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Los alavesistas llevamos varios partidos haciendo la misma reflexión: siempre nos pasa lo mismo y no sabemos por qué. Decía Einstein: «La teoría es cuando se sabe todo y nada funciona. La práctica es cuando todo funciona y nadie sabe por qué». Tendríamos que invertir ... un poco el orden y decir que en el Alavés todo funciona, sabemos por qué, pero no sabemos por qué no ganamos. El fútbol es fácil de entender, lo difícil es explicar por qué ocurren las cosas. En esto hay que diferenciar entre rendimiento y resultado. Existen pocas actividades en el mundo, si exceptuamos el fútbol, donde normalmente la relación rendimiento-resultado o méritos-recompensa no sean directamente proporcionales. Aquí la incertidumbre, lo aleatorio y el azar intervienen decisivamente en las áreas y, por lo tanto, en el resultado independientemente del rendimiento. Y no tenemos que ir muy lejos, así pasó el sábado en Mendizorroza.
A partir de aquí aparece el debate sobre la justicia, merecimientos, legalidades, resultados o rendimientos. Porque, cuando hablamos de justicia futbolística nos estamos refiriendo a los méritos en el terreno de juego, ya que el resultado y los goles siempre son la consecuencia –y además legal mientras el árbitro firme el acta–. Por eso no me gustó cuando nuestro míster, después de la injusta derrota, dijo algo así como que «el fútbol no va de merecer o no merecer, va de meter o no meter goles».
Y yo pregunto: ¿Entonces los goles cómo se consiguen? Me imagino que haciendo méritos, jugando, en definitiva, rindiendo. Porque ese argumento tan simplista no deja de ser ventajista por ser una verdad a medias y muy recurrido y fácil de lanzar por la crítica. Y claro, muy difícil de rebatir en pocas palabras. Por lo tanto, te lo tienes que tragar y hacer como una vez hizo don Marcelo Bielsa diciendo a sus pupilos: «Aunque les resulte imposible, acepten la injusticia, no reclamen nada, traguen y traguen veneno, porque al final todo se iguala y se hará justicia». Pero, ojo, ya sabemos que a la larga el tiempo suele dar la razón, pero que no se haga muy largo, porque tener razón a destiempo es como no tenerla.
¿Entonces cómo explicamos lo inexplicable de nuestro Glorioso? Según expertos como Camilo Speranza, la incertidumbre de este juego se puede explicar con esa teoría matemática llamada estocástica. Que sostiene que existen actividades donde no se puede asegurar sus resultados a ciencia cierta ni se pueden predecir con precisión ya que en su proceso existe un porcentaje de partes aleatorias y azarosas que se relacionan con otras que resultan concretas, predecibles y matemáticamente exactas. El fútbol es una actividad que no es totalmente azarosa ni totalmente exacta, es estocástica. Estrategias o rendimiento no son referencia por sí solos porque hace falta añadir lo aleatorio, lo circunstancial, lo azaroso. Pues toca rezar, porque en esos aspectos del juego la responsabilidad es de la estocástica y una parte depende de la divina providencia.
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