Valencia 0-1 Alavés

Una rúbrica inmejorable cuadra las cuentas del Alavés

Otra vez el Alavés despachó uno de esos partidos que permiten pensar en puntos. Salvo en contadas ocasiones, el conjunto vitoriano ha firmado duelos serios. Espinosos para el contrario y llenos de orden y sudor. El camino hacia los empates o las victorias nunca ha sido sencillo para una escuadra con sus limitaciones. Frente a un Valencia que se jugaba sus opciones europeas se repitieron los síntomas de unos últimos partidos enérgicos. También matices diferentes. Un duelo más abierto de lo habitual. Con ocasiones para ambas partes y cualquier resultado posible. Un gol anulado al Valencia por centímetros impidió el empate y Giuliano no acertó con dos muy claras para sentenciar. Al principio, el equipo local dispuso de opciones diáfanas y también Kike García se encontró con el palo. Jugar de tú a tú fuera de casa ante un adversario de la zona noble de la tabla tiene su innegable mérito. Como ver que por delante quedan cuatro partidos para tratar de escalar posiciones. El viernes, además, la posibilidad de ganar al Girona y encadenar por primera vez en la historia cuatro triunfos consecutivos en la máxima categoría.

Luis García Plaza había mantenido el bloque que encadenó ante Atlético de Madrid y Celta victorias decisivas. Tan sólo una variación en el once inicial con la entrada de Abqar en el centro de la defensa por la ausencia obligada de Duarte. Continuidad para un Tenaglia sobresaliente en el anterior duelo, que este domingo acabó de lateral tras la lesión de Gorosabel, y también para Benavídez, Simeone y Kike García. El trío que ofreció energía renovada al Alavés cuando llegaron las dudas. El tridente que en este tramo final de la temporada ha sentado en el banquillo a Guevara (posiblemente el mejor albiazul de la primera vuelta), Rioja (un fijo en los últimos años) y Samu (el máximo goleador del equipo). La drástica cirugía que extirpó la inquietud y devolvió al equipo pujante del inicio del curso.

Era un duelo de estilos similares. Equipos sin demasiada ansia de balón, capaces de manejarse en duelos ásperos y tendentes a resultados cortos. Ambos se aplicaron desde el principio. Un arranque de ida y vuelta con peligro en las áreas dejó paso a un equilibrio tenso. Más posesión albiazul, sensación también de que el Valencia se dejaba dominar para salir a la contra. Esto es fútbol y rara vez lo que ocurre sobre el césped concuerda exactamente con el resultado. Ni lo que ofrecen los jugadores. Javi López, que acumuló errores defensivos que pudieron decantar el choque para el rival, acabó por decidirlo en un córner ensayado que voleó en el segundo palo. El Alavés, en realidad, concedió más de lo habitual. Se fajó bien en defensa en cuestiones colectivas, pero llegaron gruesos fallos individuales que fueron indultados. Que la escuadra albiazul acumulara este domingo su tercer encuentro consecutivo sin encajar goles habla de lo caprichoso que es este deporte. Con los recursos albiazules, se trata de ir al límite y esperar que los pequeños detalles caigan de tu parte. Así fue. A cambio, la energía alavesista se mostró en el área rival. Con muchas llegadas claras.

Un duelo con el colegiado Melero López demasiadas veces en el foco. Faltas y faltitas que se acumularon una vez más a favor de la escuadra rival. Sin intervención decisiva del VAR, pese a que acciones sobre Kike García o Hugo Duro podían haberse sancionado. No por el espíritu del fútbol, pero sí debido al nivel que se estila en otras ocasiones. El gol de Javi López activó a un Valencia necesitado y el Alavés comenzó a sufrir. Acunado en el área, pero esta vez con contragolpes que debieron decidir. Y detalles importantes, como esa bota fina de Carlos Vicente para meter balones precisos. Se sabe que el cuadro albiazul suele llegar con frecuencia a la meta rival, pero necesita esa precisión quirúrgica. Habían entrado ya Guevara y Samu, luego Rioja y Sola. Contener y tratar de picar.

No hubo resolución anticipada en ocho largos minutos de descuento, pero sí celebración a lo grande de la permanencia en la máxima categoría. Asegurado el objetivo, es hora también de tratar la continuidad de Luis García Plaza. Deportivamente, parece evidente, nada hay que deba impedir su tercera temporada consecutiva en Mendizorroza. Ascenso y permanencia holgada. Por momentos, además, regreso de un fútbol atractivo al césped del paseo de Cervantes. Difícil mejorar el expediente. Casi imposible.