
La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano político supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que cuenta con 198 Partes (197 países y una organización de integración regional -la Unión Europea- la han ratificado).
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Su reunión cumbre se realiza una vez al año, y se llevan a cabo conferencias mundiales en las que participan expertos técnicos, ministros, jefes de Estado y representantes de organizaciones no gubernamentales. Allí se adoptan decisiones para alcanzar los objetivos de lucha contra el cambio climático, que solo se pueden tomar por unanimidad de las Partes.
La cumbre de este ha sido calificada como «importante» por parte de la sociedad civil y por los negociadores. Sin embargo, la esperanza para alcanzar un acuerdo que deje satisfecho a todos está complicado por la situación geopolítica y los intereses económicos detrás de cada uno de los países.
Nadie lo esperaba, quizá ni tampoco la propia delegación azerbaiyana. Mientras en la trastienda de la cumbre de Dubái (Emiratos Árabes Unidos) debatía si el fin de los combustibles fósiles se incluía en la declaración final, las 197 partes tenían que debatir qué país albergaba la cita de 2024. El equilibrio de poderes y, sobre todo, de tensiones hizo mirar al Cáucaso y a Azerbaiyán. Bakú fue la elegida.
Las organizaciones civiles y activistas por el clima criticaron la elección por llevar, por segundo año consecutivo, la COP a un país señalado como «petro-Estado». En Azerbaiyán, los combustibles fósiles suponen el 92,5% de las exportaciones y la capital del país, Bakú, era conocida como la 'ciudad negra' por sus vínculos con el petróleo.
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La elección de la ex república soviética ha sido también criticada por su pobre expediente democrático y de derechos humanos, así como por su ofensiva militar en el 2023 para recuperar Nagorno Karabaj y su enfrentamiento a Armenia. Azerbaiyán será en cualquier caso el tercer petro-Estado consecutivo en acoger una COP del clima.
El reto de la COP29 será precisamente ir más allá del acuerdo de la COP28, que se cerró con el compromiso de «hacer transición para alejarse de los combustibles fósiles».
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Nacido en Bakú hace 56 años, Babayev sirvió en el ejército soviético, estudió Ciencias Políticas en Moscú y fue diputado y miembro del partido Nuevo Azerbaiyán, que ha ganado las elecciones desde 1993. Trabajó para Socar desde 1994, fue director de relaciones económicas internacionales y en el 2008 asumió el puesto de responsable de política ambiental, lo que en sus propias palabras le convirtió en «enemigo» de los directivos de la compañía. En su currículum figura también el mérito de haber organizado la primera conferencia de ecología en la historia de Azerbaiyán.
La COP29 comienza este lunes 11 de noviembre con la sesión de apertura donde los principales líderes mundiales harán sus discursos ante el pleno de la Conferencia de las Partes.
Tras las dos primeras jornadas se suceden dos semanas de negociaciones, tiras y aflojas para que, previsiblemente, el 22 de noviembre se apaguen los focos con un acuerdo o no. O tampoco puede que sea el mismo día 22, porque pocas cumbres han cumplido con la agenda.
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La COP29 aspira a aumentar a partir de 2025 el desembolso destinado a la lucha climática y actualizarlo. Los 100.000 millones anuales para la mitigación del cambio climático pactados en 2009 se han quedado cortos.
Primero porque solo se ha cumplido en 2023, una vez expirado, y porque los costes del cambio climático ya son muy superiores. Durante los próximos días se hablará mucho de estas siglas NCQC (New Collective Quantified Goall en inglés) es decir la cifra que deberán alcanzar los países para mitigar y adaptarse a los efectos del calentamiento global. El acuerdo de París establecía que los países debían «antes de 2025» fijar «un nuevo objetivo colectivo cuantificado a partir de un nivel mínimo de 100.000 millones de dólares al año, teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo».
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Según Naciones Unidas, la cantidad necesaria para financiar la adaptación al cambio climático: «Entre 203.377 y 366.078 millones de euros anuales». En apenas un año, la horquilla de dinero necesaria para la adaptación climática en los países en desarrollo ha aumentado en cerca de 50.000 millones. El año pasado, el Pnuma, también por estas fechas, advertía que estos estados necesitaban entre 151.000 y 321.000 millones de euros al año, de aquí a 2030.
La CMNUCC dividió al mundo en dos a principios de los años 90. Los países industrializados, responsables de la mayoría de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero, son llamados «países del Anexo I»: incluyen países como Estados Unidos, la mayoría de los países europeos, Japón, Australia y Nueva Zelanda. Pero ahora estas naciones desarrolladas quieren ampliar la base de contribuyentes: argumentan que otros países han experimentado un crecimiento económico en los últimos 30 años -acompañado de emisiones de CO₂- y tienen los medios para contribuir. Por ejemplo, China, Corea del Sur, Singapur o las petro-monarquías del Golfo. Sin embargo, estas prefieren que sean contribuciones voluntarias.
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En la COP28 de Dubái se establecieron los marcos generales para que las partes empezaran a trabajar en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC en inglés) donde entre muchos puntos se incluyó ir dejando atrás los combustibles fósiles. En 2025, ya en la COP30 de Belem (Brasil), se tendrá que aprobar una nueva actualización de estos planes. En Bakú se tendrá que allanar el camino para que los países desarrollen y presenten planes climáticos nacionales mejorados y deberán incluir objetivos de reducción de emisiones para 2035. Los países también deben aprovechar esta oportunidad para mejorar sus objetivos para 2030.
Además, están pendientes además los primeros Informes de Transparencia Bienales (BTR) que los países deben aportar para evaluar cómo se avanza en la implementación de esas contribuciones nacionales.
La COP28 señaló directamente a los combustibles fósiles. Casi 365 días después, el tablero geopolítico del planeta ha cambiado mucho. La Unión Europea vivió unas elecciones en junio y el equilibrio de poder cambió. Esta cita dejará clara la postura de la UE en materia climática. Por otro lado, Estados Unidos llega con una nueva administración. Donald Trump sacó a su país del Acuerdo de París, ¿influirá ya en esta COP? Es otra de las incógnitas. ¿Saldrán los combustibles fósiles de la declaración final o se seguirá la senda abierta en Dubái? La respuesta será el 22 de noviembre o unos días después.
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