Villarreal 1-1 Alavés

El Alavés no logra cuadrar la tarde

Solo después llegó el tanto de un Samu que parece reclamar ya una titularidad permanente. Le anularon un tanto, marcó otro y el meta Jorgensen le negó dos más. El último tras una arrancada espectacular. Al cancerbero local, que también salvó ocasiones claras de Luis Rioja y Gorosabel, le corresponde parte del punto que arañó la escuadra local.

Así que una vez más, sensaciones encontradas. De un Alavés que crece como colectivo, firma partidos muy competitivos y hasta estéticamente bonitos ante rivales con muchos más recursos, pero no logra cuadrar sus faenas. Ya sucedió en Vigo, con aquel punto de rabia en otro duelo similar al del Estadio de la Cerámica. Allí se escaparon dos y ante el Villarreal, quizás algo menos, ya que la escuadra de Pacheta también pudo ganar en unos desconcertantes instantes finales.

En cualquier caso, solo dos puntos sumados de quince en cinco duelos a domicilio frente a adversarios de la zona media. Y seis choques consecutivos sin ganar. Garantía de sufrimiento. En definitiva, de lo que parece será una temporada en el límite. Porque para evitarlo habrá que recolocar el punto de mira. No parece sencillo sin cambiar de escopetas.

Tras el paréntesis liguero, Luis García Plaza había optado por Samu como gran novedad en el once albiazul. No defraudó. Otros retoques fueron el retorno de Blanco para sentar en el banquillo a Hagi y adelantar la posición de Guridi. El guipuzcoano, asistente en el gol, es el pegamento del equipo. Lo mismo rebaña un balón en el área de Sivera que lo busca segundos después cerca de la meta contraria. Sí, su relación con el gol es un divorcio constante.

En otro caso, su reluciente calva se pasearía por otros lares. El Villarreal había recuperado a Gerard Moreno, el goleador, para formar pareja de ataque con Sorloth . Pacheta cambió el sistema para jugar con tres centrales y el dúo de exalavesistas Femenía y Pedraza para completar la línea defensiva. Ni de lejos funcionó para los amarillos y llegó el cambio de dibujo tras el descanso.

Hasta entonces, el Alavés presionó con ferocidad y muchas veces cerca del área contraria para neutralizar cualquier atisbo de construcción del rival. También para recuperar balones y acercarse a la meta rival con espacios y ventaja. Ya se sabe que la fórmula albiazul -apretar al límite- funciona mejor ante rivales como el Villarreal, con querencia a combinar desde la defensa.

También se conoce que no hay que esperar ayudas arbitrales. O más bien hay que aguardar lo contrario. Ayer, Gil Manzano sí aplicó la ley de la ventaja para los locales y no para los albiazules y dejó sin sanción una falta sobre Sedlar que pudo acabar en gol amarillo. Vamos, casi todo lo discutible tenía color de plátano.

Una de las cuestiones, la mejora de Luis Rioja, deberá esperar. Al menos para verlo exuberante, como en diferentes fases de cada temporada. Ayer, de nuevo entregado en los esfuerzos y escaso de chispa en las jugadas clave. Casi todo lo importante lo cocinaron Guridi y Samu, con Guevara como comandante por detrás.

El guiso resultó sabroso -puntuar lejos de Mendizorroza siempre lo es-, aunque le faltaron goles. No hubiera sido extraño que con el volumen de ocasiones el cuadro vitoriano hiciera este domingo cuando menos tres.

El Alavés se quedó sin el merecido tanto antes del paso por el vestuario, aunque apareció después a través de Samu tras el susto en la ocasión de Sorloth. El noruego volvería a tenerla al final para sentenciar. Los alavesistas se replegaron tras el tanto y después de un esfuerzo muy exigente, pero el Villarreal se encontró el empate en el inesperado penalti de Sedlar por mano, medido con los milímetros del VAR.

Tampoco parece que desde Las Rozas vayan a llegar alegrías. Ni que las extrañas acciones aisladas en contra, como la de ayer, se acaben. El tanto de Rafa Marín en Balaídos, los penaltis y no penaltis ante el Getafe y el Rayo. Toda una colección en diez jornadas.

Igualó el Villarreal, pero el cuadro vitoriano reaccionó de inmediato. Primero, con un remate blandito de Rioja en una opción clara y después, con otra oportunidad muy clara de Samu salvada por el meta y una más posterior de Gorosabel. La necesidad atenazaba a un Villarreal que solo se soltó después.

En un tramo final donde Luis García solo realizó dos cambios -Tenaglia y Kike García- antes del minuto 90. Señal de que le gustaba lo que veía o de que la confianza en los elementos de la plantilla no alcanza a más de quince o dieciséis jugadores. Llegaron los agobios en los minutos finales, incluida una doble jugada de película de terror allá por el 96 que pudo acabar en desgracia. No lo merecía un Alavés que suma poco, pero mantiene una línea de juego convincente.