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La ilusión de la afición del Alavés tiene hoy dos grandes frentes abiertos. Nunca antes los hinchas albiazules se habían encontrado ante el último tercio de temporada con la posibilidad de ir a Europa y la perspectiva de reestrenar su estadio a largo plazo. Las ... peñas del equipo vitoriano muestran su apoyo a la reforma de Mendizorroza, cuyo proyecto, diseñado por L35, desveló EL CORREO el pasado domingo. Hay quien siente un pequeño vértigo al pensar en un estadio de 27.070 espectadores, ya sea por nostalgia o por el anhelo de mantener el ambiente que se respira hoy. Pero todos coinciden en la necesidad de acondicionar el vetusto estadio, que sueña con hacerse grande.
Las columnas y las goteras se han convertido en incómodos testigos de la histórica temporada albiazul. Ellas son las protagonistas de las quejas de la afición, y uno de los argumentos que plantean los peñistas para remodelar el estadio vitoriano. Entre ellos se encuentra Félix Ruiz de Azúa, presidente de la peña Goragarri, quien ve necesarias la reforma y la ampliación que proyecto el Alavés. «El campo se ha quedado pequeño y viejo. Falta comodidad y las columnas quitan visión a muchos aficionados», reconoce. Ruiz de Azúa es, además, uno de los hinchas más ambiciosos a la hora de establecer el aforo del nuevo estadio, fijado en 27.070 espectadores y ampliable a 32.000 sin necesidad de una obra adicional. «Creo que podría intentarse con 30.000. No hay que pensar en si un día bajamos a Segunda División. Y si pasa, estoy seguro de que la gente seguiría yendo al campo. Hoy en día tenemos varios ejemplos», afirma el portavoz de Goragarri.
La única condición indispensable que pondrían los aficionados del Alavés a la futura remodelación es que la atmósfera que se respira en Mendizorroza se mantenga inalterable. Iñigo González de Lopidana, de la peña Dulantzi, no tiene dudas de que el fondo de Polideportivo estaría a reventar en el nuevo estadio. «Para la demanda que hay en la grada de animación, creo que se va a llenar de todas formas», asegura. En este sentido, el proyecto del Alavés contempla un aumento de más de mil espectadores en ese sector. Es más, ese sería el único graderío que carecería de anillo VIP, precisamente para mantener su filosofía actual. No obstante, González de Lopidana reconoce que le parecía «exagerado» elevar la capacidad de Mendizorroza hasta los 32.000 asientos. «Es más lógico poder llenar uno de 25.000 o 27.000 ahora mismo, así que la decisión me parece correcta», señala. Además, reclama un mayor apoyo por parte de las instituciones en la financiación (según el modelo actual, aportarían el 40% de la inversión): «Me gustaría que se implicaran algo más, porque ya sabemos al final quién lo acaba pagando en gran parte indirectamente: los abonados».
El nuevo Mendizorroza se convertirá en una especie de platillo volante por su cubierta ondulada, similar a la que luce el Wanda Metropolitano. El estadio del Atlético, de hecho, es uno de los principales espejos en los que se han mirado el Alavés y L35, al que también le han encargado el nuevo Santiago Bernabéu. El cambio supone una renovación integral del concepto visual de Mendizorroza, que hoy luce un corte de lo más clásico. «Me parece muy moderno y el proyecto me gusta, es estupendo. Creo que con 7.000 butacas más, iremos los mismos, sobre todo si siguen aumentando los precios», afirma Aitor Sanz, de Tribuneros Albiazules, quien desearía que el aumento del aforo del estadio albiazul se tradujera en una rebaja en el pase de temporada para atraer a nuevo aficionados. «Lo mejor sería que lo abaratasen al menos para los niños», concluye.
Pese a que el respaldo al proyecto del nuevo Mendizorroza sea mayoritario entre los peñistas consultados por este periódico, Rubén Abad teme que el estadio se le pueda quedar grande al equipo en un futuro. «El diseño es muy bonito, pero estoy en contra de la ampliación. Ojo, no de la reforma. Hay que arreglar las columnas y las goteras, y mantener la buena animación actual», asegura el presidente de GinTonic Albiazul. El club, en este sentido, considera urgente el refuerzo de la estructura, y quiere aprovechar los trabajos de este verano para realizar una inversión de mayor calado. De hecho, las obras de rehabilitación, cifradas en unos 20 millones de euros, son competencia del Ayuntamiento como propietario de la instalación. La principal amenaza que contempla Abad es que los tiempos de bonanza encuentren su fin en el futuro. «Ahora tenemos más cantera de afición e ilusión después de tres temporadas seguidas en Primera, que además parece que serán mínimo cuatro. Pero cuando lleguen los momentos malos, será difícil llenarlo», advierte.
Juango Ruiz de Arbulo es contundente en su postura: «Prefiero un estadio de 25.000 lleno que uno de 35.000 medio vacío». El presidente de la peña Aguraindarrak cree que el sentimiento albiazul, que se ha alimentado de manera notable desde el último ascenso a Primera, todavía no ha tocado techo. «Somos un equipo que todavía puede crecer, aunque no vamos a doblarnos en cantidad. Está bien que el dinero se invierta y nos impliquemos todos», reconoce el seguidor, uno de los que se acuerdan de las columnas en cada partido. «Yo sufro una, y siempre aparece en el peor momento», bromea. Eso sí, Ruiz de Arbulo es uno de esos abonados que sacaría adelante la ampliación incluso aunque el futuro no sea tan brillante como la travesía actual. «Creo que tarde o temprano vamos a volver a Segunda División. Hay que tener en cuenta quiénes somos y de dónde venimos. Ojalá me equivoque, claro, pero ahora mismo prefiero ir a Europa un año y disfrutar a lo grande, aunque después nos pase factura», lanza.
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