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«Toca despedirse de la familia del Deportivo Alavés», escribió ayer en sus redes sociales Lucas Pérez, que el miércoles puso fin a dos años en el conjunto vitoriano tras alcanzar un acuerdo de rescisión con el club. «Después de dos temporadas en las que ... hemos pasado momentos buenos y momentos malos quiero daros las gracias, me quedo con todo lo bonito que hemos vivido», reflexionaba el delantero gallego.
«Ha sido un placer formar parte de la historia de este club, tanto por estar el año del centenario como por haber marcado en siete jornadas seguidas. Gracias por hacerlo posible. Gracias al club, a mis compañeros, al cuerpo técnico y a la afición. Os deseo lo mejor de todo corazón», precisó el punta coruñés que, ya como agente libre, busca equipo para la próxima temporada, preferiblemente en la Liga española.
La historia de Lucas en el Alavés se escribe cuesta abajo. De las luces iniciales, hasta marzo de 2020, cuando era una pieza clave en el ataque albiazul, donde formó una fructífera asociación con Joselu (11 goles cada uno en la primera temporada); a las sombras finales, tras pedir la salida del club en el pasado mercado invernal y provocar el hartazgo de la directiva y el entrenador con su comportamiento en el día a día. El pasado curso se quedó en cuatro tantos.
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