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Europa se ha parado por la pandemia del coronavirus. Y el fútbol atraviesa por un estado comatoso del que nadie sabe cuándo va a despertar. El balón ya no rueda, las gradas ya no rugen. Deporte en paréntesis. Los jugadores del Alavés, como todos sus ... compañeros de profesión, están en sus casas, entrenan como pueden. Y esperan. Días inciertos. Raros. «No es fácil», reconoce el preparador físico albiazul, José Antonio Morga, que tiene contacto diario con la plantilla para seguir las evoluciones de su entrenamiento particular. Solo hay un grupo de futbolistas 'beneficiados' por un parón tan dramático, los lesionados de larga duración, a quienes la crisis ha dado una inesperada oportunidad de recobrar un protagonismo con el que ya no contaban.
Los Dembelé, Luis Suárez, Hazard, De Marcos, Maxi Gómez... O Tomás Pina. «Espero y pienso que sí voy a poder estar a disposición del míster antes de que acabe la Liga, haber cogido el ritmo suficiente y llegar a jugar», exponía antes de la pandemia el centrocampista albiazul, que se recupera de una fractura de peroné sufrida el pasado 7 de diciembre. Cuatro meses de baja. En abril podría volver a pisar el césped de Ibaia con sus compañeros. Quizás en mayo podría reaparecer en Mendizorroza. La endiablada situación actual le abre un nuevo escenario.
Las últimas estimaciones de la Liga y la Federación indican que las competiciones nacionales pueden jugarse en verano, salvo que los contagios no permitan recuperar la normalidad en unos meses. Si finalmente el balón vuelve a rodar, Asier Garitano podrá tener en el manchego un inesperado refuerzo de lujo para las once últimas jornadas ligueras. Hasta la lesión, en la jornada 16, Pina había disputado trece partidos ligueros, doce de ellos como titular. Una pieza clave para el de Bergara, que clamó durante mucho tiempo por un relevo de perfil similar, hasta la llegada de Fejsa.
Después de pasar tres meses encerrado en el gimnasio de Ibaia, cuando empezaba a «ver un poco la luz» al final del túnel de una grave lesión, ahora se ejercita en casa. como sus compañeros. Con los matices diferenciales de aquellos futbolistas convalecientes. «Tienen ejercicios propios de la recuperación, del grupo muscular que necesitan reforzar», explicaba el preparador físico. Trabajo específico. Como Lubo Fejsa, que se fue al parón tras sufrir una pequeña distensión en el recto anterior de la pierna derecha en el último partido disputado, ante el Valencia (6 de marzo). Como Camarasa, que ya estaba confinado antes por paperas, una enfermedad que, como ya sucedió previamente con Oliver Burke, obliga a pasar una cuarentena domiciliaria de diez días –el escocés se había reincorporado a los entrenamientos la misma semana que paró la Liga–.
También el descanso forzoso «puede venir bien a los jugadores con más minutos», apuntaba Morga. Los Duarte (2.250), Pacheco (2.160), Joselu (2.143), Aleix Vidal (1.991) o Lucas Pérez (1.940). Aunque la extensión del parón obligará, cuando sea, a una minipretemporada para todos. Sin ella, «el riesgo de lesiones va a aumentar mucho», asegura Juan José García Cota, médico del Celta y de la selección española, sobre todo en aquellos futbolistas que, como Pina, salen de una lesión importante.
En ese hipotético retorno, aún incierto, el calendario se comprimiría y obligaría a competir cada 48 o 72 horas, una propuesta que ya están encima de la mesa, lo que obligaría a los entrenadores a activar las rotaciones. Ahí, en ese marco inédito, cobran importancia los protagonistas inesperados como el manchego.
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