. Y, de vez en cuando, se produce algún momento conmovedor. Por ejemplo, cuando llega el turno de Marta Rodríguez, que está a la espera de un trasplante de pulmón. Al posar al lado de la Copa, en su silla de ruedas, junto a sus hermanos Héctor y Olga, Marta no puede reprimir la emoción y se echa a llorar, y entonces toda la cola estalla en un aplauso. «Somos siete hermanos nacidos en Bilbao, en Santutxu, pero vivimos en Madrid. Llevamos el Athletic en el corazón. Como mi hermana está enferma, se me ocurrió traerla a la gabarra por sorpresa, sin decirle nada. Y hoy marchamos», resumía Héctor, que trató de atizar un mordisco a la copa en plan Nadal.
–¿Y qué tal la experiencia, Marta?
–Para mí ha sido volver a la infancia, ver a mi pueblo en la calle. ¡Bilbao es un corazón, es todo uno! Y, ahora, venir aquí y que la gente aplauda... Me voy muy abrazada, entraré más tranquila a la sala de operaciones.
Los aficionados del Athletic se sacan fotos con la CopaVer 42 fotos
El otro protagonista fue Oier, una bolita enfurruñada de 27 días. Era tan pequeñito que la gente empezó a pedir a sus padres, Amagoia Aranberri y Gaizka Elorriaga, que lo metiesen en la Copa... y el severo guardián del trofeo asintió. La cosa adquirió tintes de bautismo ritual rojiblanco y el pequeño hasta abrió los ojos en ese momento. «Desde que estoy embarazada tenía claro que Oier traería la gabarra. Hoy es su primer día en San Mamés, pero vendrá muchísimos más. Aunque tenemos la equipación oficial más pequeña, todavía le queda grande, así que lo hemos traído con body del Athletic: tenemos todo el merchandising que se puede tener», sonreía Amagoia. Y, qué va a ser esto, ¿todavía no es socio?: «Deberíamos empezar a pensarlo. Por ahora, nos turnaremos en venir a los partidos con él».
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Javier Ortiz de Lazcano
Y de pronto... ¡Petri! El jueves de gloria cerrábamos la crónica de ambiente en Bilbao con Petri Oleaga, de 93 años, que regresaba en su silla de ruedas de asistir al paso de la gabarra. Pues bien, quince horas después aquí está, retratándose con la Copa. ¡Usted no se pierde una, Petri! «Hemos visto la cola y nos íbamos a marchar, pero nos han dicho que las personas en silla de ruedas no teníamos que esperar y nos han metido inmediatamente. ¡Estoy agradecidísima! Esto es una cosa extraordinaria», decía. La acompañaba su cuidadora, Ana Maradiaga, que es nicaragüense y también se muestra encantada: «Aunque soy de otro país, me he integrado y me emociona tener esta oportunidad de involucrarme en la cultura de Bilbao. Y encima vengo con esta mujer estupenda, ¡una artista!», decía. Para redondear, el retrato con la copa le brindó a Petri la oportunidad de ver el nuevo San Mamés, porque solo conocía el viejo.
–¿Y qué le ha parecido?
–Es bonito, muy bonito. A lo mejor un poco pequeño.
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