Mikel Uriarte
Sábado, 23 de septiembre 2023, 13:57
Desigual animación la que se vivió ayer en Mendizorroza, al menos durante gran parte del encuentro. Fría se quedó la parroquia local con el primer gol visitante y a la par del desarrollo del choque fueron sus ánimos. Sólo la entrada de Villalibre en el ... segundo período provocó el aplauso generalizado del público vitoriano. Porque su escuadra no le dio muchos argumentos ayer para que el habitual bullicio se dejara sentir. El regreso del delantero gernikarra ya fue aplaudido por los que fueron sus incondicionales durante media campaña cuando hizo acto de presencia por primera vez sobre el césped.
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Aunque cuando más se notó fue en el minuto 71, cuando sustituyó a Guruzeta. Entonces, Mendizorroza en pie ovacionó al héroe de Valencia, al que dio con un penalti en el último suspiro el ascenso al Alavés hace poco más de tres meses. Y con el final del encuentro, Villalibre devolvió ese cariño con aplausos y acercándose al fondo de polideportivo a entregar su camiseta a un seguidor, mientras que la parroquia local volvía a aplaudirle de manera efusiva. Fue el protagonista que por momentos despertó de su aburrimiento a los seguidores del Deportivo Alavés. Porque el ambiente y colorido tuvieron casi más momentos a destacar fuera del partido que a lo largo de los noventa minutos.
Eso sí, los colores azul, rojo y blanco se intercambiaron a lo largo del graderío de Mendizorroza durante todo el derbi. Unos 1.500 seguidores llegaron desde Bilbao para arropar a los suyos al tiempo que disfrutaron de lo lindo con lo que los de Valverde ofrecieron en la primera parte. Éxtasis con el gol de Iñaki Williams y bufandas rojiblancas por varias zonas del coliseo vitoriano, mientras que de manera tibia las albiazules al grito 'Alavés, Alavés' trataban de levantar los ánimos de los suyos.
Pero esta vez esa simbiosis no terminó de dar el fruto de anteriores confrontaciones. La gélida actuación de los futbolistas de Luis García contaminó a la grada. Ni tan siquiera algunas decisiones del árbitro calentaron el ambiente. A falta de fútbol otros intangibles sirvieron de excusa para elevar la temperatura. Como por ejemplo cuando Muniain ingresó en el terreno de juego en lugar de Berenguer. Nunca el navarro ha sido santo de la devoción alavesista y ayer volvió a quedar demostrado con la pitada que le ofrecieron miles de albiazules. Éstos se volvieron a expresar de la misma manera cuando los seguidores visitantes celebraban de manera notoria el gol de Sancet. Aplacar como fuera el ímpetu de los visitantes parecía ser por momentos el objetivo.
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Antes de la confrontación futbolística, el buen ambiente entre ambos clubes se vivió mucho antes de arrancar el duelo. A media tarde se podía ver en las inmediaciones de Mendizorroza a aficionados de ambos bandos departir tranquilamente en los bares consumición en mano a la espera de que llegara la hora del encuentro. Era la extensión de lo que a mediodía se había vivido en un restaurante vitoriano entre los dirigentes de ambas entidades. Alfonso Fernández de Troconiz encabezó la delegación local, mientras que Nerea Ortiz, vicepresidenta rojiblanca, fue la máxima exponente visitante en ausencia por motivos laborales de Jon Uriarte, quien llegó justo a tiempo para ver el derbi.
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