Desde el Monte del Pico

Diez meses del Alavés en 51 minutos

Nadie en su sano juicio futbolístico puede cuestionar globalmente el trabajo de Sergio Fernández y sus ayudantes. Y es que, al margen de filias y fobias, van a diseñar la octava plantilla en Primera en nueve temporadas. Nadie más lo puede decir en 103 años de historia del club. Otra cuestión será que los juicios sanos abunden o no en estos tiempos de pensamiento líquido. De zumo de tópico y batido de ocurrencia donde X ya no es solo un empate en la quiniela. La serenidad es superioridad decía un personaje de la escritora Rosa Montero y, quizás, sea una enseñanza útil para sobrevivir en la jungla del fútbol. Allí donde los directores deportivos suelen ser más presas que depredadores y tal vez sea más efectivo mimetizarse con la vegetación que mostrar colores llamativos.

Algo similar sucede con los dirigentes. ¿Alguien se va a quejar o no va a valorar que el Alavés haya pasado de Segunda B a Primera bajo el mandato de Josean Querejeta? ¿Alguien se va a quejar o no valorar que a consecuencia de ello la última generación de alavesistas crea que la máxima categoría es el lugar natural de la entidad albiazul? Si hay alguien que quiera quejarse o no valorar lo conseguido deberá esmerarse a la hora de aportar argumentos. Eso sí, una cosa es valorar la gestión y otra estar de acuerdo o no con determinadas decisiones de un club.

Otra cuestión es que las motivaciones reales para el aficionado solo sean las que se producen a pie de césped o en el mercado de contrataciones que ahora arranca. Nadie puede pretender que el seguidor alavesista aplauda con fervor la elaboración de un presupuesto o actividades del club sin relación directa con un balón. Sí, en cambio, la contratación del primer fichaje para la campaña 2024-25. Además, si seguimos la escala de las emociones veraniegas, no será lo mismo la incorporación de un lateral derecho que de un delantero centro.

En realidad, la gran pregunta de la pretemporada suele ser: ¿Quién va a ser el 9 del Alavés? Una cuestión que, por experiencia, solo suele tener una respuesta acertada. Algún jugador que no haya metido muchos goles en el último ejercicio o lo haya hecho en categorías inferiores o en países futbolísticos de segundo nivel. Y es que el «valor del grupo» del que habló Sergio Fernández en su resumen de la temporada incluye siempre, como mínimo, una doble labor interna. Debido a que al margen de un puñado de jugadores consolidados en la categoría (por suerte y por gestión cada vez más), el equipo albiazul es terapia para algunos y rampa de lanzamiento para otros. Que en cada temporada los primeros se levanten del diván y los segundos parezcan cohetes es la fórmula para fabricar el mejor Alavés.