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El centrocampista alavesista, que actúo esta vez de refresco, consiguió en la recta final del encuentro el gol milagroso, que deshizo el angustioso empate a un gol ante un Málaga, al borde del abismo y que lo intentó hasta el final. De esta forma, se ... certificó el descenso de un conjunto histórico después de veinticinco años en el fútbol profesional. Y con esta victoria, el Alavés se jugará la finalísima en Las Palmas y en el último partido de liga, donde sólo le vale el triunfo para subir directamente a Primera División.
El Granada es el máximo candidato a la primera plaza, pero esa segunda se la jugará a cara de perro ante un rival que también hizo los deberes en Cartagena. Al Levante sólo le valió su victoria 'in-extremis' en Villarreal, en caso de empate en tierras insulares y ganando por seis goles al Oviedo. Y tanto a un Eibar en caída libre como al Albacete no les queda otra que sorprender a los demás en busca de esa tercera plaza de ascenso en los 'play off'. El caso, es que no sin sufrir, el Alavés consiguió volver a enderezar un duelo que se le complicó sobremanera ante un Málaga, que jugó con tres zagueros en vez de cuatro y a la desesperada.
Para empezar, una alineación local de semi lujo, con la baja del titular Rioja sancionado por cinco tarjetas amarillas. Su relevo en el once -el argelino Abde-, recogió el testigo, para que en su primera acción de la segunda parte, provocara la jugada que Villalibre no perdonó para inaugurar el marcador. Porque en la primera, hay que reconocer que el conjunto visitante -no exento de individualidades significativas-, controló más el balón. Aunque también es cierto, que los jugadores albiazules pisaron más el área contraria, aunque sólo Abde disparó entre los tres palos al final. Y eso, que también volvieron recuperados de inicio, baluartes como el portero Sivera, el defensa Duarte y el medio punta Guridi. También Sevilla en la medular hizo de cerebro al principio, pero el alta más significativa de principio, fue el delantero vizcaíno Villalibre -que también asistió a Moya en el tanto decisivo-, cuando una segunda punta como Miguel también intervino.
Porque antes, ya tras la reanudación, el Málaga probó a Sivera por dos veces, hasta que a la tercera nada pudo hacer para evitar el certero gol que ponía las tablas en el luminoso. Y menos mal que con el equipo en la cuerda floja, contestó con un paradón a vaselina de un viejo rockero como Rubén Castro. El caso es que pudo parecer que al conjunto alavesista le faltó intensidad antes de la continuación, pero es que el contrario no le hacía ascos a la pelota. Y está claro, para no engañarnos, que no fue muy diferente a la tónica de toda la temporada, con duelos mediante fases muy diferentes y sumamente competidos. Como el órdago por jugar en la isla de Gran Canaria, donde a nosotros no nos vale especular con el resultado y ojalá a ellos sí, porque en noventa minutos más el añadido, puede pasar cualquier cosa.
La cabeza nos dice que no hemos sido un alumno aventajado a domicilio, pero el corazón nos debe palpitar en sus justas revoluciones para doblegar a otro contrincante igual de peligroso o más ante su afición. E intentar no dejar para el final lo que puedas hacer desde el principio, también para evitar cualquier infarto. Y no quiero acabar sin trasladar mi mayor ánimo para la primera plantilla del Alavés femenino, que finalmente consumó su descenso a Segunda. Como se suele decir y no es la primera vez, cunado juegas demasiado con fuego, te terminas quemando. Otra lección de clase que hay que recuperar con toda la aplicación e ilusión del mundo.
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