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A pesar de los pronósticos climatológicos pluviosos, la lluvia está respetando la Semana Grande, y eligiendo con perspicacia y conocimiento del medio se puede sobrellevar el mediocre programa de conciertos contratados por el Ayuntamiento. El martes la casualidad quiso que coincidieran tres directos interesantes ... en los tres escenarios principales, lo cual no se repetirá. Así, habríamos ido con gusto a ver a los cubanos soneros y tradicionalistas Tin' del Batey en la Plaza Nueva, y claro que también a los corridos machotes del Mariachi Imperial Elegancia Mexicana en La Pérgola (aunque estos aztecas vienen cada año y nos sabemos el repertorio entero), pero nos decantamos por una Bebe en Abandoibarra que superó todas las expectativas artísticas, protestó de lo políticamente correcto (qué nos va a contar que no sepamos) y se marcó un par de rocanroles que probablemente sean los mejores que sonarán en toda la Aste Nagusia, ya sea municipal, privada o txosnera.
El martes ante Bebe hubo mucha menos gente que el lunes ante el Dúo Dinámico, y el público respondió con menos calor general, aunque desde las primeras filas las chicas la piropeaban chillándole desde guapa para arriba. Bebe apareció en escena con uñas largas y atavío modernista que hizo pensar en Rosalía, y capitalizó un concierto de 108 minutos (contando la intro de la 'La niña de fuego' y la outro del 'Bamboleo', ambas enlatadas) para 19 piezas con aparente improvisación por parte de la extremeña de 41 años, que ofició ora bailando por todo el tablado, ora sentada en una silla de mimbre que era como la del cartel de la película 'Emmanuelle'.
María Nieves Rebolledo Vila actuó claramente segura de sí misma, muy contenta, atreviéndose a ser reflejada en primerísimos planos en la gran pantalla lateral, y dominando la noche rapeó como una nueva Lola Flores, se puso lánguida a veces a lo Albert Pla, superó en fusión mestiza a Amparanoia, fue urbana pero sin perder lo orgánico, y cada vez más optimista y menos quejosa no se dejó vencer por la vulnerabilidad lírica que sí asomó en ciertos versos.
El show comenzó modernista y roquero, escoltada por un dúo de guitarra y batería, no más, para facturar rock a lo Henry Rollins en 'Sécate esas lágrimas' (la de tu fragilidad), saludar diciendo «gabon, buenas noches Bilbao. Bienvenidos, muchas gracias damas y caballeros», y aún con el tándem batería y guitarra mejorar en directo vía soul playero lo que suena grabado en 'Me enseñará', donde rapeó flamenquita y se quitó la camisa blanca quedándose con un top blanco con correas, pantalones de tiro bajo y botas de plataforma, un estética bastante agresiva y casi fetichista.
Empezó bien Bebe, y a partir de la tercera, ya en quinteto generalmente, el concierto subió otro escalón y de ahí apenas descendió, llegando a repartir no pocos pellizcos y varias explosiones eufóricas. Se lució con el blues de Arizona 'Siempre me quedará'; muy bien también mejoró a Amparanoia en su hit 'Me fui' («¿dónde estabas cuando te llamabaaaa?»), elaborado cual fusión que mutó de lo urbano al reggae; y no bajó el listón en la emocional, minimal y tan bien interpretada 'Tan lejos tan cerca', que medró en modo post-rock algo Chambao y donde se sentó seductora, pues se estaba gustando mucho la misma Bebe, ¡y con motivos! Artísticos, claro.
Siguieron cuatro piezas correctas pero quizá menos inspiradas: en plan Rozalén urbana, un blues africano a lo Ben Harper que definió como canción de amor y que pretendió ser alegre y contagioso ('Diferentemente iguales'), en tercer lugar 'Mi guapo', que presentó espetando «esta canción es para vosotros, guapos, por ser padres, hermanos, compañeros, abuelos…, porque la vida sin vosotros sería un coñazo, que no nos faltéis nunca», donde rapeó funkie con la banda marcando el groove, y en la cuarta, 'Corazón', cruzó la guitarra de Ben Harper con más rap escuela Albert Pla despierto.
Con este pasaje la noche había tomado cierta velocidad de crucero, pero no se le podía echar nada en cara a Bebe, que dedicó la siguiente «a las flaquitas, a las orondas, a las rubias, a las que han pasado por la quimio, a las pequeñitas, a las medianitas, a las jovencitas, las maduritas y a las más viejas de todas, bendita sabiduría, a las simpáticas y antipáticas... Que nadie subestime a estas bichas», y volvió a florecer con 'La bicha', un rock-reggae a lo Clash que mejoró a La Mala y donde Bebe bailó natural, pasándoselo bien.
Empoderada antes que de que se inventara tal palabro, Bebe entonces se marcó dos rocanroles que apostamos nadie superará en esta Aste Nagusia: 'Chica precavida', con el tumbao de ZZ Top y el cool presuntuoso de Danko Jones, cuando al acabarlo se derrumbó sobre la silla de 'Emmanuelle' mientras la gente aplaudía sin más, y 'Qué carajo', un psychobilly donde la muy o´funk'illa se igualó a mujeres indómitas del rock tipo Tere Desechables o Wendy O Williams de los Plasmatics, imagínense el nivel, y es que la extremeña la había introducido así: «Vivimos una época con gente muy sensible, políticamente correcta. Una mierda». Buah, estuvo brutal, ya no dudaremos nunca más si ir a ver a Bebe en vivo, que en mayo con entrada libre actuó en Barakaldo durante los actos de la final de La Copa de La Reina de Balonmano.
Este par de temazos fueron el cénit de todo, pero su concierto no decreció hasta el final, con numerosas canciones e interpretaciones redondas, caso de la optimista, buenrollista y hasta stoniana 'En mis manos' (la de «no pienso llorar, de eso ya me cansé», con sus laralalás), la sensual y aflamencada hasta la rumba 'Entre los olivos', o la estupenda tripleta del epílogo con «un poco de rock and roll antes de acabar», como presentó 'K.I.E.R.E.M.E.', donde rapeó como si estuviera en Nueva Orleans con el gran Gatemouth Brown (créanselo) y le añadió en popurrí su 'Yo fumo' («mi reino por un pitillo, ¿es que ya nadie tiene tabaco?»); su intenso e inspirado hit 'Ella' («hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti»), que presentó deseando «necesitamos cuidarnos y protegernos, bellas, va por vosotras»; y el cierre con 'Pa mi casa', un cóctel de Red Hot Chili Peppers, Mina y hasta Tito & Tarántula, remate de una noche memorable que superó todas las expectativas a pesar de la tibia respuesta de la masa, que en su mayor parte acudió a Abandoibarra curiosa y poco más.
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