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«Volver al campo después de tanto trabajo es una recompensa, una satisfacción tras tantos meses en el gimnasio. Es un primer paso. Disfrutando mucho, la verdad». Habla Joaquín Panichelli (Córdoba, Argentina; 2002). El delantero argentino se rompió el ligamento cruzado en el último partido ... de la temporada pasada, el histórico duelo del Ciutat de Valencia que dio el ascenso al Deportivo Alavés. Hace cinco meses. «El más complicado es el primero, cuando la lesión está aún a flor de piel y sabes que es un proceso largo, eso es lo más difícil para la cabeza», explica el ariete en los medios oficiales del club albiazul.
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Ahora ve la luz al final del túnel. «La última recta, cuando estás con más ganas pero hay que tener más tranquilidad», resume. A punto de empezar la tercera fase de la recuperación. «La primera es la operación. El primer mes el más tedioso, eres muy dependiente, con las muletas, únicamente haces cosas en camilla», recuerda. En la segunda, la de fuerza en el gimnasio, experimentó «mucha evolución a nivel muscular». Ahora, para completarla, ya pisa césped y empieza a tocar balón en los campos de Ibaia.
Pronto trabajará «cambios de dirección y acciones más reales del juego», la preparación para integrarse paulatinamente a los entrenamientos con el grupo. Un proceso largo, «una lesión complicada» que Panichelli ha aprovechado para «intentar mejorar los puntos débiles» de su físico. «Tomé muchas cosas buenas. Espero que no me pasé más, pero aprendí. Estoy más preparado para afrontar cualquier revés del deporte o de la vida», asegura.
Le ha ayudado el ejemplo de los veterano del vestuario. «Veía a Duarte o a Ander (Guevara) que se quedaban en el gimnasio después de entrenar. ¡Cómo no me voy a quedar yo». El equipo le espera. Como a Giuliano Simeone, lesionado a principios de agosto, que también ha empezado a trotar en Ibaia.
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