Óscar Cubillo
Jueves, 24 de agosto 2023, 07:07
El miércoles del récord de calor en Bizkaia con 45,6 grados registrados en Güeñes, el día de la enésima bronca a Morante, nos juntamos 6.400 personas en la plaza de toros, la mayoría en sombra, y no dejamos de sudar ni de abanicarnos. ... En la parte del sol, casi desierta, en el tendido 8 pusieron un termómetro en un asiento, ¿y saben qué temperatura marcó? ¡70 grados! Así que llegamos sudados y malolientes al concierto que nos encargó el jefe, el de Lola Índigo en el Parque Europa, atestado por miles de jóvenes y cientos de madres con sus hijas, aunque no pocas madres sabían más canciones que las hijas. Todos apretados, y a nuestro lado otra chica se mareó y tuvo que escapar de semejante congestión humana. Vimos a la Lola en agosto de 2021 en Miribilla, de pago, y no llegábamos a los 900 espectadores, aunque aún regían las reglas pandémicas.
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Este miércoles se abrió para la Semana Grande el escenario del Parque Europa, un espacio alejado, incómodo, en cuesta y con árboles que mejor talarlos para poder ver las pantallas del tinglado. Ahí actuó la sex symbol reguetonera de 32 años Lola Índigo (bailarina de Bosé, de Enrique Iglesias, etc., primera expulsada de OT 2017...), a la misma hora que Vanesa Martín en Abandoibarra (en diciembre la vimos en Miribilla), la Banda Municipal de Bilbao en la Plaza Nueva apoyando a dos coros góspel más bien amateurs, uno de Barcelona y otro de Algorta (¿éste y el insatisfactorio acompañamiento del domingo a Tamara son los compromisos que han impedido a la banda municipal estar en Vista Alegre?), y el grupo tributo Nacho de la Rosa y Los Hidalgos cantando por Los Panchos en La Pérgola (por cierto, ¿no estaría bien una noche de jotas en La Pérgola?).
El que suscribe hubiera preferido ir a ver a Vanesa Martín, que en septiembre del año pasado suspendió su concierto de Salamanca, donde había firmado por 85.000 eurazos más IVA. Y el jueves 10 de agosto, a medianoche, este plumilla estuvo como un clavo en Huesca, donde iba a actuar Lola Índigo, pero la muy diva suspendió el concierto in extremis alegando que una pantalla de vídeo iba con retardo. En la prensa local contaron que su show costó 50-60.000 euros y que había esperándola 2.000 o 3.000 personas. ¡Ja! Calculando a la baja estábamos más de 5.000. Todos apretados, muchos apostados en posiciones donde no se veía bien el tablado, que tenía todo montado pero no empezaba la cosa. Me largué tras una hora de espera cuando un segurata informó que «no va a salir por problemas técnicos. Ya está comunicado en redes, no entiendo por qué no lo dicen aquí». Para más inri no había cobertura en la explanada del Palacio de Congresos. La prensa local contó que avisaron por megafonía al de hora y cuarto.
Y este miércoles en el Parque Europa seguía el huevo en el centro del escenario, del que saldría Lola Índigo. Y había una masa humana mucho mayor que en Huesca, aunque igual de juvenil. La chavalería había acudido en metros atestados que descargaban cada dos o tres minutos en la estación de Basarrate, caminaba en nutridas hileras por calles con el tráfico cortado, y desembocaba en la arbolada campa, un espacio inapropiado para un macroconcierto y aforado para 10.000 personas que se desbordó por el fondo y los laterales.
Lola Índigo protagonizó un show de unos 24 temas en 92 minutos escoltada por 8 bailarines (buenas coreografías de Juan Montero, mención especial de la jefa a la danzarina bilbaína Saida en las presentaciones finales), apoyada por dos músicos (bajo y batería escondidos en escena y con más presencia en la segunda parte, pues la primera pareció plena de playbacks instrumentales), situada tras un ventilador que ondeaba su melena, y logrando más momentos con coros de la audiencia que la víspera Gatibu en Abandoibarra.
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La granadina nacida en Madrid habló unas tres veces y en la primera manifestó: «Muy buenas noches, Bilbao, Qué pila de gente… A ver por el fondo las manos… ¿Me veis bien?». NOOOOOO, clamó la masa. «¿Me oís bien?», y SIIIIIIII replicó a Lola, que continuó hablando: «Me encanta venir a Bilbao. La gente es maravillosa, simpática y fiestera. Y se come que flipas».
Abrió el show saliendo del interior del huevo en 'Animal, a la electrónica del cambio de siglo se arrimó en 'Para olvidarme de ti', se apuntó al reguetón en 'Discoteka', hizo rock urban algo The Weeknd en 'Turismo' y rock a lo Duki en 'La tirita' (versión de Belén Aguilera, y ahí colegimos la pantalla del fondo y parece que arrastraba un leve retardo, lo cual dio la sensación se resolvió en los temas finales), y los coros se elevaron masivamente en la vengativa 'La niña de la escuela'.
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'4 besos' fue reguetón latino, 'Tiki Tiki' (versión de Ptazeta) fue hyperpop sexual, 'Dragón' una balada con ella actuando integrada con la gran pantalla y sus dibujos de dragones, 'Corazones rotos' fue otro tema muy The Weeknd, 'Santería' remitió a Shakira, en estas entre la masa emergió un vendedor de abanicos a tres euros pero con poca suerte (¡antes morir que gastar!), y más reguetón hubo en 'Ultravioleta' («la noche me llama…»), cuando al acabarlo la juventud de la multitud coreó Lolaaaa-Lolaaaa, y la estrella agradeció: «Muchas gracias, ¿cómo lo estáis pasando? Se nota que de p... madre. ¿Estáis borrachos?». NOOOOOOO, respondió la chavalería. «¿No son fiestas?», se extrañó la chica que creció en Granada y tiene acento andaluz y nos llamaba «mi gente».
Las pantallas eran inmensas pero los árboles nos las tapaban, nos las ocultaban a la mayoría. Lola y sus bailarines no paraban de hacerlo bien coordinados, y en la segunda parte del show la música adquirió mayor sentido orgánico. Cantó bien la balada 'High', en 'Las solteras' apostó por el reguetón que idealiza los culos, en el reguetón incidió en 'La santa' y en 'Trendy', y los vídeos de los móviles filmaron 'El tonto' («que me dejaste»), y tras presentar a sus acompañantes se despidió con 'Ya no quiero ná', supercoreada por la peña que filmaba el momento en modo selfi y con la Lola vistiendo a modo de falada una ikurriña que le pasaron desde el público.
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Tras esta canción hicieron mutis bruscamente, no reaparecieron para dar bis, y dijo una espectadora: «¿ha terminado?, menos mal, porque tengo una sed, un calor, un de todo…».
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