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«Hay que saber desconectar. Echo de menos hacer más deporte, pero lo más importante es pasar tiempo con mi familia. Y conocer la ciudad, su cultura. Integrarme donde vivo». Es la faceta más personal de Javi Calleja, la 'cara B' de un entrenador que ... en su presentación dijo que esta temporada quería pasar «de sufrir a disfrutar».
– ¿Se disfruta realmente en un banquillo profesional?
– Es verdad que parece que vivimos en un continuo sufrimiento. Aunque estés arriba. Y es una pena. En vez de disfrutar de los logros, cada vez se pide más. Hay que aprender a disfrutar de lo que haces. Es un trabajo y queremos hacerlo lo mejor posible, pero a veces parece que nos va a causar una enfermedad. Yo el primero, me lo tomo todo tan a pecho y es tanta la exigencia que pierdes un poco la perspectiva del momento. Vas a un banquillo y parece que los entrenadores estamos todos pirados (ríe).
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– Con 39 años estaba en Primera. ¿Tan claro tenía lo de ser entrenador?
– Lo tuve claro al final de mi carrera como jugador. El fútbol me apasiona y yo lo veía como dejar una huella, un estilo. Poder conseguir que en un campo se pudiera ver lo que yo tenía en la cabeza y lo que a mí me gusta. Sentir que el conocimiento, la formación y lo que siento en mi corazón se viese reflejado en un equipo de fútbol.
– ¿Qué tipo de entrenador es en el día a día?
– Soy exigente, pero muy cercano. Los jugadores saben que conmigo no tienen ningún problema de hablar, de mostrar lo que sienten. Pero dando ejemplo. Que ellos vean que el que más horas echa y más se exige es el entrenador. Y para mí es fundamental generar buen ambiente, que el jugador sienta que enfrente no tienen a un ogro que no se preocupa de lo humano. Al revés, para mí es un aspecto fundamental, la persona por encima de todo.
– ¿Ha cambiado mucho el futbolista profesional?
– (Ríe) Muchísimo. En todo. Antes había un sentimiento de equipo más profundo, ahora es todo más individualizado, más profesionalizado. Se les ve, no es casualidad que aguanten muchos más años compitiendo al máximo nivel, sean físicamente más fuertes, se recuperen antes de lesiones...
– ¿Un poco robotizados a veces? ¿Más previsibles?
– Mucho más. Hay un gran error: las herramientas que tenemos tienen que potenciar el fútbol del jugador, pero éste es un juego imprevisible, no se puede controlar todo. El jugador tiene que pensar en el campo y salir de situaciones inesperadas. Hoy les das todo muy machacado, pero cuando el guión cambia muchas veces les cuesta interpretarlo y saber qué tienen que hacer. Se está perdiendo un poco la iniciativa, la creatividad, la imaginación...
– ¿El Calleja jugador tendría sitio en este Alavés?
– ¡De capitán! (Ríe).
– Pero 9 goles en casi 200 partidos en Primera no son muchos para un delantero...
– No era mi fuerte. Estoy convencido de que podía haber dado un poco más, pero, dentro de las cualidades de cada uno, estoy muy contento con mi carrera.
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