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5 de diciembre de 1976. Iribar y Kortabarria portan la ikurriña en Atotxa. juan aygues
Y la ikurriña apareció de repente

Y la ikurriña apareció de repente

El público de Atotxa observó con sorpresa y entusiasmo que del túnel de vestuarios salían ambos capitanes al frente de los jugadores de cada equipo y portaban en la mano una ikurriña como si fuese un trofeo en medio del griterío

Jueves, 1 de marzo 2018

Si a alguien se le ocurriera hacer hoy lo que la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao hicieron aquella tarde, quizás no podría terminar de contarlo. «Por encima de mi cadáver», había advertido el ministro Fraga Iribarne, ese sacrificado político ... franquista que desde sus tiernos treinta años y hasta su muerte no conoció ni coches propios ni taxis, sino solo vehículos oficiales con chófer de gorra. Por encima de su cadáver, insistía Fraga, antes de legalizar esa ikurriña por la que en aquellos años se mataba y se moría. Estamos en 1976. Enero arrancaba con la muerte del guardia civil Manuel Vergara Jimenez, a quien le explotó un artefacto adosado a la ikurriña que quería retirar. Otros dos más morirían en Barakaldo y en Legazpia por el mismo motivo. Así hasta seis. Eran meses de enorme tensión en los que los defensores de la ikurriña jugaban al gato y al ratón, según las circunstancias. San Sebastián aparecería plagada de ikurriñas ilegales en las regatas de fin de verano. Arantza Kortaberria, de Hernani, terminó el día herida de gravedad por tiro de bala. En los meses que siguieron la Policía no daba abasto y se abrieron incluso expedientes disciplinarios porque los agentes se negaban a acudir a retirar ikurriñas que en muchas ocasiones tenían un paquete de pipas adosado a modo de señuelo.

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