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Dicen del Girona que juega bien y además gana. Es más, incluso dicen que lo hace bonito. Una auténtica herejía para los defensores de la escuela resultadista. Este Girona les rompe los esquemas. Ya que, para estos, lo de estética y eficacia es una incongruencia. ... Algo que contradice la filosofía platónica y aristotélica, donde dice que lo bello y lo bueno se identifican. No se concibe nada bien hecho que no sea eficaz. Cosa que a la vez también suele ser atractivo.
Pero no nos confundamos, porque lo estético o lo atractivo no tiene ningún sentido en sí mismo ni es ningún objetivo futbolístico si no va acompañado de lo funcional y lo eficaz. Y qué mejor ejemplo de todo esto que el rival de hoy. Un Girona que podríamos definir como un equipo de autor. Atrevido y descarado, que juega a lo que su míster quiere. El ejemplo de fútbol total que da gusto verle jugar. Contó una vez Bordalás la historia de aquel niño que un día estaba viendo un partido bronco, feo y poco edificante. Entonces le dijo a su padre que no daba crédito lo que veía: «Papá, esto es fútbol». Y resulta que ahora cuando ven a este Girona, el mocete insiste: «Papá, esto sí que es fútbol».
Con este Girona me surgen varias preguntas. ¿Juega bien porque gana o gana porque juega bien? Hay mucha costumbre de invertir ese principio que relaciona las causas a sus efectos. O sea, una vez visto el resultado o las consecuencias le añaden los argumentos, calificativos o causas de por qué ha sucedido y así siempre aciertan. Sin saber el resultado, la mayoría de los críticos no seríamos nada.
Otra pregunta. ¿Funciona porque tiene buenos jugadores o son buenos jugadores porque el equipo funciona? Yo creo que en cualquier ámbito de la vida un buen funcionamiento de lo colectivo siempre hace mejores a los individuos. Y que una suma de buenos jugadores no garantiza un buen equipo. Un equipo no es un grupo de personas que se llevan bien. No, un equipo es un grupo de personas que interactúan o empatizan táctica y personalmente en el terreno de juego con una idea común. Y de eso mucha responsabilidad es de la calidad pedagógica o metodología del entrenamiento.
En este caso su responsable es Míchel, un entrenador cuyos inicios en los banquillos fue como técnico ayudante que se encargaba de preparar esas tareas. Como dijo Aristóteles: «Somos lo que hacemos día a día, de modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito». El hábito de aplicar calidad a los contenidos del entrenamiento, lo cual generará automatismos e intuición; que a su vez generan seguridad, anticipación, atrevimiento, creatividad y rigor. En definitiva, rendimiento.
Y por lo que respecta a nuestro Glorioso, hoy soy muy optimista. Primero, porque ya toca romper estadísticas. Y segundo, por ese efecto que dice que el halago debilita. Ellos no paran de recibir parabienes, felicitaciones y abrazos. Algo muy malo para el rigor competitivo. Por lo tanto, hoy toca ganar.
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