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El orgullo de defender al Alavés, el equipo de casa, en PrimeraA Ander Guevara le ha tocado, durante una década, ser profeta lejos de su tierra. En la cantera de la Real Sociedad terminó de curtirse y en su primer equipo se consolidó en la élite. Ahora vuelve a Vitoria para ser uno de los referentes ... del Deportivo Alavés. Club y jugador volverán a caminar juntos. No es lo habitual. Álava ha sufrido históricamente para que esas perlas emerjan directas de la cantera albiazul a Mendizorroza. La titubeante trayectoria histórica del equipo hizo que muchos fueran captados lejos del territorio por horizontes más golosos. Apenas once jugadores nacidos en la provincia han tenido minutos con el Alavés en la máxima categoría a lo largo de su centenaria historia.
Ander Guevara puede ser el único de la próxima plantilla. Álex Balboa también tiene opciones -de origen ecuatoguineano, pero venido al mundo «en Txagorritxu», como relataba hace dos años en EL CORREO-, aunque apunta a marcharse cedido para encontrar minutos y continuidad. Él no ha logrado jugar en Primera con el equipo de su vida, porque el único partido que disputó en la 2021-2022 fue en Copa. El jugador que sí logró estrenarse es otro futbolista que empuja fuerte desde la cantera. Unai Ropero tuvo once minutos contra el Cádiz en mayo de 2022. Ahora, como referente del filial, aspira a volver a ser otro de los jóvenes que busquen un hueco en pretemporada.
Pablo Gómez 153 partidos
Manu García 144 partidos
Martín Aguirregabiria 129 partidos
Arturo Igoroin 'Sívori' 36 partidos
Ramón Urreta 23 partidos
Gaizka Toquero 23 partidos
Afredo Contrasta 8 partidos
Jacinto Crespo 5 partidos
Asier Salcedo 5 partidos
José Ignacio Murua 1 partido
Unai Ropero 1 partido
Continuar, en definitiva, con el ejemplo de Manu García o Martín. Los que, siendo de la casa y teniendo tatuados en el corazón los colores albiazules, lograron ser referentes en Mendizorroza. El primero lo hizo tras una larga carrera lejos de Vitoria. Al Alavés llegó con 26 años, en la temporada del ascenso de Segunda B. Así encontró la oportunidad de su vida. La que le llevó, en 2016, a debutar en la élite. Y de qué manera. Su golazo en el descuento para empatar contra el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón pervive nítido en la memoria albiazul. Hasta 144 encuentros disputó como jugador del Alavés en Primera. Martín, debutante casi por accidente en 2017 -el club solo tenía un lateral derecho, Vigaray, que se lesionó-, disputó 129 a lo largo de un lustro antes de marcharse a Portugal el verano pasado. No coincidió por unos meses con Gaizka Toquero. El máximo artillero del ascenso de 2016 jugó 23 partidos el curso siguiente en Primera.
Aunque nadie ha disputado más que Pablo Gómez. El centrocampista, obligado también a arrancar su carrera lejos de Álava, se estrenó en la 1998-1999 tras haber logrado el ascenso un año antes. Él vivió en primera persona algunos de los mejores momentos de la entidad. Fueron 153 partidos a lo largo de cinco cursos. Ese primer año coincidió con otro prometedor joven alavés que también había sido importante en el regreso a Primera. Arturo Igoroin, Sívori, jugó 36 encuentros y marcó 5 goles. Aunque en ese bautismo de élite ya actuaba como cedido por el Athletic, que había pagado 350 millones de pesetas y tres jugadores -él mismo, Ibon Begoña y Solaun- por él.
Para encontrar más casos de cierta continuidad hay que recurrir al Alavés de mediados del siglo XX. Entre 1930 y 1933, el joven Ramón Urreta defendió con éxito la portería del entonces nuevo Mendizorroza durante 23 partidos. Él siguió en el equipo tras el descenso y, después de la guerra, volvió a disputar otra temporada antes de retirarse. En los 50, Alfredo Contrasta también logró devolver al equipo a la máxima categoría -además, subió dos veces a Segunda- y después jugaría ocho partidos con la camiseta del Alavés a lo largo de dos temporadas. Y metió dos goles. Un buen botín. «En el Alavés he jugado de delantero centro, de extremo derecho, por la izquierda… Y el último partido con el Valencia en Primera en Mendizorroza me pusieron de defensa», relataba a este medio en diciembre de 2021.
Su etapa fue breve. Como la de Jacinto Crespo, partícipe en apenas cinco partidos de la 1930-1931. En los noventa, Asier Salcedo jugó otros cinco encuentros antes de marcharse y volver una década después al equipo. Pero para episodios verdaderamente efímeros, el de otro vitoriano, José Ignacio Murua, presente en la 1930-1931. Él es el dueño del mejor promedio goleador de un jugador albiazul en Primera: un partido, un gol. Fue ante el Athletic. Abrió el marcador, aunque el equipo acabó perdiendo.
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