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«Lo que hemos pasado en este partido nos va a servir de experiencia». Asier Garitano ya sabe dónde mirar para reconstruir su equipo tras ... el parón. Si la reanudación se presentaba llena de dudas sin respuesta, sin ensayos previos ni un conocimiento exacto de cómo estaban sus jugadores, el varapalo sufrido en Cornellá-El Prat no ayuda a disiparlas, pero sí a saber dónde concentrar los esfuerzos para afrontar una necesaria reparación exprés en apenas cuatro días.
Llega a Mendizorroza la Real Sociedad, que empató en casa ante Osasuna (1-1). El valor del factor campo se ha perdido sin afición en las gradas, pero en la primera jornada sin público ganaron el 40% de los equipos que jugaban como local –Real Madrid, Sevilla, Granada y Espanyol– cuando hasta la jornada el porcentaje de triunfos locales era del 49%. Solo Barcelona y Valladolid fueron capaces de imponerse como visitantes. La mejoría albiazul, eso sí, debe pasar por el césped, por los aspectos tácticos y técnicos.
En el RCDEStadium se apreciaron carencias en todas las líneas. Lo de la portería parece un simple accidente. Un mal día de Fernando Pacheco, que se ha ganado toda la credibilidad durante las cinco temporadas en las que ha ejercido de salvador albiazul. Roberto, además, demostró ser un recambio de plenas garantías. La reacción debe empezar de ahí hacia adelante.
La defensa estuvo desajustada. En parte, quizás, por esa movilidad que le daba la posición de Martín, que permitía jugar con una zaga de dos centrales o de tres si Ximo se metía hacia el centro. Por esa banda derecha albiazul hizo lo que quiso Embarba. Pero, además, estuvo lenta. Particularmente, Rodrigo Ely, retratado en el segundo gol perico, en el que Wu Lei le 'robó' la espalda con demasiada facilidad. También se lo había hecho antes a Laguardia, en la jugada de la expulsión de Pacheco.
Está claro que ese lance fue decisivo. Condicionó el resto del encuentro. Pero tampoco debe servir como único argumento para justificar un desplome posterior inquietante. Todo cambia con uno menos, pero el conjunto vitoriano desapareció del campo. Ni Fejsa ni Camarasa se hicieron con la pelota en ningún momento. Solo Tomás Pina quiso darle algún sentido al juego cuando salió en la segunda parte, si bien es cierto que estaba favorecido por un momento del partido en el que el Espanyol ya estaba contemporizando y jugando con el reloj y el resultado. Fue la mejor noticia del sábado, junto a la excepcional respuesta de Roberto entre los palos.
Al Alavés le faltó juego, continuidad y capacidad de reacción para intentar encontrar la velocidad de Burke a los espacios, como había hecho Edgar cuando aún competían once contra once. Le faltó filo, no tenía delanteros, pero tampoco dispuso de argumento para buscarlo. Y, en un escenario viciado, los cambios, al margen de Roberto y Pina, tampoco surtieron efecto. Para el jueves Asier Garitano recupera pólvora. Contará con Joselu, baja por sanción en Cornellá, y espera tener también a Lucas, ausente por molestias. Once goles entre ambos, casi el 70% de todos los que ha marcado el equipo.
El ataque albiazul pasa por los dos delanteros gallegos. Lucas genera y culmina, pero especialmente relevante es el papel de Joselu, una referencia ofensiva de trabajo incansable que amplía el repertorio ofensivo con prolongaciones aéreas que dan opciones a sus compañeros y la protección de balones de espaldas que dan al equipo pausa cuando la necesita. El Alavés con él será otro ante la Real, pero le deben acompañar las correcciones necesarias tras un mal reestreno.
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