La victoria de la paciencia

Las circunstancias y la paciencia. Las primeras estaban devorando al Alavés en el inicio liguero y el director deportivo, Sergio Fernández, pedía la segunda para dejar crecer un proyecto nuevo. En Valladolid se expresaron ambas. El equipo albiazul tiró de tal virtud para aprovecharse de una coyuntura que le sonrió desde el minuto 20 de partido.

Todo se ve diferente con la primera victoria a domicilio, tres puntos más y otra portería a cero, aunque fuera con 'truco'. Gasolina para seguir avanzando y sobredosis de confianza para seguir cosiendo esas costuras que, pese al triunfo, aún exhibe el conjunto de Machín. Porque, después de todo, goles son amores. Y en Valladolid, donde por fin sonrieron las circunstancias que antes se mostraban hurañas, el Alavés esbozó el equilibrio que quiere su entrenador: pocas concesiones defensivas y una puntería que se resistía. Sin lugar para cualquier tipo de euforia, que el viento sopló a favor desde muy pronto.

Machín recuperó a Duarte para la banda izquierda y tiró de Pina para ocupar la vacante del lesionado Pons. Y volvió a exhibir un dibujo mixto que variaba en función de la posesión de balón, como ante el Athletic. En ataque, Jota Peleteiro se metía en el centro y dejaba el carril para el lateral andaluz. Una asimetría que causó problemas iniciales, ya que al centrocampista le costaba recuperar la banda en labores defensivas y Janko aprovechaba el hueco para percutir por ese lado.

Por ahí llegaba el peligro inicial del Valladolid. Y el Alavés solo se sacudía el dominio pucelano con alguna galopada de Edgar por la banda derecha. Mandaban los locales y a los albiazules les costaba un mundo pisar campo contraria con el balón en sus pies. Hasta que el escenario cambió en el minuto 17, cuando un certero centro lejano de Duarte dejó delante del portero a Lucas, derribado por un empujón de Nacho. Penalti claro. Y el VAR añadió la tarjeta roja al defensor.

Todo a favor para los vitorianos. Aunque el propio delantero gallegó estrelló la pena máxima contra el larguero. Seguían las tablas en el marcador, pero era un partido nuevo. El Valladolid defendía y el Alavés dominaba, ya con un 3-5-2 más claro. Y si antes la banda izquierda era su quebradero de cabeza, después fue su principal vía de ataque. Desde ahí llegó también el centro de Jota que Lucas empalmó a la red con una excepcional volea (m. 34). Golazo para resarcirse del penalti errado.

Pero el videoarbitraje desveló que el asistente, por una bota de distancia, estaba en fuero de juego cuando recibió. A empezar de nuevo. Con poca nitidez. Porque a este Alavés le cuesta llevar la iniciativa, le falta fluidez con el balón, y en 25 minutos de superioridad numérica solo fue capaz de generar la ocasión del gol. El Valladolid, ordenado, no sufría e incluso se permitió el lujo de amenazar a balón parado justo antes del descanso.

Y así empezó la segunda parte. Tímida. Con ciertos complejos. Comprensibles en el bando local, no tanto en el albiazul, al que le costó demostrar la ambición que le demandaba una situación favorable. Diez minutos. Hasta la primera conexión elocuente entre Lucas y Jota, dos talentos que deben juntarse más. El primero vio bien la entrada al área del segundo y éste brindó una gran asistencia al corazón del área para que Tomás Pina abriera la lata con un disparo inapelable.

El manchego se la devolvió después al gallego, menos clara, pero sin culminación. Y Joselu no alcanzó los centros desde la izquierda de Lucas y Duarte. Tampoco Edgar el de Jota. Era el momento de matar el partido, pero El Yamiq sacó bajo palos el disparo cruzado de Lucas, asistido de nuevo por Jota. A falta del segundo gol, el duelo exigía paciencia y calma para evitar disgustos. Porque el Valladolid amenazaba con ganar terreno, aunque fuera a la desesperada. Ahí emergió el impulso de los cambios: entrada de Martín por la derecha, un primer remate de Deyverson y un segundo de Borja para sentenciar.

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