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La Aste Nagusia sube varios grados cuando cae la noche. Los grifos y las botellas se abren para dar rienda suelta a los litros y litros de kalimotxo, cerveza y cubatas que inundan el espacio festivo. Un animado cóctel en el que también entra ... en juego la música, la encargada de marcar el ritmo para robar otro trago al vaso. «Con todo el kalimotxo que hemos servido podríamos llenar la ría, e incluso el Cadagua», bromean desde Moskotarrak, que nos abre su barra para vivir en primera persona cómo es estar una noche al mando del cotarro. Por cierto, los 2.000 litros de kalimotxo (1.000 de vino y otros tantos de refresco de cola), los 18 barriles de cerveza (900 litros) y los sacos y sacos de hielo de los que hacen acopio no superan la noche, cada mañana tienen que reponer la despensa.
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