¿Qué tienen en común 'La curva de la felicidad', '¡Agur, Otxoa feroz!', 'A solas con el Emérito', 'Las chicas del Trébol' y 'El viaje a ninguna parte'?, cinco de las propuestas teatrales de esta Aste Nagusia. Aparte de haber obtenido una importante respuesta en ... taquilla, saldada en algunos casos con llenos diarios que han obligado a prorrogar funciones -el espectáculo que repasa y homenajea la carrera de La Otxoa en la Sala BBK ha agotado todos los días las localidades puestas a la venta-, las cinco obras, de muy distinta temática, cuentan con la particularidad de que sus protagonistas se multiplican al asumir también las tareas de dirección.
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En algunos casos se estrenan en un terreno que nunca habían tocado hasta el momento. La experiencia ha sido tan «intensa» que algunos no piensan repetirla por su «enorme complejidad». Josu Ormaetxe, Getari Etxegarai, Bea Insa, Gurutze Beitia y Ramón Barea se desdoblan en una temporada festiva sin precedentes, aunque el fundador de Karraka y Premio Nacional de Teatro en 2013 está familiarizado con esta 'doble función'. Sin embargo, nunca hasta la fecha los escenarios bilbaínos habían asistido a un hecho de esta naturaleza.
¿Qué lleva a estos artistas a interpretar mientras al mismo tiempo no pierden de vista las interpretaciones de sus compañeros? Etxegarai, que arrasa con La Otxoa, ha vivido una sensación extraña. «No es la primera vez que actúo y dirijo, pero sí que hago ambas cosas a la vez. Y creo que va a ser la última», advierte. ¿Por qué? «Ha resultado muy complicado. Ha sido un retazo, pero, ufff, no sé si merece la pena porque tengo la sensación de que no acabo haciendo bien ni lo uno ni lo otro. Como que no consigo dar todo de mí», admite. Reconoce que tampoco «me pone mucho» seguir de cerca a sus colegas para «después tener que ponerles nota», explica.
«Hay compañeros que aceptan mejor las correcciones. Nunca he tenido un problema gordo, salvo en una ocasión»
«A los jóvenes que me dirigen les pregunto '¿qué quieres que haga?, pero no me preguntes qué me parece'»
«Al dirigir una comedia tienes que hacer equipo. Si no, no funciona en escena»
«Siempre hablo de la soledad del director. Acabo agotada. Sufro menos actuando»
La artista donostiarra coincide, en este sentido, con Barea, a quien le gusta actuar o dirigir, pero por separado, sin combinar ambas disciplinas. «Yo prefiero actuar, me relaja mucho más que dirigir. Prometí que nunca volvería a hacer la dos cosas al mismo tiempo. O actuaba o dirigía. Pero en 'La lucha por la vida' no me pude resistir y busqué también el personaje de Baroja». La dirección representa «una tensión muy grande», asiente, al sentir el «peso de la responsabilidad. Pero lo he podido hacer porque el equipo es muy cercano y ya nos conocíamos. Esa complicidad hace que todo resulte más fácil», valora Barea.
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A Bea Insa, actriz y directora valenciana afincada en Bilbao y protagonista del monólogo donde ironiza con la figura de Juan Carlos I, la experiencia le ha resultado «muy complicada», pese a contar con la ventaja de salir en solitario a escena. «Me ha costado mucho menos. Cuando estás con más gente no llegas a estar al 100%. Ese ojo externo te tiene que dirigir porque el actor y el director suponen dos miradas completamente diferentes y dos maneras también distintas de trabajar», subraya.
A Josu Ormaetxe, en cambio, el estreno como realizador en 'La curva de la felicidad'- con anterioridad le había tocado hacer alguna sustitución como ayudante de dirección- las cosas le han ido sobre ruedas. Trabajar junto Gabino Diego o Jesús Cisneros, a los que «conozco bien», le ha allanado el terreno. «Hemos parcelado de forma adecuada el trabajo».
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A diferencia de Etxegarai e Insa, que realizan, en su opinión, trabajos «más consistentes», Ormaetxe ha disfrutado «sin dificultades» con la puesta en escena de «una comedia urbana, que no es precisamente 'un Shakespeare'. No es una cosa muy complicada», opina. Aun así, valora la dificultades «de estar en las dos partes». De hecho, solo lo hacen «los más grandes». Artistas como José Luis Gómez o Jose Maria Flotats. «El director tiene que estudiar todos los papeles y casi encargarse de la escenografía e iluminación, pero yo espero dirigir el año que viene», desea.
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