Año de resurrección

Lo más importante es que con el año nuevo se recuperaron las mejores señas de identidad de conjunto solvente, para lo que han ayudado las últimas victorias coperas. Con una defensa expeditiva donde otro jugador subido del filial, Abqar, volvió a sobresalir, un cerebro en la medular como Salva Sevilla y faltando solo más acierto en los metros finales de los atacantes para sentenciar el duelo antes. Con algún pero albiazul a modo de amonestaciones, fruto de la impulsividad, que han condicionado más de un partido y cuya sangría habrá que cortar. Anoche se produjo la novedad de jugar con los extremos a pierna cambiada, con Rioja con más rol de titular, el Alavés dispuso de un once de gala. Y así solo usó en la segunda parte tres cambios de los de verdad, porque los dos últimos, de los canteranos Javi López y Balboa, fueron en el descuento. Por eso sigo considerando la plantilla corta para aguantar una temporada tan decisiva para volver a Primera.

No ha tenido más remedio el 'pobre' técnico Luis García que improvisar con varios jóvenes del segundo equipo –no hay mal que por bien no venga– con la excusa del tope salarial y una eliminatoria copera pendiente donde nos visitará un histórico como el Sevilla. Pero antes habrá que ir contra un Oviedo en tierra de nadie que querrá dar un paso al frente para postularse más arriba que abajo. Pero como lo cortés no quita lo valiente, este nuevo año deberá servir para corregir los errores del anterior y, sobre todo, mantener la esperanza de recuperar la categoría perdida, que es la solución de todos los problemas, así como, por qué no, ilusionarse con la Copa. Porque ya fue un aviso anunciado el descenso después de tres años de sufrimiento mediante una política deportivo-económica de mínimos. En este sentido y en relación a la reciente junta de accionistas, considero respetable dedicar esfuerzos a otros proyectos empresariales, pero a mi parecer el error ha venido por descuidar el proyecto clave, como es el propio Alavés, que como club de fútbol es el epicentro sobre el que deben pivotar todos los recursos principales.

Ha debido nublar la vista en la gestión el gran volumen de dinero que mueve el fútbol en comparativa con el baloncesto. Pero la pena fue cuando entre todos los aficionados alavesistas no fuimos en su momento capaces de repartir el capital social –como sí ocurrió en San Sebastián, por ejemplo–. Es así como el grupo gestor mayoritario no tiene reparo en reconocerse como una empresa más que un club y con un sentimiento de pertenencia en entredicho.