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Ramón García no es nada rencoroso pero no soporta a los que tachan 'El Grand Prix' de casposo'. e. c.
«Jordi Hurtado y yo no somos hologramas, somos de carne y hueso»
Ramón García | Presentador de televisión

«Jordi Hurtado y yo no somos hologramas, somos de carne y hueso»

El bilbaíno arrasa, 28 años después, con el concurso 'El Grand Prix': «Me dicen que soy un cabrón y que convierto en oro todo lo que toco»

Lunes, 21 de agosto 2023, 01:16

«Joder, Luis, pareces del Cesid. Acojona escuchar por teléfono 'estás siendo grabado'», bromea. Pero grabado queda que Ramón García, al que entrevistamos el viernes, es el personaje del momento gracias, otra vez, a 'El Grand Prix'. Hoy vuelve a Bilbao para disfrutar de la Aste Nagusia.

- Tras 'Barbie' y 'Oppenheimer', ¿es el fenómeno del verano?

- Ja, ja. Me hace gracia, después de tantos años, ¿verdad? Pero sí, el programa es un bombazo.

- ¿Se veía ya de retirada?

- No, no. Yo estoy muy entrenado. Hago un programa diario también en Castilla La Mancha. Aún queda Ramontxu por delante.

- ¿Esperaba este 'match ball'?

- Tanto el productor, Carlo, como yo luchamos por este formato porque teníamos el convencimiento de que iba a funcionar.

- ¿Por qué arrasa?

- 'El Grand Prix', al que acuden personas normales, reúne a toda la familia. Aquí no ves a concursantes de casting ni a guapos ni a guapas. Tampoco a gente preparadísima intelectualmente. En España todos tenemos un pueblo. Que es el de tus aitas o el de tus abuelos, al que ibas de vacaciones. Ese recuerdo marca.

- ¿A qué sabe el éxito?

- A la satisfacción del trabajo bien hecho.

- ¿Y engancha?

- No necesariamente. Yo he tenido las grandes audiencias de este país que no va a tener nadie en la vida. Pero el éxito es relativo y dura lo que dura.

- ¿Dónde radica su tirón?

- El otro día me llamó el productor de José Mota, donde estuve invitado, para decirme 'Ramón, has subido el programa hasta arriba'. Me dijo 'todo lo que tocas es oro, cabrón. Eres el rey Midas de la tele'. Hombre, algún borrón también hemos echado.

- Faltaría más.

- Como decía aquél, 'que la suerte te pille trabajando'. Este año sólo tengo 6 días de vacaciones.

- Embajador de la España vaciada, se hará de oro leyendo pregones en las fiestas patronales.

- ¡No hago ninguno!

- ¿En serio?

- Soy el hombre más codiciado. Cuando 'El Grand Prix' empezó, hace 28 años, lo primero que me decían los alcaldes al llegar al plató era 'Ramón, encantado de conocerte, ¿nos haces el pregón?' Y, entonces, atiéndeme, pagaban una pasta que era terrible. Pero nunca hice ninguno.

- ¿Por qué?

- No solo me habría quedado sin vacaciones, también sin vida. Y luego, claro, no puedes ir a unos sí y a otros no. La historia se repite. Me llaman de todos los pueblos de España con el mismo mensaje: 'Ramontxu, léeme el pregón'.

«No soy rencoroso»

- ¿El programa no sería lo que es sin Ramontxu?

- Nadie es imprescindible.

- ¿Ha pasado el triunfo por los morros a los ejecutivos de todas las cadenas que le dijeron 'no'?

- Qué va, no soy nada rencoroso. Sí espero que hayan reflexionado sobre su gravísimo error. Que te ofrezcan un formato ganador, renovado y modernizado y que te digan no, que eso es 'caspa' o que la gente ya no ve eso...

- ¿Duele que le tachen de casposo?

- No. Casposo es lo que no evoluciona. Y casposos son los que utilizan esa palabra, pero se la han tenido que comer. En cuanto pasas de los 50 en mi oficio, ya eres mayor y no vales para nada.

- Como dijo Guardiola, refiriéndose a Mourinho, ¿García 'es el 'puto amo' de los concursos televisivos'?

- No sé si seré el puto amo, pero sí el presentador de España que más concursos ha hecho.

- ¿Le ha echado un pulso a Jordi Hurtado de 'Saber y Ganar'?

- No. Jordi, joder, es buen amigo. Lo somos desde la eternidad. Vamos los dos hacia ese camino.

- ¿Existen de verdad?

- Ese chiste es muy gracioso y todo el mundo nos lo comenta. No somos hologramas, somos de carne y hueso. Y curramos, aunque Jordi vive como un marqués. El jodido se lo ha montado muy bien. 'Saber y ganar' está grabado y tiene tiempo libre, lo que me falta a mí.

- Y pensar que de pequeño soñó con ser cura.

- Y torero, la madre que me parió. Camino de Almería, para ver a mis abuelos, mis padres me pararon una vez en un monasterio de clausura de Burgos.

Personaje popular

«Vuelven a llamarme de pueblos de toda España para leerles el pregón de las fiestas patronales, pero es imposible. No me daría la vida»

«Quería ser cura y torero»

- Vaya.

- Lo hicieron adrede. Me dejaron en el claustro. Al ver salir a aquellos señores con hábitos y entonando cantos gregorianos... Ahí se acabó la vocación. Vamos, lo que tardé en volver al coche.

- ¿No se probó de torero?

- En la finca de algún amigo torero, pero soy más malo que... Hay que tener mucho valor.

- ¿Su amigo Enrique Ponce no le enseñó ningún pase?

- Sí, sí. Con Ponce he toreado muchas veces en su finca. Hemos montado capeas muy divertidas.

- ¿Ramón sigue siendo el mismo pese a todo?

- Sí. Soy más mayor y he madurado en el aspecto triste de la vida, que es perder seres queridos. Eso es hacerte mayor. Una putada. Mis aitas ya no están, ahora estoy divorciado, tienes otra vida...

- ¿Cómo llevó que los paparazzis le pusieran en el foco con el divorcio?

- Es muy desagradable. Siempre me he tapado en ese aspecto y lo sigo haciendo. Nunca verás una entrevista mía hablando de mi divorcio ni de la situación familiar. Tampoco personal. No comento nada sobre Patricia y mis hijas. Eso es sagrado. Fue antes, durante y así será hasta que me muera.

- Ofertas no le habrán faltado.

- Al principio siempre te tientan, pero la contestación es la misma. Los más veteranos ya sabéis lo que a Ramón no hay que pedirle porque es absurdo.

- ¿Prefiere ver la vida de frente o mirarla por el retrovisor?

- De frente. Siempre así.

- '¿Qué apostamos?' que lo siguiente será su reencuentro profesional con Ana Obregón?

- La vuelta de Ana es más complicada. Su situación personal, anímica y familiar es diferente. Hay que respetarla.

- Una duda. ¿Había lujuria en aquellas duchas?

- ¡Nooo! Lujuria había en algunos espectadores que la veían. A veces la tapaba y decía 'Ana, por Dios, que se está viendo todo con el agua'. Me ponía delante, en plan caballero medieval, para defender a mi princesa.

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