El descapotable, parado en Cilleruelo de Abajo (Burgos), a 164 kilómetros de Vitoria.
DEPORTIVO ALAVÉS

El descapotable del ascenso se quedó por el camino

El autobús que debía pasear al Alavés se averió antes de llegar a Vitoria, aunque un día antes acompañó al Madrid de la undécima

j. a. martínez viguri

Jueves, 2 de junio 2016, 20:18

La expectación era máxima en la plaza de la Virgen Blanca a eso de las ocho de la tarde del lunes. Miles de aficionados -en torno a 25.000, según estimaciones- aguardaban al Alavés de Primera. De pronto, asomó por la calle El Prado el ... morro del autobús que traía al equipo al encuentro con un gentío enloquecido... La sorpresa se hizo mayúscula cuando en realidad apareció ante los ojos de la multitud el vehículo empleado por el Glorioso en los desplazamientos a los partidos de fuera, el que también sirve al Laboral Kutxa, rotulado de albiazul por un lado y de azulgrana por el otro.

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La incredulidad se adueñó entonces de esos muchos que esperaban un flamante descapotable de paseo, el autocar de las grandes ocasiones, el de los campeones, el que permite admirar al que va montado y repartir saludos los de arriba con los de abajo. Aunque no fue del todo así, sí hubo algún pupilo de José Bordalás que se asomó por la trampilla superior del coche cubierto para tomar imágenes de tan mágico momento y saludar a los congregados en el foro vitoriano. Hubo quien se lo tomó tan en serio -o tan a lo loco, mejor dicho- que se jugó el tipo, como el defensa Einar, puesto en pie y andando sobre el techo del transporte.

Todo lo vivido en ese instante en el corazón de la capital fue pura improvisación. El autocar que paseó al Alavés hasta la balconada de San Miguel no era el solicitado, sino el reserva, el de por si acaso. El otro no llegó a tiempo desde su lugar de partida, Madrid, donde se tuneó a la carrera para la ocasión albiazul -Beti Alavés!, Hau da Mendi! Somos de Primera y Eskerrik asko afición, además de los logos de los patrocinadores-. Supuestamente, de acuerdo a la versión que alegó la empresa para justificar su incomparecencia, el descapotable sufrió una inoportuna avería en la ruta a Vitoria. Aunque debió repararse, ya era tarde. A 30 minutos del recibimiento, le quedaban, dijeron, 120 kilómetros, una hora larga, cerca de Lerma. Imposible llegar. Además, no cabía retraso posible. Vitoria entera aguardaba a sus héroes y EiTB iba a emitir en directo la llegada del equipo y los actos posteriores.

Previsión de lluvia

Roto el plan A y casi sin margen, el Alavés recurrió al B, el pullman de los desplazamientos, quieto en la cochera por si debía salir a escena ante la predicción de lluvia para la tarde del lunes vitoriana. Pudo presentarse en Mendizorroza a tiempo, cargar al equipo y acompañantes y asomarse por la Virgen Blanca con un retraso perdonable, ocho minutos. Hizo su función, aunque muchos se sintieron chafados por el único lugar de una celebración a la altura del Alavés. El otro bus, que el día anterior había paseado al Real Madrid campeón de la undécima Copa de Europa, volvía a casa sin exhibir a un equipo tan glorioso. Él se lo perdió. Mostró a CR7, pero dio plantón a Toquero y Manu García.

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