
El Drogas, siempre oveja negra
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El roquero navarro, elegante, llamativo y teatral en escena, con físico de sobra y voz en forma, revisó en Abandoibarra hasta 16 clásicos de Barricada y un buen puñado de rotundos temas propiosSecciones
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El roquero navarro, elegante, llamativo y teatral en escena, con físico de sobra y voz en forma, revisó en Abandoibarra hasta 16 clásicos de Barricada y un buen puñado de rotundos temas propiososcar cubillo
Martes, 23 de agosto 2022, 06:58
El lunes, tercero de los ocho días de conciertos institucionales de la Semana Grande, de las tres propuestas municipales melómanas de las 11.30 de la noche no dudamos en ir a ver a El Drogas en Abandoibarra repasando parte del repertorio de su grupo madre, Barricada. Así que descartamos a los madrileños Patáx en La Plaza Nueva con su fusión entre el jazz y el flamenco, y al transformista Asier Bilbao, que cada año tiene un puesto fijo en plancha de La Pérgola.
Hace poco nos quedamos con ganas de ver a El Drogas en su gira por salas con el repertorio de Barricada, que recaló en la discoteca Santana 27 el 4 de mayo. En un solo día de venta anticipada se agotó todo el aforo: 1.500 entradas. Y por no verlo de lejos como sardinas en lata buscaríamos otro plan para ese sábado y no pudimos atestiguar la celebración del 40º aniversario de Barricada (Pamplona, 1982), una gira que pasó por Pamplona (dos días en el Zentral), y siguió por Santiago, Bilbao, Valencia, Madrid, Barcelona y Zaragoza. El Dandy atestiguó ese concierto y afirma que fue mucho mejor que lo que les contamos de fiestas: «Todo Barricada, no como aquí, que nos han engañado y no todas las canciones son de ellos», exageraba, aunque se le pasaba la decepción y subía los brazos emocionado cada vez que sonaban los primeros acordes de una canción del grupo madre.
Pero bueno, numerosas canciones de Barricada permanecen en el repertorio de El Drogas, el lunes en Abandoibarra 26 canciones en total (¡16 de los Barri!) durante 107 minutos mayormente rotundos, espectaculares, agresivos, dogmáticos y levemente decrecientes, pues en la primera hora cayeron 18 canciones y en los siguientes tres cuartos solo 8, más dilatadas y rellenadas con solos, etc. Fue un concierto rotundo por la compacta electricidad de su engrasada banda y espectacular por la propia actuación de Enrique Villarreal Armendáriz, de 62 años (el 31 de este agosto cumplirá los 63), quien apareció vistiendo un llamativo pero elegante terno de rayas y cuadros, con calaveras en la camisa, con pañuelo pirata sobre el cráneo, y hasta con corbata asomándose por el chaleco.
El sesentañero Enrique, el más elegante del rock urbano español y quizá del rock en general (el más elegante, que no el más guapo, que en eso le supera su coetáneo Loquillo, por ejemplo), además de cantar con unas inigualables facultades vocales y memorísticas (no usó atril ni teleprompter para recordar las letras), apenas paró de moverse sobre el escenario: anduvo a lo largo de todo él, brincó ocasionalmente, puso caritas de actor, dio pie a los coros de la masa que llenó la explanada, manejó dos bastones con la habilidad de una majorette, y hasta tocó la guitarra acústica de 12 cuerdas en una ocasión. El navarro no paró (insistimos: 18 canciones en la primera hora, ¡qué pasada!) mientras lanzaba rock asfáltico de Barricada, llamaradas de punk rock melódico, explosiones de metal contemporáneo y hasta rock clásico que podría entonar con más envaramiento formal el referido Loquillo.
Lo malo es que sus letras, agresivas y basculando entre el victimismo que no falte, el señalamiento amenazador y la crítica social (sin nunca proponer más soluciones que la guillotina), no son lo más apropiado cuando marginan a la mitad de la sociedad, de los contribuyentes de un concierto contratado por el ayuntamiento. Si la víspera el asturiano Víctor Manuel lanzó con lírica cuidada su mensaje llamémoslo progre, el lunes el navarro Enrique apostó por el extremismo, el panfleto e incluso el libelo, y entre sus mensajes más chocantes (y sobrantes) en un concierto pagado con el dinero de todos estarían el explícitamente antimonárquico (en su reino Mohammed VI encerraría en una mazmorra al funcionario responsable de la contratación) y el bastante machista repaso a la olvidada política del PP Cospedal (en esta pidió la guillotina; ¿si la pidiera otro cantante por ejemplo para la ministra navarra Belarra se recibiría como algo normal, aceptable?), estas aparte dos clásicos títulos filoetarras de los navarros Barricada: 'Bahía de Pasaia' y el 'No hay tregua' que se canta en la plaza de Pamplona durante el primer toro.
Escondiendo debajo de la alfombra este asunto espinoso, subrayemos que con la banda arrolladora, su figura llamativa y elegante evolucionando por la escena con una capacidad física increíble («se me retuercen los tendones de los pies, del cuello, hasta de las tripas…; todo son tendones», dijo en su primer parlamento), ostentando una voz con facultades de largo recorrido y repitiendo que estaba a gusto esa noche en Bilbo, El Drogas arrancó el lunes con 'En la silla eléctrica' de Barricada (híbrido entre AC/DC y Obús) y entre lo estéticamente (que no éticamente) más destacable estuvo todo esto: la acedesca 'Así', el blues cumbre 'Ya no anochece igual', el rock 'En punto muerto', el clásico de Barricada 'Barrio conflictivo' revisado de modo muy impactante (y con coda hardcore o punki en plan La Polla Records), ejem, la antimonárquica 'Come elefantes' (metal como forjarían sus paisanos Flitter), la muy bien resuelta y metalera 'Tentando a la suerte' de los Barri, el clásico 'Bahía de Pasaia' («emboscada criminal») de Barri atacado como Social Distortion acelerados, el punk español y carpetovetónico inspirado en Marinaleda 'Campo amargo' (de Barricada también), un 'Debajo de aquel árbol' que podría versionar Loquillo con total soltura, la versión del 'Frío' de Alarma coreada por la masa, el 'Problemas' de Barricada que resonó a catarsis de los Stooges, ejem-ejem, más metal a lo Flitter para 'Peineta y mantilla' (la canción viperina contra Cospedal, según Azpiazu la mejor del concierto), la historieta de tebeo 'Todos mirando' de Barricada («esta canción ha sonado en las verbenas de todo el mundo», se emocionó Pato, que ha venido a la Semana Grande de Bilbao solo por este concierto, un día no más), y abriendo el bis otro tema que podría honrar Loquillo, el 'Azulejo frío', otro momento de comprimida pasión del cuarteto.
Y no hemos citado otra canción de Barricada, 'Oveja negra', la cual El Drogas bajó a cantarla desde el foso y al acabarla sentenció: «qué felicidad, siempre oveja negra». Ahí pensamos que éste sería un buen titular, aunque la interpretación no fue de las mejores, que ya han comprobado fueron numerosísimas en su repertorio de 26 canciones, 16 de Barricada, grupo del que le expulsaron allá por 2011 y que duró solo dos años más, hasta 2013.
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