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Santiago de Pablo
Miércoles, 22 de marzo 2017, 20:58
En una semana atípica, en la que la Liga se detiene para dejar espacio a los partidos de clasificación para el Mundial de Rusia de 2018 de las distintas selecciones nacionales, vale la pena recordar un curioso episodio de la historia albiazul. El 2 de ... diciembre de 1953, el Deportivo Alavés, que entonces lideraba la tabla clasificatoria de Segunda División, jugó en Valladolid un encuentro de entrenamiento contra la selección española.
Su excelente trayectoria había convertido al Alavés en «el equipo de moda» y la Federación Española de Fútbol lo eligió como sparring. En el estadio de Zorrilla se alinearon con España el madridista Molowny, los barcelonistas Kubala y Ramallets y varios jugadores míticos del Athletic, como Venancio o los entonces aún jóvenes Garay o Arieta I. El Alavés presentó su formación de gala, con Berasaluce, Sanz, Erezuma, Gorospe, Primi, Bolado, Arbaizar, Echeandía, Remacha, Echániz e Ibarra, entrando en el segundo tiempo Aitor y Garcieta.
En teoría, los periodistas acreditados iban a ser casi los únicos espectadores de un amistoso anunciado a puerta cerrada. Sin embargo, en Valladolid todo el mundo buscaba amistades que le facilitaran la entrada y «nadie podía calcular que entrar en Zorrilla iba a ser tan fácil como al final resultó». De hecho, hubo «un gran lleno» que hizo que un periodista se preguntara: «Las puertas del campo, desde luego, estaban cerradas, pero ¿por dónde entraron tantos aficionados?».
Entre los que se colaron había algunos vitorianos que «vieron con satisfacción el buen juego del Alavés». Pese a la excelente Liga que estaba haciendo el equipo, «no esperaban tanto y tan bueno», hasta el punto de que a veces «parecía que los seleccionados eran los albiazules». Pese a su esfuerzo, estos no pudieron imponerse a la calidad de la selección, que terminó ganando 3-0, con goles de Venancio, Kubala y Arieta. Como era de esperar, fue un partido de guante blanco, pese a que Segarra, uno de los defensas de la Roja, marcó con «dureza y marrullería» al delantero albiazul Ibarra. Por el contrario, los alavesistas «no quisieron estorbar a veces a los internacionales, jugando por tanto con serenidad y sin intentar dar al partido el carácter enconado».
La prensa nacional destacó el buen hacer de los vitorianos. Según el diario ABC, «el Deportivo Alavés hizo un excelente partido, demostrando ser un equipo conjuntado, con líneas muy sólidas». También el tándem que entonces dirigía el combinado español formado por el seleccionador Luis Iribarren y el técnico Ramón Encinas remarcó «el buen juego que había puesto en el encuentro el Deportivo Alavés». Como no podía ser menos, la prensa local alabó el «magnífico papel» del Alavés, indicando que «en muchas ocasiones» su juego se había impuesto al de España: «Nuestro equipo, primer conjunto entrenador de la selección, realizó ayer frente a ese equipo de internacionales un papel mucho mejor de lo que todos esperábamos. No es extraño que al final del encuentro Iribarren y Encinas pasaran por la caseta de nuestro equipo para felicitarles muy efusivamente por el buen juego desarrollado». Antes, todavía sobre el césped de Zorrilla, Encinas se acercó al capitán albiazul, el defensa Erezuma, para alabar su labor y la de todo el equipo.
Todo salió tan bien que la Federación quiso repetir la experiencia, con un nuevo partido de entrenamiento en Valladolid el 16 de diciembre. Esta vez, el equipo titular del Alavés «volvió a mostrarse como un gran conjunto» en la primera parte, encajando solo un gol. Sin embargo, los cambios realizados en el descanso debilitaron al conjunto babazorro, que finalmente perdió 5-1.
Pese a los goles, la prensa nacional consideró que el choque había sido «aburrido». Tras este segundo partidillo surgieron algunas críticas contra el Alavés, pues había quien pensaba que el club debía centrarse en la Liga, dejando a un lado este tipo de amistosos. De hecho, cuatro días después, el 20 de diciembre, la entidad vitoriana perdía el primer partido liguero, tras trece jornadas imbatido, aunque este tropiezo no impidió que el Alavés hiciera una gran campaña, que le llevaría al ascenso a Primera División en abril de 1954, el segundo en su historia.
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