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Contaba Fidel Uriarte que el secreto de su memorable salto de cabeza estaba en el choque, hombro con hombro, con su marcador. Se llevaba el balón por técnica en el salto, no por altura sino cuerpeando, hasta el punto de que hubo entrenadores que le ... pillaron el truco y encomendaban a sus defensas que lo dejaran solo en el salto. Entonces el remate le salía peor. ¿A qué viene todo esto? A que se diría que al Athletic le pasa algo así, juega mejor cuando viene venir y va al choque contra un rival potente, ya sea el Madrid, el Valencia, el Sevilla o el Betis, en esta temporada, que con los meritorios del pelotón de colistas. Se diría un equipo pensado para jugar a la manera en que saltaba Fidel, a reacción, dejando la iniciativa al rival para ganarle después en el salto. Si salta solo, le falta algo, como le sucedió por ejemplo a Dani García. El Huesca le dejaba recibir el balón sin marca para que armara el juego sin oposición y entonces se quedaba extrañado, sin saber qué hacer, como Fidel en el aire esperando al rival, el efecto de acción y reacción, la tercera ley de Newton.
El Athletic no jugó mejor ante el Huesca de lo que ha venido haciendo con el Cádiz, el Alavés, el Osasuna y el Valladolid, por ejemplo. Toda la primera parte se quedó mirando con perplejidad la manera en que el Huesca se hizo el dueño del balón y se puso a tocar y tocar, sin peligro pero sin perderlo. Mikel Rico tiraba diagonales como un geómetra incansable. En la segunda parte Garitano se dio cuenta de que le sobraban jugadores defensivos y le faltaban creativos. Esta vez tuvo el golpe de suerte que le faltó entonces y ganó por dos goles que ya no esperaban los aficionados más optimistas, cuando al partido le faltaba poco para el final y no se veía la manera de resolverlo. Así como el resultado con el Huesca fue más favorable que el juego realizado, también es verdad que se habían escapado muchos puntos, en ocasiones por verdadera mala suerte, sin que los rivales hubieran sido mejores. Y además, tras un número excesivo e inusual de errores de bulto. Ante el Huesca el Athletic no fue gran cosa, pero tampoco cometió errores graves y supo aprovechar sus oportunidades de última hora. Mérito de Kodro, que provocó el penalti y lo tiró con determinación, fuerte y por el centro. Mérito también de Unai Nuñez, que estuvo impecable en su cometido principal como defensa y se lanzó con fe para rematar un gran saque de esquina tocado por Morcillo, lo que resolvió el partido definitivamente, sin tiempo ya para ponerse a dudar. En qué lugar estaría el Athletic de haber conseguido al menos los puntos que no merecieron llevarse los anteriores colistas.
La victoria del Athletic debería servir para tranquilizar al equipo, consolidada su posición en esta liga extraña en la que una sola victoria puede llevar de la preocupación a la esperanza y dos a los puestos europeos. Servir para que Garitano le diera una vuelta más al estatus de los titulares y suplentes.
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