Me gustaría escribir estas líneas, más con el corazón que con la cabeza y así pensaría que con el tercer entrenador esta temporada recobraríamos la ilusión por la salvación. De lo contrario, los números nos dicen que después de dos temporadas jugando con fuego y ... avisando de que viene el 'lobo', la permanencia es una quimera. Intentemos ponernos en un punto intermedio e identificar lo que se está haciendo mal y qué se puede hacer mejor. La mayoría inconformista dirá que todo y algunos conformistas, que no hay más cera que la que arde. La pena es que los últimos años del Alavés en Primera no están sirviendo realmente para consolidar al club en la élite profesional de nuestro fútbol.
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A semejanza del club hermano de baloncesto Baskonia, se han trasladado unos códigos de gestión de un deporte a otro, cuando cada uno tiene su propia idiosincrasia. En el mundo de la canasta tampoco soplan vientos favorables y eso que su exposición mediática es mucho menor. Aunque en los tiempos actuales de máxima incertidumbre se dice que hay que vivir al día, lo poco o mucho que podamos controlar y dependa de nosotros mismos hay que defenderlo a muerte. En este sentido, la negativa imagen del Alavés -con tanto cambio de técnico- no tiene parangón. Al analizar la causa-efecto, es que algo no se está haciendo bien. Y además, de forma traumática y dejando heridas sin cicatrizar en todas las partes, por lo que el club no transmite ser el 'hogar' adecuado para trabajar como una familia. Unas miras tan estrechas y cortoplacistas, que se reflejan desde la pirámide hasta el fútbol-base, extrañan sobremanera cuando está en juego el porvenir de la 'gallina de los huevos de oro'. ¡O es que queremos ser otro Deportivo de La Coruña, por mencionar la caída más reciente del fútbol nacional!
Dicho esto y sabiendo que ahora mismo da igual que venga como técnico Julio Velázquez, el cantante Julio Iglesias o el pintor Diego Velázquez, es el momento de los jugadores. Esta plantilla ya no tiene nada que perder y sí mucho que ganar, porque salir del farolillo rojo es un examen morrocotudo. No es tiempo de reproches y ojalá se aprenda de los errores, porque lo más importante no es saber de todo, sino conocer al que sabe. Es decir, rodearse de los mejores sin vanidades.
Y hablando de especialistas, los propios futbolistas se están jugando su futuro, es decir, su próximo contrato profesional. Egoístamente deben hacer de tripas corazón para elevar cada uno el nivel competitivo que suponga el mayor rendimiento colectivo. Si, como dice Jorge Valdano, el fútbol es un estado de ánimo, tenemos dos semanas preciosas de visualización para ganar a un Osasuna que no se juega nada en Pamplona, conseguir en Vitoria que el Rayo Vallecano tampoco se acuerde de su última victoria y superar en Mallorca a otro candidato al descenso. Como diría el 'Cholo' Simeone, hay que ir partido a partido y así llegaremos a un parón de fin de semana con otros cinco duelos, donde el último puede ser una gran final y fiesta en Mendizorroza para salvarnos a costa del Cádiz. ¡Porque de ilusión también se vive!
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