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Vaya, el miércoles vimos el concierto número 431 (todos en vivo, of course) y la corrida número 200 del año (sólo 24 en vivo, el ... resto por televisión). En las fiestas de localidades y capitales cercanas a nosotros se programan numerosos conciertos gratis (gratis porque no pagamos impuestos ahí, claro). Por ejemplo este año en las jaiak de Burgos atestiguamos 22 bolos en cuatro días, en las de Huesca 15 en cinco jornadas (¡dos llovió a mares y no superamos la veintena prevista!), y en las de Alfaro 6 en dos días. Lo antedicho viene a cuento para contrastarlo con el caso de la Semana Grande bilbaína, donde los conciertos principales se programan a la misma hora y por eso desde el sábado hasta el miércoles sólo hemos podido ver seis conciertillos. ¿Por qué el ayuntamiento no los distribuye mejor, para que los melómanos puedan ver varios en un día?
El miércoles hubo cuatro conciertos estelares contratados por el consistorio a la misma hora: a las 11.30 de la noche los de Coti en Abandoibarra, Boleros 4 en La Pérgola, y las nueve catalanas skatalíticas de Les Testarudes en la Plaza Nueva, y a medianoche el del también catalán Nil Moliner abriendo el escenario del Parque Europa, en Txurdinaga, dicen que ideado para alejar a la chavalería del centro de la ciudad, para 'descongestionarla' (ah, a Moliner le vimos en las jaiak de Palencia en septiembre de 2022, y ese mayo en Miribilla dio uno de los mejores conciertos del mismo año en Bizkaia).
Venga, al lío: este miércoles nos tocó en suerte cubrir el concierto colaborativo del argentino Coti con la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la BOS. Fue una experiencia muy superior a la de la víspera coprotagonizada entre Barón Rojo y la Banda Municipal, por acústica, calidad de las partituras y de la ejecución de la orquesta, e incluso mayor compromiso artístico de los sinfónicos, que sonrieron en bastantes momentos y corearon algunas canciones de las 17 de Coti que sonaron en 120 minutos redondos. Fue un concierto estupendo hasta el último tercio, desde la canción 12ª a la 17ª, cuando cundieron el populismo y las payasadas, y desgranaron sus canciones más famosas en ambiente festivo.
Bueno, ya lo advirtió el rosarino de 51 años Coti (Roberto Fidel Ernesto Sorokin Esparza) en su primer parlamento o salutación: «Este es un concierto soñado… Yo también te quiero, en primera fila además», intercambió con una espectadora antes de continuar: «Pueden cantar, pueden gritar, pueden hacer palmas… Lo que quieran». Y recordó: «La primera vez que estuvimos en Bilbao fue en 2002, ahí enfrente, en una sala que se llamaba Crazy Horse y que sigue existiendo. Estaban construyendo este museo que nadie sabía cómo iba a ser, y 22 años después ahora estamos tocando al lado del Museo Guggenheim. En ese primer concierto nos vieron 15 personas, y estaban al fondo, y no sabían quién era. Ni yo lo sabía».
El principio del encuentro del miércoles en Abandoibarra fue especial, inspirado, variado, con Coti y sus seis músicos vestidos de blanco alineados en primera fila (Los Champions dijo que se llamaban, y al final reveló que a la guitarra acústica y los coros iba su hijo Iván, quien bajo el alias de Manso o algo así sacará una canción en el día de hoy, según anunció su padre), y con la orquesta respaldándoles detrás y dirigida por Daniel Perpiñán, una sinfónica que aportó sensibilidades diversas desde el arranque a lo Calamaro ('Otra vez') y descaradamente émula de Bob Dylan ('Tanta magia'; ah, Coti tiene otro hijo llamado Dylan).
A la tercera con su banda solamente Sorokin facturó pop catequista con palmas populistas ('Andar conmigo', que Coti compuso con Julieta Venegas), y el líder, que apareció en escena con sombrero cowboy y estética entre Dylan y Gurrutxaga aunque pronto se caló una gorra de visera, de nuevo con la BOS realzó el pop a lo Carole King 'Profundidad' y ya sentado al piano presentó una 'Luz de día' que informó haber escrito para Rosario Flores y donde la BOS obtuvo uno de sus picos.
'Te quiero tanto' fue un tango «con el debido respeto», que al principio cantó «en formato pop Paulina Rubio» («el tango es la música de mi querido país, Argentina», informó para los desubicados), y se seguido enlazó tres piezas de él a solas más la BOS: muy en la onda Fito Paéz 'Tu equipaje', con él al piano, y ya con la guitarra acústica el pop a lo Burt Bacharach 'Tu nombre' (cuando dijo que bebería un poco de vino, pues se lo había recomendado el foniatra, «en serio», y anunció que elabora un vino de cosecha propia de origen Mendoza: «La primera añada, de 2013, fue de 300 botellas, salimos de gira y nos duró 15 días. Y esta es de la segunda añada, de 2014, de 10.000 botellas, y ya alcanza bastante»), y 'Canción de adiós', en cuya letra se autodefine como «medio vals, mitad ranchera».
Ya de vuelta el grupo de rock a la palestra, los seis escuderos vestidos de blanco («van de san Fermín», ironizó Coti, que calzaba zapatos con exagerada plataforma, por eso parecía andar arrastrando los pies) y su jefe hicieron un bonito 'Días' y el pop deluxe y sinfónico '50 horas', que conectó con la gente mediante coros y palmas más bien espontáneas. Y entonces silenció a la banda, invitó a los bailarines del público a levantarse de sus asientos, porque nadie les iba «a pedir que se sentaran, como en un teatro», y transitamos por el peaje populista, con el reggae '¿Dónde están corazón?' (compuesta por Coti para Enrique Iglesias) y mucha gente ocupando en pie el frente del escenario, y con la cumbia 'El embrujo' («la grabé con el grupo Los Palmeras, los Rolling Stones de la cumbia») y sonó a Los Fabulosos Cadillacs y La Mosca Tse Tse, aunque fue la sima de la cita porque invitó al escenario a un montón de bailarines, y eso fue como los payasos en el circo con los niños, o como algunos artistas en el pasado Bilbao blues Festival.
Tras la seria buena onda anterior, en estos dos temas dieron ganas de agarrar el teléfono móvil para distraerse, pero Coti recuperó la compostura en la traca de éxitos final, que puso a cantar y a bailar de modo espontáneo y feliz a la concurrencia. Fueron cuatro títulos postreros: 'Lento' de Julieta Venegas, coescrita con Coti y un poco catequista también; 'Antes que ver el sol', otro pop total; y ya en el bis, primero sin la BOS 'Color esperanza' (otro tema catequista de Coti pero popularizado por su paisano Diego Torres), que tuvo a Coti pidiendo gritos del público en plan Miguel Ríos, que se dejó, y segundo con la BOS 'Nada fue un error', con la gente coreando a pleno pulmón y sin nadie posando su culo en los asientos, o sea todo el mundo en pie rebosando alegría en sus miradas y sus sonrisas.
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