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Tomás Pina (Villarta de San Juan, Ciudad Real; 1987) acude todas las mañanas al centro de fisioterapia de Mikel Sánchez, después fortalece la musculatura en el gimnasio de Ibaia, come en las instalaciones albiazules y por las tardes le toca natación o banco de arena ... en el Bakh. «Trabajo bastantes más horas que antes», asegura el centrocampista manchego, que ya ha cumplido tres meses en el dique seco.
Se lesionó el 7 de diciembre en el campo del Granada. Y no había visto la jugada hasta hace unos días. «Todo el mundo me decía que había sido solo y es verdad que es un gesto que hago solo, pero me desplazan por detrás y eso me hace caerme en una posición extraña encima del tobillo. Si no me viene por detrás Carlos Fernández, no me habría ocurrido. Pasas un momento de rabia, no lo voy a negar, aunque él no quería lesionarme, son cosas que pasan».
Primera lesión grave
Diagnóstico: fractura de peroné y un tiempo estimado de baja de cuatro meses. «Escuché un crack y sabía que algo se había roto, pero pensaba que era la rodilla, estuve muy asustado. Cuando se confirmó que no estaba dañada estaba feliz. 'No es la rodilla, menos mal, qué bien'. Como si no fuera una lesión grave. Pero sí lo es», evoca. La más grave de una carrera que hasta entonces solo se había interrumpido por roturas musculares y esguinces.
Una situación nueva para él. «Pasas mucho tiempo solo, ves a tus compañeros, pero estas en una vida paralela, no estás en la misma dinámica. Sigues formando parte de la plantilla, pero no te sientes igual», explica. Y «se aprende», asegura. «A valorar», sobre todo. «Me ha hecho darme cuenta de que vale mucho lo que tengo aquí: jugar en el Alavés, en Primera, el ambiente de trabajo que tenemos».
«Ya no soy un jovenzuelo y sabes que esto en algún momento se acabará. Y me he dado cuenta de que, a nivel de ilusión y motivación, tengo más que nunca. Esto te hace darte cuenta de que es muy bonito y tienes que saborearlo y disfrutarlo», precisa el centrocampista. El valor de las pequeñas cosas. El contacto con el balón, con los compañeros... «Estoy echando mucho de menos los entrenamientos. Cuando estás en dinámica de jugar no valoras una sesión normal, una rueda de pases, de finalización... Cambiarte, ponerte las botas y tener esa sensación lo echo muchísimo de menos», explica. La añoranza de la rutina. La complicada tasación de lo cotidiano. «Es como que no valoras lo que significa jugar en Primera División, en el Alavés, visitar esos estadios, el ambiente del fútbol».
Ya son 92 días sin respirar esa atmósfera. Sí acude como espectador a los partidos de Mendizorroza. Los de fuera los ve en casa. «Solo, con mi novia, con amigos». Y «muy nervioso». Sobre todo en los primeros partidos después de la lesión. «Algún grito ya se me escapa», admite, aunque matiza con una sonrisa que no van dirigidos a sus compañeros. «Me pongo en su piel y me contengo un poco».
Ya le queda menos. Pero repite la palabra 'paciencia' como clave en la recuperación. «Cuando no has tenido nunca una lesión de gravedad te dicen cuatro meses y haces tus cálculos, te crees que son matemáticas. No es así, son sensaciones». Pero ya ha dejado atrás «la fase más difícil, lo más incómodo, la operación, cuando te quitan un tornillo del tobillo...». Ya puede andar con normalidad, ya puede conducir, vuelve a sentirse «independiente». Incluso trota sobre el césped de Ibaia.
«Empiezo a ver un poco la luz», asegura . «Pero lo he llevado bien». Casi siempre. «Quizás ahora es cuando tengo algún día un poco peor, es todo un poco monótono, quieres avanzar, no me gusta mucho el gimnasio y es verdad que hay días que vengo con peor humor», reconoce. Son muchas horas. «Más que antes». Ahí están sus cuidadores y confidentes, los fisioterapeutas del club (Javi Elorrieta, Josu Díaz, Edu Roldán, Raúl Gutiérrez y Andoni Ayerdi), los que comparten sus días e inquietudes. «Ahora, paciencia», insiste.
Paciencia, paciencia y más paciencia. Es la palabra que más repite Tomás Pina, que, a estas alturas, ya no quiere marcarse plazos. «Lo importante es recuperarse bien». No se trata de volver cuantos antes, sino de hacerlo con plenas garantías. «No merece la pena meterte prisa», asegura el jugador, que confía en volver a competir esta temporada. «Es mi ilusión. Espero y pienso que sí voy a poder estar a disposición del míster antes de que acabe laLiga, haber cogido el ritmo suficiente y llegar a jugar», reflexiona.
Sin mirar al futuro. Solo importa volver a ser el futbolista que era antes de la fractura de peroné. Tiene contrato con el Deportivo Alavés hasta 2021, aunque incluye una cláusula de renovación automática si la próxima temporada alcanza un número determinado de partidos. No le preocupa. «Es verdad que se suele empezar a tratar el año antes, pero en mi caso no es necesario, el club siempre ha visto mi predisposición a estar aquí».
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