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Javier Gurruchaga durante el concierto de la Orquesta Mondragón en Gogorregi. MIREYA LÓPEZ
Conciertos

Viaje nostálgico con la Orquesta Mondragón

Un incombustible Javier Gurruchaga fue el absoluto protagonista del concierto en Gogorregi

Miércoles, 21 de agosto 2024, 06:41

La Orquesta Mondragón celebró este martes su segundo concierto en Bizkaia en poco más de un mes. Si el 27 de julio la banda liderada por el incansable Javier Gurruchaga acudió a las fiestas de Ermua, este martes puso banda sonora a la Aste Nagusia ... desde el escenario de la txosna Gogorregi. El propio artista recordaba que hace 45 años que dio su primer concierto en Bilbao, una plaza que nunca le ha defraudado y que ayer tampoco lo hizo. «Os queremos Bilbo», expresó Gurruchaga. Con una plaza entregada y con ganas de mover el esqueleto al son de los grandes éxitos de su juventud, los asistentes vivieron una fiesta nostálgica muy ochentera, de 90 minutos de duración en la plaza Pío Baroja.

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Con el final de los fuegos artificiales del martes, la lluvia se fue apagando para dejar paso un txirimiri que acabó desapareciendo en los primeros compases de la actuación. Marijaia se conjuró para no arruinar el concierto de la Orquesta Mondragón. La banda empieza a tocar los acordes iniciales para que haga su aparición el vocalista y protagonista absoluto Javier Gurruchaga. Subió al escenario luciendo su ya característico y reconocible atuendo: chistera de mago, gafas de sol negras, traje negro de lentejuelas y una corbata que no terminó la noche. El músico entró con potencia evidenciando que, a pesar de caminar hacia el medio siglo encima de los escenarios, le queda cuerda para rato.

'Garras humanas' fue la canción elegida para arrancar la noche. Su estribillo, «Me quiero morir», era todo lo contrario de las ganas del público, entrado en años, que quería disfrutar de la velada y revivir momentos felices, demostrándose a sí mismos, y al resto, que todavía eran capaces de mover las caderas como en sus mejores tiempos. Entre los espectadores se despertaron muchas emociones y sentimientos dormidos durante este viaje al pasado que propuso el donostiarra Gurruchaga. Épocas pretéritas que el cantante quiso evocar no sólo con el repertorio de 45 años de historia de la Orquesta Mondragón, sino que lo mezcló con otros himnos como el 'Imagine' de John Lennon o el 'Stand by me' de Ben E. King.

Puestos en situación, era tiempo de «una vieja canción» que los presentes conocían y que Gurruchaga invitó a cantarla todos juntos, su archiconocido 'Corazón de neón'. Hay que mencionar ciertos problemas de sonido, en ocasiones no se entendían las palabras del cantante, cuya voz quedaba opacada por el alto volumen de los instrumentos y no se llegaba a distinguir.

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Se vio a un Javier Gurruchaga que, a pesar de los 66 años a sus espaldas, no cesó de derrochar vitalidad e hiperactividad por el escenario, sin dejar un hueco por recorrer ni un integrante de la banda al que incitar para que se animasen a hacer un solo (de saxofón, de guitarra, de bajo, de batería y de piano) y disfrutar con él del momento. Con muecas y gracias continuas, buscaba a cada momento la interacción con el público. Se gusta y sabe que gusta.

Relevo fugaz

A los 40 minutos de actuación la edad pasa factura y Gurruchaga se toma un descanso, dando paso a Irene Miller, vocalista de la Rock-A, ataviada con gorra de capitán de barco para tomar los mandos de la nave. Aprovecha su intervención para presentar a los integrantes de la banda. A los pocos minutos, la estrella de la Orquesta Mondragón vuelve a escena para cantar con Irene a dos voces 'Olvídate de mí'. Y rápido se olvidó de ella, la despidió tras el final del dúo y puso fin a esta fugaz intervención de la cantante.

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Pasada la hora de concierto llegó el momento más esperado de la noche: la hora del 'Viaje con nosotros'. Gurruchaga consiguió levantar la pasión de los espectadores que se fundieron en una gigantesca conga por las inmediaciones de Gogorregi. Tras este éxtasis vivido, atravesada la barrera de los 70 minutos el músico avisa de que la fiesta está a punto de terminar y cambia su chistera por un sombrero de vaquero blanco para entonar como punto final su hit 'Lola, Lola', con un derroche de energía hasta el último aliento. El donostiarra se despide antes de que acabe la canción con besos al público y desaparece por la derecha del escenario, dejando a la banda que remate la canción y el concierto.

«Beste bat, beste bat» (otra, otra) ruge la multitud de Gogorregi. Gurruchaga, que disfruta con el cariño del público, concede un bis y obliga al resto de la Orquesta Mondragón a volver al escenario. Para la ocasión se han guardado otro de los clásicos. 'Ponte peluca', la primera canción grabada por el grupo, para el disco 'Muñeca hinchable'. El gentío se agolpa en la primera fila como no se había atrevido hasta el momento para darlo todo. Y es que saben que todo llega a su término. Aunque, como el lobo de la canción 'Caperucita feroz', quieran una noche sin final.

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