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Óscar Cubillo
Lunes, 21 de agosto 2023, 07:07
De momento las fiestas de Bilbao las estamos pasando sentados, lo cual siempre se agradece para aguantar más tiempo descansado. Así, el domingo hicimos triplete siempre con asiento individual: a las 6 de la tarde en los rejones (más que nada por apoyar la tauromaquia, y también para disfrutar de la comodidad de la plaza toros, un lujo en comparación de otros cosos más animados que hemos visitado recientemente, como los de Santander o Gijón), a las 7.30 en el show de despedida de La Otxoa en la Sala BBK (el transformista José Antonio Nielfa celebró que la selección española femenina de fútbol ganara esa mañana el mundial, y fue jaleado por todo el mundo que llenó el auditorio; se ha agotado el aforo de las 12 funciones, en total más de 5.200 butacas), y a las 11.30 de la noche en la presentación oficial en vivo del último disco de Kepa Junkera, 'Erromeriak', en la Plaza Nueva llena y desde la primera fila, pues acudimos con más de media hora de antelación.
La junkeriana no fue la primera opción entre las tres propuestas del programa oficial, todas a la misma hora y todas horrorosas si nos atenemos al criterio del televisivo Iñaki López en entrevista con esta casa. En la previsión inicial escogimos el concierto de la bolerista Tamara en Abandoibarra, probablemente también con asientos, pero cantaba respaldada por la Banda Municipal de Bilbao y, hala, boicot porque este año no amenizará las Corridas Generales en un síntoma más de decadencia de una ciudad donde no arraigan las tiendas de lujo y donde a la tele de toros no le interesa transmitir la feria. Así que para solaz del jefe (ya pensamos como él, pero un poquito más tarde) nos redirigimos hacia el homenaje a Kepa Junkera a pesar de los temores, que se cumplieron y los conocerán si siguen leyendo. El tercer concierto era el de La Pérgola, el de Guillermo Garmendia rindiendo homenaje a la cantante Ana Bejarano, ex Mocedades y fallecida el año pasado.
Este domingo la Plaza Nueva estuvo llena para atestiguar el estreno de 'Erromeriak', el último disco ideado durante las secuelas de su ictus por Kepa Junkera Urraza (es el primero que firma también con su segundo apellido, el materno), autoeditado por él y que reúne a unas 40 mujeres pandereteras.
El homenaje dominical a Junkera Urraza duró 111 minutos exactos para 24 piezas y fue grabado por al menos seis cámaras. Y se cumplió nuestro temor o prevención principal: faltó fuelle a las colaboraciones corales entre mujeres venidas de distintas partes de la península, desde Torrelavega, León, Euskadi, Asturias o Galicia hasta Miranda de Duero, Portugal. Este apagamiento de expectativas acaeció en la segunda parte del homenaje, cuando las distintas mujeres se juntaron en una suerte de romería feble, nada profesional, falta de alegría, ánimo y gracia, políglota, con las actuantes mirando las letras del atril (jotas en castellano, trikitixa en euskera…), y mostrando nervios y timidez que se difuminaron, menos mal, en el bis doble rematado con el himno de la Semana Grande, el 'Badator Marijaia' compuesto por el propio Kepa Junkera.
Seguro que disfrutó más de la primera parte, divulgativa y explicada por las distintas formaciones, el homenajeado Kepa Junkera, impedido desde que sufrió un ictus en Bélgica cuando giraba con sus Sorginak, sus jóvenes pandereteras guipuzcoanas, pero presente en el centro de la Plaza Nueva y ovacionado antes de comenzar el homenaje. Kepa no intervino de ninguna manera, únicamente atendió al concierto como un espectador más desde su silla de ruedas.
Incluyendo a la trikitilari guipuzcoana Agurtzane Elustondo participaron ocho proyectos femeninos y funcionaron mejor cuando presentaron sus respectivos estilos regionales. Abrió el dúo Tsacianiegas, o sea las dos hermanas leonesas Raquel y Laura Álvarez Alonso, la primera biotecnóloga y la segunda ingeniera de caminos, y cantando en el dialecto 'patsuezu' hicieron jotas, vaqueiradas y valses, y nos mostraron el pandero cuadrado y engalanado por ser fiestas.
Siguió un trío asturiano especializado en tradicionales que iban de oriente a occidente, desde los sones a los agarraos; luego un cuarteto coruñés que atávico usó panderos y azadas percutidas con piedras para tocar vals y muñeira (su portavoz dijo en gallego que todos estos grupos «estamos unidos por la tradición, la música y las panderetas», y añadió «gora Kepa Junkera, gora 'Erromeriak', gora Aste Nagusia»); y continuando un ochote jotero de Torrelavega cuya portavoz dijo que en Cantabria tocaban los panderos sobre todo las mujeres; un dúo mixto de Valladolid y Zamora con el único hombre del plantel; y un dúo portugués formado por Julieta Silva y Suzana Ruana que sonó étnico y acabó actuando apoyado por el cuarteto trikitilari guipuzcoano Amak, un supergrupo que ha funcionado menos de lo esperable en las fiestas vascas.
Con ellas se atascó la fiesta y se aguó aún más en los ensembles postreros, con cambiantes grupos de cantantes más las cuatro de Amak y Agurtzane Elustondo al acompañamiento instrumental en ese epílogo pusilánime, más parecido a un ensayo que a una romería, con bastantes temas en castellano (sobre de moritas, serranas o ese novio borracho perdido que es un calavera…) y el citado bis doble más resultón y rematado con el 'Badator Marijaia' que la veintena de mujeres actuantes interpretó con los pañuelos de fiestas ya puestos.
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