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Pilar Lekube es de esas personas que mantiene su ilusión intacta a pesar de las dificultades. Esta bilbaína y 'sietecallera' -como dice ella- de 75 años es la tercera generación de Meltxora, un negocio de trajes regionales vascos situado en la calle Carnicería del Casco ... Viejo que nació en 1898. La propietaria recibe a sus clientes con una sonrisa y un desparpajo que abruma. Su conocimiento sobre el origen de las prendas sorprende a bilbaínos y turistas que desfilan por el mostrador en busca de ropa especial, con esencia. El día del txupin, una decena de personas de todas las edades entraron en la tienda a primera hora de la mañana para fichar alguno de sus artículos estrella: faldas de arrantzale, camisetas con el lauburu, camisas... El objetivo, ponerse a punto para la semana más esperada del año: Aste Nagusia.
«Ahora la gente viene a comprar ropa para fiestas, pero desconocen el significado y la forma de lucirla. Yo solo les digo que sean felices con lo que llevan puesto, pero me gusta contarles la historia y el origen de los trajes», dice Pilar mientras se peina con el típico moño de aldeana. Lo elabora con destreza y gran habilidad, propia de quien ha vivido la tradición desde niña. «Vamos a ver si encajo la horquilla, que esto de no tener espejo no te creas que es fácil», ríe.
Meltxora es uno de esos comercios con alma que dejan huella nada más cruzar la puerta. La cercanía de Pilar, el olor a madera y las telas de infinidad de colores invitan a indagar en su historia. Fueron sus abuelos los que se lanzaron a la aventura y abrieron el local. «Venían del campo, de la zona de Bergara y Kortezubi. A los dos les gustaba mucho el comercio y decidieron montar su propia tienda juntos en la calle Somera bajo el nombre de mi 'amama', Meltxora», cuenta Pilar, que convivió con ellos desde niña. En sus ratos libres les hacía una visita y charlaba en la tienda, así que acabó criándose entre telas.
Aunque estudió para ser decoradora, al cabo de unos años decidió tomar las riendas del negocio. Con mimo y mucho esfuerzo, lo ha convertido en una tienda que combina a la perfección tradición e innovación, siendo fiel a las raíces y a la autenticidad. Esta nueva época marcó la mudanza a su ubicación actual, en la calle Carnicería Vieja del Casco Viejo, donde ofrece ropa tradicional para hombre, mujer y niño; artículos escolares, mantelería y toallas, entre otros productos. «Meltxora ha evolucionado mucho. La época de la posguerra fue triste y lúgubre, porque muchas personas estaban de luto por la muerte de algún familiar y vestían con colores oscuros, pero poco a poco todo fue mejorando», comenta.
Meltxora es referencia en moda vasca para vestir como baserritarras y arrantzales. Pilar recuerda a la perfección a todas las aldeanas que vendían vendeja, es decir, verduras, hortalizas y frutas que recopilaban en la huerta y llevaban en grandes cestas. Llegaban hasta Bilbao en burro y pasaban por la tienda de la calle Somera para comprar ropa, porque estaba muy cerca del Mercado de la Ribera.
Cuando se convirtió en propietaria, le dio un toque de color y alegría a la tienda con sus diseños. Siempre le ha encantado crear, y trabajar en Meltxora ha sido una oportunidad para dar rienda suelta a su creatividad y arte. «Empezamos a incorporar más artículos: los kaikus, variedad de trajes, prendas hechas a mano… Investigué y comencé a diseñar faldas, blusas y camisas con más color», dice.
Pilar se desenvuelve que da gusto con los clientes. Cuando visitan el local en busca de artículos tradicionales, siempre repite lo mismo: «Ir vestida de arrantzale no es solo llevar una falda. El traje completo lleva pololo, camisa, saya y pañuelo. Antes, por ejemplo, lo llevaban colgado del delantal con el objetivo de limpiarse las manos cuando cocinaban pescado y otros alimentos», explica.
El negocio ha superado grandes baches, como la Guerra del 36, las inundaciones de 1983, la crisis de 2008 o la pandemia de la covid-19, pero Pilar lo tiene claro: «El secreto para sobrevivir tantos años es el sacrificio y la dedicación». En su escaparate luce una placa de comercio centenario en la que se puede leer la frase: «Comercios de toda la vida y para toda la vida». También guarda una fotografía en blanco y negro de sus abuelos, a quienes recuerda con mucho cariño.
En sus manos, que tantas telas han cortado, se puede leer el paso de los años, pero aún mantienen la habilidad para elaborar un moño de aldeana con éxito o hacer diseños de todo tipo en su taller. Meltxora ha conseguido sobrevivir al paso del tiempo y llegar al corazón de bilbaínos y turistas durante más de un siglo. Y eso no lo puede decir cualquiera. «Hay que seguir luchando», concluye.
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