La resaca del Alavés: el fútbol es así
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Ascenso a Primera ·
El desenlace del partido del Ciutat de Valencia fue una demostración más de la importancia que tienen las circunstancias en el fútbol y en la vidaPocas películas de suspense podrían mejorar lo vivido el sábado por el Glorioso en ese partido a vida o muerte que fue el del Ciutat de Valencia. Un guion con todos los ingredientes que debe contener cualquier película del género. Porque se trataba de un ... asunto de vida o muerte, tú o yo, todo o nada. Rodeado de un entorno social y mediático cargado de emoción y expectación. Con una puesta en escena en un estadio a reventar, lleno de pasión. Con unos actores o futbolistas jugándose todo su prestigio, pero sin parecerlo para no dar pistas al rival de lo que cada uno llevaba por dentro. Y si a eso añadimos una grandísima carga de incertidumbre, ya que en el fútbol nada es previsible, hace casi imposible un guion mejor.
Un suspense que en nuestro caso terminó con un final feliz, como cualquier película romántica, o en un drama con un desenlace trágica y cruel por la forma que se dio, como le ocurrió al adversario, el Levante. Una demostración más de la importancia que tienen las circunstancias en el fútbol y la vida. Si hubiera terminado el partido unos segundos antes, la mano fuera unos centímetros más o menos dentro o fuera del área, si en el VAR se hubieran hecho los locos o hubiéramos tenido un árbitro cobarde que no quería complicarse la vida, la película habría resultado totalmente a la inversa. Como dijo el filósofo Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mi circunstancia; si no le salvo a ella, no me salvo yo».
Por lo tanto, yo sigo pensando que tanto el éxito como el fracaso están sobrevalorados, porque todo puede ser consecuencia de un matiz, de una casualidad o de un error o acierto de terceros, y no tanto de los méritos o deméritos. Aunque también es cierto que para que eso ocurra, en un sentido o en otro, hay que estar ahí, porque sin coger números, no toca la lotería. Y creo que nosotros cogimos muchos, estábamos ahí y luego las circunstancias hicieron su trabajo.
Y como creo que es imposible explicarlo mejor que como lo hace el periodista Ángel Ruoco, ahí queda eso: «Por más que los tecnócratas lo programen hasta el más mínimo detalle, por mucho que los poderosos lo manipulen, el fútbol sigue siendo el arte de lo imprevisto. De donde menos esperas llega lo imposible. El jugador es el creador de lo inesperado. Nos puede sorprender por sus respuestas o comportamientos, tanto individuales de cada jugador como colectivos del equipo. Es a través de la emoción lo que hace que el fútbol sea decisión, proyecto de victorias, forma creativa de vida. El entrenador que no sabe emocionar ni emocionarse no sabe vencer. En el principio de cualquier victoria, hay un acto de fe. Debemos considerar lo ilógico y lo incierto como parte del fútbol. Por eso es más importante la voluntad, la emoción que la razón ya que si fuera por la razón habríamos desistido hace tiempo. El todo es inexplicable. El saber del fútbol es un puro acontecer, ya que la trascendencia no se deja ver. La trascendencia es un renacer sin fin».
El fútbol es así, muy fácil de entender y muy difícil de explicar.
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