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Un día bueno de fiestas este jueves: a la tarde Roca Rey llenando plaza de toros (¡estará el domingo 8 de septiembre en Santoña!) y ... a la noche La Frontera haciendo lo mismo en La Pérgola. No obstante, nos dio por evocar las fiestas de Gante, Bélgica, donde desde la mañana hasta la noche programan numerosos conciertos con entrada libre y puedes ver a grupos de de blues, de salsa, ¡de rockabilly!, todos pagados por patrocinadores privados: la cerveza H, el ron B…
Aquí, en Bilbao, el jueves destacaban dos conciertos en el programa oficial, pero para no variar se montaban a la misma hora, las 11.30 de la noche: el de La Frontera en La Pérgola y el de La La Love You en Abandoibarra. Además teníamos a los folkoristas euskaldunes Kuttune en la Plaza Nueva, y a media noche en el Parque Europa una dupla vasca con el urban de Tatta y la ambición de Süne, exlideresa de los disueltos Huntza, una propuesta ésta del parque de Txurdinaga ideada para alejar a los jóvenes del centro. ¡Ni que robaran móviles!
El caso es que La Frontera (Madrid, 1984), sobre un escenario sin motivos vaqueros (ni sogas de la horca, ni calaveras vacunas…) dieron un bolazo de rock pistolero muy gráfico, muy de tebeo, de 90 minutos redondos para 21 canciones, la mayoría muy rock-a-rollers, engarzadas con el Nuevo Rock Americano de los 80, trufadas con coros ooohhh-ooohhh mejores y más variados que los de Mumford And Sons, y con solo un par de temas que se salieron de la fiesta peliculera, el más chocante el titulado 'Aventuras del capitán Acab', un folk punk entre el Legendary Cowboy Stardust y Mägo de Oz con detalles de Bob Esponja (el verso de «borracho en el fondo del mar»), y el otro interpretado por Andreu en solitario, 'Aunque el tiempo nos separe' (el de la princesa solitaria).
En la alineación actual de La Frontera permanecen dos miembros originales, el líder Javier Andreu, que canta mejor que cuando era joven, y el bajista Toni Marmota, físicamente parecido al capo de Immaculate Fools. Ambos pelotearon a Bilbao, y aunque no hicieron referencia explícita a su primer concierto dado por estos lares, en las fiestas de 1985 en la Plaza Nueva, tras la salida de su debut homónimo, sí desvelaron vínculos con estas calles: Marmota informó que en 1982 tocó el bajo con Eskorbuto, y Andreu afirmó que «es un auténtico placer estar en la mejor ciudad del mundo. Tengo mucho cariño a Bilbao. La primera vez que estuvimos aquí dormí con otros catorce en el suelo de un squat (local ocupado o gaztetxe en Euskadi), y al despertarme una cara a mi lado me dijo 'tú eres de La Frontera', y yo le respondí, 'y tú eres de Kortatu, ¿no?'. Así nos conocimos».
Como se supone que debían acabar a la 1 de la madrugada, los roqueros madrileños fueron a toda pastilla, sin cháchara y sin apenas interrupciones. Y les salió un concierto agilísimo, el que más breve se nos ha hecho en muchos lustros. ¡En toda la vida! El sonido fue bueno por delante (aunque ocho metros más atrás varios fiables aficionados sostienen que desde su emplazamiento se oyó mal en la primera media hora), las luces no desentonaron del todo, y brotó el rock pistolero: Andreu y sus secuaces abrieron con 'Duelo al sol', como puros americanos recorrieron la ruta boogie blues dándole gas en 'Viento salvaje', 'El valle de las lágrimas' cruzó a Jason & The Scorchers con los arreglos vocales de Ennio Morricone, 'Cuatro rosas estación' sonó a countrybilly de historieta peliculera, muy visual, 'Siete calaveras' invocó al psychobilly gótico, y el rock and roll 'Mi dulce tentación' a Loquillo y no sólo por esos coros.
Podríamos destacar todas las canciones, pero no lo haremos. En cuarteto con la guitarra Telecaster de Harry Palmer y la batería de Vicente Perelló, ambos miembros desde hace muchos años, La Frontera no bajaron el nivel en 'Dos balas perdidas', una canción de amor efervescente con coros uh uh uh tipo The Fleshtones; el country-billy de mecha rápida 'Pobre tahúr'; otra historia visual en la onda del 'americana' como 'Diez minutos de pasión' (que aprenda Ryan Adams); o un 'La ley de la horca' que fue un tebeo como el de '300' pero de pistoleros.
Andreu propuso «vamos con 'El límite', ¿no? Vamos a cantarla», y el público una generación inferior al habitual de La Pérgola así lo hizo en este tema que les salió tipo garaje pop psicodélico a lo La Granja. Y ya hasta la despedida cayeron 'Tren de medianoche', con una melodía cuidada y acelerón final en plan country show; un 'Volverán los buenos tiempos' entre Jason & The Scorchers y Loquillo (por esos coros ohhh ohh); un 'Judas El Miserable' que también se benefició de los coros a pleno pulmón del público de la carpa; y en bel is doble contenedor de otras dos dianas: 'Cielo del sur', tan redonda y brillante como antaño, y su versión del 'Viva Las Vegas' de Elvis Presley traducida y más parecida a la versión de los Dead Kennedys.
Qué bolazo. ¿Si regresaran a una sala de Bilbao estaría tan bien? Hummm, permítannos dudarlo…
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