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Un centenar de aficionados del Alavés avivan su sentimiento por el Glorioso en el bar Erreka de Barcelona, la sede de la Penya Alabèscat.
Una peña del Alavés a 550 kilómetros de Vitoria

Una peña del Alavés a 550 kilómetros de Vitoria

Un centenar de seguidores del Alavés sigue al equipo en esta agrupación, la única que existe fuera de Álava. «Hacemos bandera de Vitoria»

Sábado, 1 de febrero 2025, 11:58

En Barcelona, una ciudad que late al ritmo del coloso Barça y del sufridor Espanyol, existe una pequeña Galia. Una aldea, bautizada como Penya Alabèscat, en la que resisten los irreductibles del Alavés. Los 100 'soldados' de esta peña oficial siguen firmes a un sentimiento «indescriptible», sin querer escuchar los cantos de sirena de otros equipos que tratan de seducirles con títulos. «Hay gente aquí que no lo entiende. Pero nosotros no cambiamos nuestros colores. Es el equipo de nuestra tierra, es la forma de hacer bandera de Vitoria», confiesa Juanvi Arroyo, presidente de la agrupación, en una conversación con EL CORREO. Mañana volverán a lucirlos en el estadio Lluís Companys. Prometen dar guerra y arropar a los hombres de Coudet para derrotar a este titánico ejército.

Quieren emular ese David contra Goliat. Ya saben de lo que hablan. En 2016 presenciaron la victoria (1-2) contra el todopoderoso Barcelona de Messi. Un año antes fueron ellos los que dieron el golpe encima de la mesa al confeccionarse como peña oficial del equipo en la ciudad condal. Allá, a 550 kilómetros del corazón alavesista también se escuchan latidos albiazules. «Solíamos juntarnos los mismos seguidores del Alavés residentes en Barcelona en los partidos en Cataluña y también en Valencia. Decidimos juntarnos para vivir, celebrar y sufrir juntos esta pasión por el Glorioso. Una década después, mantenemos esta familia», se felicita Arroyo.

Así nació la única peña del Alavés fuera del territorio. La vida les llevó a hacer las maletas, pero no quisieron cambiar de camiseta. «Yo vine en 1992. Mi padre, Juan Vicente Arroyo, fue el médico de Durana durante toda la vida», recuerda el presidente. Su local, el bar Erreka, es la sede de la Penya Alabèscat. Ahí se reúnen frente a una enorme pantalla para vibrar con el equipo. «Los hermanos Mikel y Hermagoras Abezi son de Laguardia. Juan Pedro Zárate, de Vitoria...». Y hay otros que se podrían definir como flechazos. Una veintena de asociados no tiene vínculos recientes con Vitoria, más allá del Glorioso. «Francisco Díaz Muñoz vino a Álava a hacer la mili. Se enamoró de la ciudad y del Alavés. Cuando volvió ya era seguidor del equipo. O, por ejemplo, Santi Fuentes, que sigue al Glorioso desde Valencia».

«Cuando vemos al Alavés por la tele sentimos orgullo. Es como estar de nuevo en casa, nuestra tierra. Te emociona»

«Orgullo y emoción»

Reconocen que no es fácil resistir en esta pequeña Galia. «Aquí todo el mundo sabe que somos del Alavés y hacemos bandera de ello. Cuando les vemos por la tele sentimos orgullo. Es nuestra tierra, es como estar de nuevo en casa. Te emociona». Pero 90 minutos después regresan a la realidad, que llega a ser dura. «Hay tanta distancia con nuestra tierra que a veces te llegas a sentir solo. Es más frío». Lo de sufrir está claro que está grabado en la idiosincrasia del Alavés. De ahí que además de reunirse en la peña, también tengan un grupo de Whatsapp para mantenerse al día y fortalecer el vínculo. «Nos ponemos al día con las noticias del equipo. Y debatimos sobre las alineaciones, rendimiento de jugadores, resultados... También hemos hablado del cambio de entrenador en el banquillo o los posibles fichajes».

Juanvi Arroyo, presidente de Alabèscat, con su hijo, Hugo Mikel, en el Camp Nou.

Esta vez no tendrán que encender el televisor para ver su equipo, lo harán en primera persona. «Siempre que vienen a Cataluña repetimos los mismos rituales. Nos acercamos al hotel del equipo para arropar a los jugadores. Alfonso Fernández de Trocóniz, presidente del Alavés, suele venir a visitarnos. En el estadio nos dejamos la garganta para alentar a los jugadores. Pese al resultado, siempre estamos orgullosos del equipo», subrayan.

Aunque confían en saborear una victoria. Un triunfo que les empuje a preparar otra calçotada, esa comida típica que elaboran en las celebraciones. Como la ilusionante aventura copera en 2016 hasta la gran final. «Algunos de los socios son de Barcelona y se hicieron también del Alavés por aquella temporada». Aunque en la retina está más reciente el agónico ascenso a Primera.

«Cómo olvidarlo... Viajamos a Valencia para vivirlo. ¡Qué sufrimiento!». Triunfos y alegrías que hacen afición. «Cuando metió el penalti Villalibre todo el mundo nos felicitó en Barcelona». Diez años después de su fundación, confían en celebrar este aniversario con un triunfo ante el Barça. «Un partido para avivar este sentimiento».

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