Romos, muy romos en la Romareda

Solo se animó algo la contienda con la entrada de Guidetti, por fin debutó, y de Demirovic en la segunda parte, cuando Asier Garitano cambió todo el equipo. También ganó en emoción porque Víctor Fernández le dio la banda izquierda de los maños a Alex Blanco, canterano del Valencia, ahora a orillas del Ebro y vecino del Zadorra la pasada campaña. Fue el mejor. Marcó por la escuadra en la tanda de penaltis que le dio el memorial Lapetra a los locales y mereció hacerlo durante el partido, en un jugada en la que gambeteó irreverente dentro del área ante Ely y Martín.

Lo bueno es que los excesos ofensivos del de Benidorm permitían las carreras de Borja Sainz en sentido contrario. Eso y los pases largos que funcionaron justo después del descanso deberían haber dado la victoria al Alavés. Lo mereció Guidetti, muy activo en sus primeros quince minutos sobre el césped. Peleó los balones aéreos desde la media punta y en el minuto 52 incluso llegó a marcar. Un golazo, por cierto, lanzándose a por el centro cruzado desde la banda derecha, empalmando con potencia e intención ante un Christian Álvarez vencido. Fue fuera de juego. El VAR lo confirmó. No se sabe bien por estar Demirovic ligeramente adelantado, aunque no intervino en la jugada, o porque la rodilla del sueco, en la carrera, traspasaba la línea del último defensor.

No es excusa. Después la tuvo otras dos veces. El remate de cabeza que tira fuera en el minuto 80 no tiene perdón. Las dos ocasiones marradas por Demirovic tampoco hay cómo explicarlas. La primera, buen testarazo desviado. Puede suceder. La segunda, ganada la espalda del central en un buen centro largo de Verdón. Lo hace todo bien, corre, conduce y encara al portero. La pelota de un bote extraño, muy alto, por encima de ambos, que inician un vals al ritmo del absurdo, para acabar tirando la pelota fuera.

Es la maldición de estar romo. Romo como la lima de Chapo Guzmán tratando de escapar de Alcatraz. Como en una tanda de penaltis, intrascendente, en la que Demirovic lanzó tan flojo al palo izquierdo de Álvarez, que habría llegado a cogerla con taca-taca. Peor aún Pina, que seguido ejecuta un lanzamiento calcado al del bosnio. Y para olvidar el tiro de Guidetti, raso y al centro, que el arquero rosarino detuvo con los pies. Ni agacharse mereció el estéril intento de igualar el gol a lo Panenca del veterano Pombo.

El Zaragoza se llevó el encuentro, que terminó cero a cero y que podría haber cerrado la escuadra babazorra en el minuto dos si Joselu acierta en el brillante remate de cabeza que cruzó en exceso tras elevarse por encima de toda la zaga. Gran combinación de Marón y Vidal en el carril derecho. Taconazo del exsevillista para que el levantino la ponga con clase y remate interruptus por la falta de puntería.

Pudo echar el Alavés al chipirón maño a la parrilla en un guiño fugaz, pero el pescado resultó ser un pulpo con mucha cabeza -la de Víctor Fernández, que planteo un 4-1-4-1 al que no supieron hacer frente Manu García, Pere Pons y Wakaso- y muchas patas con Soros, Rapahel, Luis Suárez... Vigaray hizo una gran primera parte. Incisivo. Vivo para ver que Marín flaqueaba por momentos.

En el descanso, Garitano demostró tener más fútbol en el zurrón que su rival y con los cambios desactivó a un Zaragoza al que había dejado agotarse con una entrega física poco habitual en pretemporada. No mereció perder el Alavés. Tampoco ganar.